Desconfianza bilateral

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La relación bilateral entre México y Estados Unidos está llegando a niveles alarmantes de desconfianza. Conforme pasan los días se van acumulando nubarrones en los horizontes de problemas, presiones y amenazas.

Todo empezó cuando AMLO quiso tratar a Biden como trató a Trump. Al permitir el ingreso libre y masivo de migrantes del sur, México desafió al demócrata: o te arreglas conmigo o te mando las hordas migrantes a tu país. Con Trump funcionó el chantaje: el americano aceptó el control mexicano de la frontera a cambio de no meterse en asuntos internos del país vecino. Así, AMLO obtuvo “permiso” del Norte para hacer su “transformación” sin que se le cuestionara la deriva autoritaria de su proyecto político ni sus medidas ilegales, aún a costa de empresas estadounidenses instaladas en el país.

Biden no aceptó esa agenda limitada amloísta. A diferencia de Trump, planteó una agenda amplia con contenidos específicos: relaciones económicas en el marco del T-MEC, medidas medioambientales como energías limpias, derechos humanos, respeto a los derechos laborales, seguridad hemisférica, narcotráfico incluido, migración, combate a la pandemia por COVID-19, control fronterizo…

La representante de comercio de Estados Unidos, Catherine Tai, le ha planteado a nuestro país en la última semana una amenaza pública: si México no cumple con sus compromisos adquiridos a través de su adhesión voluntaria al T-MEC, Estados Unidos no titubeara en recurrir a todos los instrumentos legales a su disposición para obligar a la parte mexicana a cumplir.   

El espectáculo que ofrece México al mundo no es halagador. Con su mayoría obediente y silenciosa en el Congreso de la Unión, el gobierno mexicano ha acelerado el voto de una mayoría obsecuente a favor de leyes que no sólo son ilegales o que contravienen sus acuerdos nacionales e internacionales, sino también por la aprobación de leyes francamente violatorias de la Carta Magna mexicana. ¡El gobierno mexicano desprecia su propia constitución política, que es el pacto que mantiene la cohesión de la República!

Las alarmas están sonando en varias capitales del mundo por lo que ocurre en nuestro país. Pero en ningún lado suenan tan fuertemente como en Washington. De ahí la amenaza de la embajadora Tai.

Los funcionarios estadounidenses del gobierno de Biden son muy distintos a los de la administración de Trump. Ahora son mucho más profesionales y con una visión de largo plazo. Los funcionarios de Trump venían a México a hacer transas con un gobierno mexicano dispuesto a transar. Con Biden la discusión es de políticas públicas, y el gabinete mexicano, compuesto por personajes menores y algunos sumamente ignorantes que temen la ira de su jefe, es incapaz de enfrentar discusiones uno a uno con sus pares estadounidenses y tomar decisiones. 

En México el único que decide las políticas públicas, y que habla de ellas, es el presidente. En Estados Unidos el gobierno define sus políticas públicas y a cada secretario sabe qué parte le toca aplicar, negociar, instrumentar.

El conflicto bilateral en torno a las políticas públicas aplicables al narcotráfico es sumamente grave. Lo que dijo recientemente el ex embajador Landau es que AMLO básicamente ha decidido no enfrentar al narcotráfico y le permite operar libremente en el país. Prueba de ello son la cantidad de candidatos de Morena ligados directa o indirectamente al narcotráfico. Y la violencia contra candidatos que están disputándose exitosamente a los candidatos morenistas ligados al narco muestra la cara más grotesca de la política de “dejar hacer, dejar pasar” de este gobierno, con asesinados y amenazados creciendo todos los días. Cálculos hechos por empresas privadas y agencias de inteligencia extranjeras hablan de que hasta el 20% de los candidatos de Morena fueron colocados por el narcotráfico. ¿Acaso no debiera preocupar este hecho a los mexicanos, además de los gobiernos de otros país?

Todo esto ocurre en un momento cuando el diálogo entre ambos países existe, pero es pausado y frío. Se acabó el vía libre otorgado por Trump a la 4T, pero el estira y afloja de la nueva relación no ha concluido. Todo indica que la frialdad reinante, a partir de una desconfianza mutua, será factor determinante para orientar a los dos países en el futuro próximo. Lo que sí promete esta situación es que habrá más tormentas bilaterales antes de arribar a aguas tranquilas de una relación estable con parámetros reconocidos y aceptables para ambas partes.

@rpascoep

Otra colaboración del autor: “El Estado soy yo”.

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