El poder de la politiquería electorera

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El secuestro y asesinato de ciudadanos estadounidenses en Matamoros, Tamaulipas, encendieron las alarmas. Aún sin claridad sobre el móvil de la agresión, los ultrajados fueron localizados; dos de ellos fueron repatriados al vecino del norte, uno herido, la otra ilesa. 

Los cuerpos de los dos asesinados fueron rápidamente enviados a territorio estadounidense.

Para colmo, y como una implacable muestra de la ingobernabilidad en parte de nuestro país, el Cártel del Golfo entregó al gobierno mexicano a los autores como ofrenda.

Este incidente, con potenciales repercusiones en las relaciones entre México y los Estados Unidos, generó opiniones y expresiones acaloradas, especialmente al norte de la frontera. La insistencia de un grupo de republicanos radicales de autorizar al ejecutivo estadounidense a utilizar las fuerzas armadas para combatir a los cárteles mexicanos (denominándolos o no como grupos terroristas) reposicionó el tema en la agenda y ha alimentado la diatriba partidista que intenta llevar agua a su molino a toda costa.

El presidente López Obrador pareció reconocer el alcance y límite de la perorata de estos republicanos cuando la calificó de perorata electorera pero inmediatamente se equivocó al sugerir que se podría iniciar una campaña para convencer a connacionales que viven en los Estado Unidos a no votar por republicanos.  ¿Acaso el presidente no entiende lo delicado que es el tema de “intervención en las elecciones” desde el año 2016 para los estadounidenses?

En vez de dejar al tema morir de inanición el presidente y el canciller de México, Marcelo Ebrard, se han dedicado a alimentarle. Todo hubiera podido terminar en el reforzamiento de la cooperación y la coordinación binacional en la lucha contra el fentanilo, pero no. Ebrard se reunió con cónsules en los Estados Unidos y, enrollándose en la bandera pero sin tirarse al precipicio, declara que no permitirá que “quieran atropellar” a México como si las propuestas sueltas e imprudentes de los republicanos radicales fueran hoy una riesgo inminente para México.

¿Por qué el señor Ebrard insistiría tanto en un tema que es más fácil tratar a través de los canales oficiales de la embajada en D.C.? Me parece que la respuesta acaba siendo obvia, como dijo López Obrador, es un asunto de politiquería electoral. Marcelo Ebrard ha estado casi permanentemente en los medios durante los últimos cinco días. Siendo así, nos encontramos atrapados en el fuego cruzado de politiquería electoral.

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