Peligroso futuro para México

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La elección de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia, junto con la triple confabulación de pandemia de COVID-19, recesión económica y crecimiento del control territorial del crimen organizado, ha creado una violenta ruptura en el modelo de gobernanza en México. A pesar de los denodados esfuerzos de AMLO por destruirlo, el régimen constitucionalista mexicano no acaba de morir, pero tampoco nace uno nuevo. Ese limbo lleva al país a una situación extrema de tensión y conflicto. La polarización social y política está abriendo caminos a una progresiva radicalización de los bandos en conflicto.

El nombramiento de una camada de marxistas en puestos donde se define la política económica y financiera del gobierno, junto con la renuncia de Romo como asesor presidencial, abre el camino a mayores confrontaciones entre capitales privados y el gobierno. El nombramiento de Tatiana Clouthier en la secretaría de Economía será tan irrelevante como la colocación de una curita en una vena abierta. Se observa el mismo desdén en las fallidas negociaciones sobre el tema de la subcontratación. 

Se avecina una radicalización de las posiciones gubernamentales en todos los terrenos, con el propósito de ganar las elecciones de junio apostando a la polarización de la sociedad como vía para ganar votos.

Otra parte de la sociedad, aún callada pero observante, está desarrollando un discurso de una virulencia anticomunista y antisocialista que no se había producido nunca en la sociedad mexicana. La sociedad creyente y tradicionalista, proclive a la propiedad privada y la economía de mercado, una economía ligada al mercado global vía el T-MEC, simplemente no está dispuesta a aceptar las reglas del estatismo económico que se quiere imponer en México. Piensa en el ejemplo de Venezuela como el modelo de “República Popular” que subyace en la propuesta morenista para el futuro. Y la realidad parecería confirmar todas sus sospechas.

Empieza a conformarse este bloque de derecha dura, anticomunista, aliada del gran capital y clases medias, que ven en el acotamiento a su libertad de trabajo una intencionalidad de disminuir el papel de la inversión privada y su sustitución por empresas del Estado. Esto va junto con crecientes restricciones a las libertades de expresión y un progresivo limitante democrático.

Como una opción intermedia entre estos dos polos surge una propuesta progresista y democrática de corte centrista. Quizá la definición más clara de esa opción sería la organización ciudadana Sí Por México, cuya plataforma se inspira en una visión social y liberal. Es una propuesta en que el Estado debe jugar un papel importante en la regulación de los factores de la producción, aunque el rol económico es privativo fundamentalmente del sector privado. 

Por otro lado, la sociedad debe estar en plena libertad para organizarse y participar en la toma de decisiones de un Estado institucional y cuya actuación se ciñe a lo permitido por la Constitución y el Estado de derecho: ni más pero tampoco menos.

Estos tres modelos de futuro para México están en plena evolución y desarrollo en este momento en el país. El peligro de una mayor confrontación crece conforme pasan los días. El choque de trenes de los años noventa será un juego de niños ante lo que pudiera venir ahora. 

El presidente dice que va a ignorar la ley y que intervendrá activamente en las elecciones venideras. Esas actitudes son las que van a provocar una mayor polarización y, peor, una radicalización de la confrontación política en el país en tiempos en los que la combinación de pandemia, recesión y violencia deterioran las relaciones entre Estado y sociedad. El presidente está llamado a portarse como el adulto que busca soluciones, y no como el capitán del Titanic que se resignó a hundirse con su nave.

Si se permite el desarrollo de esta triple confrontación de modelos fuera de los límites de lo democrático, el país puede llegar a las elecciones de junio en una situación de deterioro absoluto no sólo en las relaciones políticas entre polos, sino careciendo de la posibilidad de reparación entre contendientes. Y sabemos lo que eso significa cuando una nación se llena de odios y de armas.

@rpascoep

Otro título del autor: Terror al ocaso

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