Percepción distorsionada

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En política, las sociedades enfrentan un dilema perpetuo: diferenciar la percepción de la realidad. Percibimos los eventos en función de muchos factores, como nuestra afinidad, nuestros intereses, sesgos y experiencias. Aprender a contrastar nuestra percepción es crucial para que quienes votan puedan tomar decisiones.

Esto viene al caso porque las dos elecciones estatales que se realizarán este año serán cruciales para definir el futuro político de México. El Estado de México y Coahuila, que siempre han sido dominados por el PRI, elegirán a gobernador o gobernadora, pero también darán importantes lecciones sobre lo que podemos esperar hacia la presidencial del 2024.

En ambos estados, el control de la percepción social sobre quienes compiten y sus partidos será crucial para determinar el resultado final. Esto, a su vez, afectará la percepción política de lo que puede pasar en las presidenciales.

Las encuestas son una buena forma de construir percepciones electorales. La gente por naturaleza tiende a preferir votar por quien piensan que va a ganar, a menos de que tengan una posición política muy definida. Eso en muchos casos ha empujado hacia adelante candidaturas que quizá no habrían tenido éxito, pero ganaron apoyo por el factor “triunfador”.

En el caso del Edomex las encuestas muestran una ventaja relativamente cómoda de la candidata de Morena, Delfina Álvarez. El oficialismo va unido con ella y es ampliamente conocida por la población.

Sin embargo, tiene sus desafíos. Quizá el que debiese ser el más importante es que ha sido condenada como delincuente electoral. El Tribunal Electoral ya determinó que le cobró el 10% de su salario a los empleados del municipio de Texcoco cuando lo gobernó con el fin de entregárselo a Morena

Al final el Tribunal tiene pocos dientes y solo pudo multar al partido, pero debería ser un escándalo: ¿hará lo mismo con el gobierno estatal en caso de ganar? Y aquí radica su gran debilidad: más allá de su campaña, tendrá que estar respondiendo una y otra vez sobre este tema.

Ahí es dónde entra el asunto de la percepción. ¿Será Delfina capaz de evadir la percepción de que comete abusos de autoridad? ¿O su aparente ventaja en las encuestas le basta para arrastrar suficientes votos?

Su ventaja, en todo caso, puede ser aparente. Dependerá mucho de Alejandra del Moral convencer a la gente que en efecto tiene la capacidad de gobernar uno de los estados más complejos de México. Tendrá que conectar con las preocupaciones de la sociedad. Si lo logra, sus posibilidades no son menores.

En Coahuila, la historia es distinta. La Alianza por México va unida pero el oficialismo se fragmentó. Tanto el PT como el Verde llevan sus propias candidaturas, lo cual divide su voto. 

Además, Armando Guadiana, abanderado de Morena, es otro candidato altamente cuestionable. Ha sido acusado, si bien no condenado, por diversos delitos que incluyen delincuencia organizada y uso de recursos de procedencia ilícita. 

¿Afectará eso su percepción ante la sociedad? Aún está por verse. Por lo pronto el candidato de la Alianza, Manolo Jiménez parece tener cierta ventaja, producto sobre todo de su trabajo en el terreno, pero aún tiene que enfrentar al aparato del Estado que buscará impulsar a Guadiana.

Hay incógnitas, pero lo que sabemos es que quienes triunfen en éstas elecciones estarán definiendo un par de cosas cruciales: primero, la importancia de las alianzas de cada bando para ganar la elección. Segundo, la urgencia de seleccionar candidaturas que no arrastren escándalos de corrupción.

Al final, la responsabilidad de la sociedad será distinguir entre nuestras percepciones sesgadas y la urgencia de empezar a elegir las mejores alternativas.

Pero sobre todo, en la capacidad de quienes resulten electos de hacer buenos gobiernos. Porque nada es más rentable políticamente que gobernar bien.

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