¿Parecer o hacer?

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#ChallengeAccepted

Ustedes me van a perdonar pero yo traigo muy atorado el #CHALLENGEACCEPTED tan exitoso estos últimos días en las redes sociales.

Quiero aclarar que no es personal con este reto en particular.

A mí, todos esos “retos” y cualquier trenecito del mame me parecen, francamente, ridículos y  me dan osito.

Quiero aclarar que no es personal con este reto en particular.

A mi, todos esos “retos” y cualquier trenecito del mame me parecen, francamente, ridículos y  me dan osito.PUBLICIDAD

Y no solo porque la realidad es que la mayoría no consiguen absolutamente nada (a menos que vengan con una intención clara y una meta determinada, como donar a una causa y además subir tu foto) sino, sobretodo, porque para mi hay tres cosas, a grosso modo, que nos pasan como sociedad frente a estas cosas:

  1.   Andamos, neta, muy aburridos (o apendejados) inventando babosadas en lugar de buscar cosas útiles que hacer por nosotros o por la humanidad. La pandemia nos trae verdaderamente desesperados y empieza a causar estragos si pensamos que poner una foto en blanco y negro en donde sales guapísima y nominar a otras tres a hacerlo, va a conseguir algo concreto y tangible que mejore la vida de esas mujeres.

¡Ay paaar favaaar!

  1.   Lo de tener que pertenecer y no quedarse fuera del “acontecimiento mundial” (ajá) de estos challenges que no buscan absolutamente nada más que, literalmente, salir en la foto. El famosísimo: FOMO (fear of missing out) que va de la mano con lo de sucumbir a la presión social porque “es que fulanita me nominó” (no-pin-ches-ma-mes) “y cooooomo crees que le voy a decir que no” y así, estamos dispuestas a cualquier cosa, menos a quedarnos fuera o decirle a alguien que no gracias.
  1.   Y sí, lo del hambre insaciable del ego. Esa vocecita interna que nos jode constantemente demandando atención y pidiendo que lo alimentemos, porque aaaaaah que bien se siente que te digan “amiguiiii qué guapíiiisima” “wow” “tu siempre preciosa” “más mujeres como tú” “te amo” “que bendición tenerte en mi vida” “sorority” y toda ese torrente de porras, flores y cosas bonitas que sí, efectivamente, hacen su trabajo y alimentan al Señor ego pero no sirven para absolutamente nada más que para dejarlo con más hambre.

Siempre pienso que si mi abuelo viera las mamadas y la cantidad de tiempo que invertimos en el “quedabien cibernético” se volvería a morir, no sin antes haber dicho su célebre y nunca mejor dicha frase: “Pobre humanidad”.

Entiendo que la intención de este gran “RETO” es empoderar, agradecer, reconocer y echarle porras a nuestras mujeres y que se trata de apoyarse unas a otras y saber que estamos juntas (aunque no estemos juntas) y de querernos como somos…

Por eso, agradezco a todas aquellas que me “nominaron” (Emoticón que voltea ojos hacia arriba) gracias de verdad por pensar que yo cumplo el perfil y quererme hacer sentir bien. Me siento honrada y lo digo de corazón.

Peeeeero…

La verdad es que la banalidad y la inutilidad de esto son tan abrumadoras que me aterra ver que cause tal impacto. Porque les tengo una noticia, fuera de que las redes se llenen de fotos de señoras en blanco y negro y se ponga de hueva meterse al Instagram por dos días…

No.se.logra.nada.

Más allá de ese ego-rush no trasciende a nada que le sirva al resto del mundo, ni a las mujeres de tu vida. 

Porque si lo que quisiéramos es empoderarnos y apoyarnos y decir “amiga aquí estoy siempre y te amo”, me parecería muchísimo más honesto subir fotos de nosotras totalmente expuestas: recién despertadas, o al final del día, rebasadas, emputadas, o esa foto en donde salimos pésimo, o mostrando nuestros preciosos cuerpos imperfectos, nuestras caritas lavadas y todas nuestras arrugas así, sin filtros, sin buscar por horas la mejor foto y nuestro mejor ángulo…

Que fuera un statement de: ¡esta soy yo y esta es mi gente y qué chingados! Y mostrarnos REALMENTE como nosotras, no con las magias de los filtros y las fotos de estudio.

Eso sí estaría chingón. Eso sí sería un movimiento que cambiaría ¡por una vez! el discurso de la apariencia, de tener que pertenecer, de hacer cosas que ni sabemos por qué las estamos haciendo, pero ahí vamos todos como gorda en tobogán para no quedarnos fuera.

Aparentando. 

Estamos en plena “lucha” por buscar equidad de género y, como decíamos hoy con Laura y Adina en nuestro podcast La Burra Arisca (que no es por nada pero si no lo han escuchado no se lo pueden perder) el primer recurso al que acudimos para “empoderarnos” (palabra que, además, ya chole) es a nuestro físico…¡come oooon señoras!

¿En seriooo?

¡Necesitamos subir el nivel de nuestros argumentos, de nuestros elementos de negociación, de todo lo que tenemos que ofrecerle al mundo y de nuestra voz en general para decir aquí estamos y somos muchísimo más que nuestra linda y photoshopeada cara!

Yo no veo a los hombres haciendo estas mamadas. Ni mendigando aprobación o likes. Los veo yendo por las canicas y nosotras, en lugar de hacer lo mismo, estamos desperdiciando tiempo valioso nominando gente a lo pendejo.

Me parece que tendríamos que empezar a parecer menos y ser ¡y hacer! más.

Desde luego cada quien es libre de subirse al tren que más le guste las veces que lo considere necesario, pero, a todas esas que me regañaron por levantar mis ojitos y pitorrearme de este tan jetsetero evento cibernético, les recuerdo que yo también tengo derecho de subirme al mío que es el de tratar de recordarnos de bajarle unas rayitas a lo de andar buscando desesperadamente aprobación social pensando que siendo activistas de Instagram vamos realmente a lograr algo y nos pongamos, mejor, a pensar qué sí podemos hacer para ser más fuertes, más vistas, más solidarias y más chingonas.

Y de pasada, un tip: si lo que quieres es hacer sentir vista a una amiga, toma el teléfono, marca su número y pregúntale ¿cómo estás hoy? Ten una conversación real, personal y cercana con ella. Escúchala, mienten madres, carcajéense y házle saber que la quieres y te hace falta.

Les garantizo que eso, eso sí va tener buenos resultados. De nada 😉

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