Relájense un ch…ingo

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Puedes escuchar este texto narrado por L’amargeitor dándole click aquí:

Hace unos días me escribió una mamá diciendo lo siguiente:

– “Hola, fíjate que no sé qué hacer porque mi hija (adolescente) está por recibir un reconocimiento importante en su escuela y no quiere que le dé nada. Yo quiero darle algo porque me parece importante celebrarle su logro ¿qué se te ocurre que le pueda dar?”-

Mi respuesta fue…

– “Nada”.

¿Por qué creemos que tenemos que premiar a los hijos por todo?

¿Por qué celebramos cada cosa que les pasa cuando muchas de esas cosas, no solo son  lo esperado, sino su única responsabilidad desde su muy privilegiado lugar?

¿Por qué hemos caído en las garras de la real sociedad del mame en donde ya hay hasta regalos “estándar” (y esperados) que “tenemos” que dar? (el celular cuando acaban primaria, el coche cuando acaban secundaria, el relojazo cuando cumplen 15, el viaje todo pagado a Europa para empedar y hacer cualquier tipo de pendejadas porque acabaron prepa, la pulsera de la cajita verde porque cumplieron 18… etcétera, etcétera, etcéeeeeetera).

Hemos confundido el concepto de fortalecer su autoestima con engordarles el ego a lo pendejo y el resultado de eso son un chingo de personitas completamente confundidas, sin los pies en la Tierra y sin ningún tipo de respeto por el trabajo que cuesta ganar dinero y ni idea del concepto “ganar las cosas por tu propio mérito”.

#todomal

No hemos entendido nada y lejos de eso en la obsesión por “empoderar y reconocer” a nuestros hijos y sus grandes esfuerzos (ay paaaar favaaar ¿cuáles esfuerzos?) nos estamos encargando de, literalmente, echar a perder a nuestras criaturas.

Y es que reconocer y celebrar, dos cosas indispensables para construir la autoestima, no tienen nada que ver con comprar. No sirve para nada positivo (de la misma manera que “echarles flores” basadas en su apariencia, o llenas de mentiras piadosas y fantasías: eres un campeón; woooow es lo más increíiiibleeee que he vistoooo; eres el mejooooor; la  máaaaas guaaaapaaa; te veeees super bieeeen más flaca; qué cuerpazo y demases mamadas) y muy por el contrario, tendrá probablemente, efectos negativos.

Si lo que queremos son hijos seguros de ellos mismos, necesitamos urgentemente dejarles de comprar cosas y decirles idioteces

Entiendo que la intención es buena. Sin duda. Pero pensemos por favor tantito a largo plazo en los efectos de dichas decisiones y en el pozo sin fondo a donde todo ese dinero y adulaciones van a ir a caer y donde cómo no va a haber absolutamente nada que lo detenga, nada con qué anclarlo, nada de autoestima y solo ego…no va a haber manera de llenarlo jamás.

Paren por favor.

Sugiero que en lugar de eso aprendamos a dar cumplidos reales y en lugar de decir, por ejemplo: “es el dibujo máaaas increíble que he visto mi Pablito Picasso” digamos algo tipo “me gustan los colores que elegiste, brillantes, y con muchas combinaciones” o “veo que hoy sacaste tu ropa y te vestiste solo, bravo” (en lugar de elegirles diario la combinación de revista y seguirlos vistiendo a los 4 años o escogiéndoles la ropa a los 14) “qué interesante el proyecto que hiciste para la escuela, cuéntame más, me imagino que te costó trabajo” o “qué coraje que perdieron hoy, vi que hiciste un gran esfuerzo y wow el pase que le mandaste a Juan” (en lugar de “no te preocupes mhijito te llevo por un helado con todo tu equipo porque el otro equipo solo hizo cochinadas y el árbitro seguro estaba vendido) o “¡qué gran partido jugaron, felicidades, se notó cañón cuantas ganas le echaron, me imagino lo feliz que debes de sentirte por haber ganado!”

