Instrucciones si quieres ser la Amante

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A las amantes, tan castigadas por la sociedad, con amor.

Perfecto. Quieres la adrenalina de lo prohibido. Quieres los orgasmos y los sonrojos sin el compromiso. Quieres las mariposas en el clítoris y el estómago sin amenazas de marcas de territorio “accidentales”, cepillos de dientes extra en tu lavabo o calcetines debajo de la cama. Quieres ser la amante, la aventura, la otra, el segundo frente, la casa chica, la querida, el affaire, la amiguita. Quieres ser el secreto, la sonrisa traviesa, el pensamiento pecaminoso. He estado de los dos lados, el de la esposa y el de la amante y puedo decirte que ambos tienen su encanto y ambos tienen sus dificultades.

Ser la amante tiene sus beneficios, claro. Dependiendo de la profundidad de la relación eres el amor verdadero, el que elige día a día, y no te conviertes en la resignación por los hijos o la familia o la conveniencia económica o de estatus. Ser la amante te da la posibilidad de no perder nunca el deseo, ese pasón de oxitocina que hace sentir tanto placer y provoca esa deliciosa adicción erótica hacia el sujeto de las perversiones.

También ser la amante tiene sus dificultades. La terapeuta experta en relaciones de pareja Esther Perel en su libro The state of affairs: rethinking infidelity precisa: “A pesar de los beneficios, he visto una y otra vez el alto costo que estas relaciones encubiertas cobran a quien es el secreto. Sí, el amante obtiene la lujuria sin tener que lavar la ropa, pero vive sin legitimidad, una posición que inevitablemente erosiona la autoestima y la confianza”. 

No estarás presente el día de su cumpleaños, en festividades como Navidad y Año Nuevo, no podrás acompañarlo en el hospital si se enferma ni en los eventos trascendentes, como bodas, velorios, graduaciones ni entregas de premios. Y lo más doloroso: si su pareja llega a descubrir la infidelidad, seguramente serás calificada como “no es nadie”, “fue un error”, “no es alguien importante”, y te conviertas en la villana del cuento, aunque al principio tú ni siquiera supieras que tenía esposa y ya para cuando te enteraste estabas tan enamorada que decidiste permanecer a su lado.

Porque cuando se hace pública una infidelidad quien menos compasión y comprensión recibe, quien se convierte en el blanco de los dedos acusatorios y los insultos eres tú, es básico que seas la primera en cuidarte y aprendas a poner límites.

1. No compitas con la esposa. Seguramente muchos de los defectos que te cuenta de ella son menos graves de lo que él hace ver. Piensa que es una mujer como tú, que si sigue con él es porque quizás aún lo ama y el tiempo que él pasa pensando en ti y contigo es tiempo en que la descuida a ella. Y, sin embargo, ella sigue ahí. Si lleva años prometiendo que la va a dejar y no sucede, no le creas indefinidamente, establece una fecha límite para irte de la relación. Y cúmplela.

2. No compitas con sus otras amantes, si las tiene. No le mandes fotografías comprometedoras que puedan llegar a exhibirse y afectarte en una posible venganza, no le hables de tus beneficios respecto a otras, no te creas más importante que otras. Si tiene varias amantes, seguramente a todas les dice las mismas frases, les manda las mismas selfies, los mismos chistes, los mismos paisajes del amanecer. No engrandezcas el ego de un señor que se congracia en tener un harem. Tú eres única e irrepetible, no una flor que se vende por docena.

3. No inviertas en regalos caros y “especiales”. Lo más seguro es que con el tiempo ni se acuerde de dónde salió el objeto y tú haciendo sacrificios para demostrarle que es especial para ti. Si eres su única amante tampoco es una buena opción porque puedes meterlo en dificultades con su pareja y entorpecer tu relación con él.

4. Hazle el mínimo caso indispensable. Llega o recíbelo, ten sexo con él, goza del momento y adiós. Es alguien con quien compartes solo sexo, no expongas tu corazón.

5. Usa preservativos. Seguramente tiene relaciones sexuales con otras, o con su esposa, sin protección, así que es muy fácil que resultes contagiada de algo. O embarazada.

6. No lo busques si no te busca. No te conviertas en otro avatar en su colección de mensajes. Si no te busca es porque no está pensando en ti y solo te recuerda o le interesa verte cuando tú apareces.

7. No le reclames atención si tiene mucho tiempo sin buscarte. Al hacerlo le otorgas poder sobre ti, sobre tus emociones y sobre tu tiempo. 

8. No lo celes, y mucho menos lo celes con su esposa. Celar también es otorgarle tu poder, todo tu poder. Tú eres la soltera, tú eres la libre, tú eres quien pone las condiciones.

9. Habla con él de tus deseos, de tus sí y tus no contundentes, de lo que estás dispuesta a experimentar y lo que no. Hagan acuerdos de convivencia que te ayuden a sentirte más segura y acotar lo más posible la incertidumbre natural de una relación así.

10. Créele cuando te diga que no va a dejar a su esposa o pareja “oficial”. Vivir con la esperanza de que termine con ella limita tu libertad y tu posibilidad de, también, conocer a alguien más.

11. Sal con tus amigos, a citas con pretendientes. Si eres el secreto de alguien, que él también sea un secreto tuyo, no divulgues que tienes una relación con alguien que tiene pareja porque eso puede convertirse en un arma de doble filo. Los secretos a voces siempre llegan a los oídos equivocados.

12. Que te lleve a comer a lugares ricos, recibe regalos de cumpleaños, sonrisas, pura belleza. Sal de ahí si te maltrata, si no es amable contigo, si te hace sentir incómoda con comentarios desagradables. No hagas labores de esposa para demostrarle tu potencial de pareja estable. Recuerda siempre que tú eliges estar con él porque quieres y no porque es tan fantástico que es capaz de satisfacer a dos, o más, mujeres. Sé inteligente: tú eres el postre, tú eres el premio. 

Pagar el precio por ser la amante es lo máximo que es sano dar en una relación de este tipo. Invertir dinero, expectativas, el corazón y la vida en una pareja ajena es como pagar las mensualidades de un departamento donde no vas a vivir solo porque puedes dormir ahí algunas noches. 

Es tu vida y es tu decisión, cuídate de no terminar en déficit contigo misma, con una deuda impagable de autoestima y amor: nadie vale tu integridad emocional.

Más de la autora: Carta a mamá

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