Ucrania y el ajedrez internacional

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La movilización de tropas rusas en su frontera con Ucrania ha generado una importante reacción política y mediática. Se acumulan los días y los medios insisten en recordarnos que el régimen de Vladimir Putin es uno que se alimenta del autoritarismo que propaga en su vecindad y que promueve y apoya en otras regiones del mundo.

El asedio ruso a Ucrania no es, en este sentido, sino una expresión más del asedio global que sufre la democracia en el mundo.

Sin embargo, la movilización rusa debe ser interpretada dentro de un amplio marco diplomático y geoestratégico. Por décadas, el gobierno de Putin ha expresado el profundo malestar que le genera el que la Unión Europea y, en especial, la Organización del Atlántico Norte (OTAN) hayan extendido su cobertura hacia el este europeo. 

Desde 2005, y en especial durante toda la presidencia de Viktor Yushchenko, el gobierno ucraniano ha insistido no sólo en tratar de obtener membresía de pleno derecho en la OTAN sino en ser reconocido como parte del mundo occidental.

Con elocuencia, pero con un tono algo desesperado, Dmytro Kuleba –ministro de Política Exterior de Ucrania– publicó en agosto pasado un texto titulado “Ukraine is part of the West. NATO and the EU should treat it that way”. 

En él refuta como imperialista la idea de Vladimir Putin de que Rusia y Ucrania son “una sola nación” y argumenta que Ucrania debe ser reconocida por los Estados Unidos y Europa como parte del mundo occidental (si saben bien lo que les conviene).

Ante la movilización de tropas rusas, la reacción del gobierno estadounidense, de la OTAN y de gobiernos europeos individuales no ha sido la de reconocer la “occidentalidad” de Ucrania. La amenaza rusa ha dejado en evidencia que, aunque relevante geoestratégicamente, Ucrania no es lo suficiente clave como para derramar sangre en defensa de su soberanía. Por ello, ante la supuesta posible invasión rusa a Ucrania, Europa y Estados Unidos sólo han ofrecido contestar con sanciones económicas.

Lo más importante aquí es entender que la amenaza rusa en la frontera de Ucrania es un movimiento de ajedrez. El objetivo es múltiple: seguir mostrando apoyo a las auto declaradas repúblicas de Donetsk y Luhansk, en la región ucraniana de Donbas, que están bajo control de rebeldes rusos; evidenciar ante los ucranianos que el occidente no va a meter las manos al fuego por ellos y finalmente pero probablemente más importante, forzar al gobierno estadounidense a sentarse a negociar la lista de demandas presentada por Rusia y que incluyen plegar la OTAN del este europeo, vedar la inclusión de Ucrania a la organización y renegociar límites a armamento nuclear y ejercicios militares.

Para el gobierno de Joe Biden todo el escenario es adverso. La única manera de romper el impasse, sin sacrificar Ucrania permanentemente, es la de negociar con Putin. Esto es parte de los costos de una expansión innecesaria de la OTAN. 

Veremos quien realiza el siguiente movimiento.

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