Y en cuanto a regalarles cosas, por cosas más trascendentes, pues miren… creo que reconocer es indispensable, pero reconocer sistemáticamente es, como ya dijimos, un problema de no tener llenadera esperando a suceder y eso se va a traducir en un vacío e insatisfacción emocional permanente que es, justo, lo que no queremos.

Cuando me recibí mi papá me regaló una de sus plumas. Era, como él decía “una buena pluma” para firmar los documentos importantes de mi vida. Él se acordó de llevarla a mi boda civil para que la usara. Me recordó que la llevara para firmar las escrituras de mi casa. Y recientemente la metí en mi bolsa para firmar el contrato con la Editorial que va a publicar mi primer libro. No es una Montblanc, creo que ni siquiera dice la marca… es simplemente una de las plumas de mi papá, algo que para él era muy importante (siempre traía una en la bolsa de su camisa) y siempre que tengo algo importante que firmar, saco mi “buena pluma” y firmo pensando en él y en que ahí está conmigo.

No se trata de marcas. Ni de dinero. Ni de hacerle a la mamada. No se trata ni siquiera de celebrar nada. Se trata de que ellos puedan sentirse orgullosos de sus logros en la medida y proporción necesarias y sentirse satisfechos con ellos mismos. Nada más. No de nuestras expectativas, no de lo que los demás dicen que uno tiene que celebrar y cómo celebrar. Se trata de darles una palmada que implique: te veo. No una cascada de cosas que digan todo lo que haces es fuera de serie, no hay nadie en el mundo mejor que tú, solo por existir eres extraordinario, ten todo lo que quieras mi amor somos tus esclavos. 🙄

No se me apendejen papás. 

No es para tanto. 

Sin duda nuestros hijos son lo mejor de nuestro mundo. Pero no son para nada los mejores del mundo (a menos que sean la mamá o papá de Messi)

 ¡Relájense un chingo!

No es necesario cacarear todos los huevos. Y nadie se va a morir sin que el mundo se entere qué hacen diario nuestros “campeones y princesas” (o nosotros mismos porque luego esto del ego fuera de control no respeta edades)

Si lo que ustedes quieren es que sus hijos triunfen, créanme cuando les digo que tienen infinitamente más posibilidades de triunfar a largo plazo, y de manera sostenible, en todas las áreas de la vida, si entienden el concepto y la enorme virtud que es la humildad.

Por eso, a esa mamá que me escribió le dije “¿Por qué a fuerzas quieres regalarle algo material a tu hija cuando ella te dice que no necesita nada? ¿por qué no mejor aplaudes sus pies en la Tierra? ¿por qué no mejor en lugar de comprarle algo ¡haces algo!? ¡Escríbele una carta diciendo lo que sientes (noooo, no decorarle su cuarto con seis millones de globos y chingaderas que solo contaminan 🙄)! O dile te invito a cenar a donde tú quieras (y qué mejor que quiera Mcdonald’s en lugar del restaurante de luces de bengala y lo de hacerle a la mamada) o hacerle su comida favorita, o brindar en la comida con agua de limón y unas palabras en la mesa, o imprimirle un diploma hecho por ti que diga que su familia está orgullosa de ella… Hay m.i.l.e.s de cosas que podemos hacer para reconocerlos que no cuestan UN peso y en cambio tienen un GRAAAN peso. Cosas de las que realmente se van a acordar y que además de significarles algo, van a ser un ladrillo en eso de la construcción de su autoestima.

Dejemos los regalos importantes para las cosas realmente importantes para que realmente sean importantes y entendamos de una pinche vez que los hijos lo que necesitan no son cosas. Es nuestra mirada. Nuestras palabras constructivas. Nuestra validación real. Y nuestro abrazo.

A veces un abrazo y un “bravo, qué orgullosos estamos de ti, aquí estamos, viéndote” es todo lo que necesitan… dejemos por favor de hacernos bolas y echarles a perder la vida. Ya tenemos suficientes narcisistas sueltos por ahí. No formemos ni uno más.

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