La semana empezó normal, el presidente hacía su teatro y yo me burlaba.
Y es que francamente todo es un circo.
Un circo en el que ni una silla pueden encontrar.
Pero poco a poco, los payasos del circo empezaron a enfocarse en su servidor.
De todos lados salían.
Estaban más agresivos que de costumbre.
¿La razón? En la mañanera se les ocurrió decir mentiras acerca de mi cuenta.
Mi cuenta, así, con todas sus letras.
Lo que, en un principio, tomé con humor.
Pero luego, con un poco de preocupación.
En fin, la vida sigue igual. No hay oposición.
El gobierno sigue mintiendo.
Sigue habiendo violencia de estado.
Pero por lo menos todavía hay gente que echa porras.