2022, la anormal normalidad

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Hacer un balance de lo ocurrido durante el año en estas fechas es inevitable y probablemente sea una práctica saludable para tratar de extraer alguna lección de lo ocurrido.

2022 fue un año peculiar en el sentido de que vino después de dos años de confinamiento y en los cuales la agenda noticiosa estuvo prácticamente dominada por dos temas: la pandemia y sus efectos en la economía mundial.

Después de ese paréntesis forzado, 2022 se dejó venir, como era lógico, con una enorme intensidad. Por un lado, las personas empezamos a salir de nuestras casas gracias a la confianza que otorgan las vacunas, pero también por el hartazgo del encierro. Las empresas que se habían hecho a la idea del trabajo remoto empezaron a reconsiderar sus posturas y un número cada vez mayor comenzó a exigirle a sus colaboradores que regresaran a las oficinas al menos en un esquema híbrido.

Por otra parte, en lo financiero, muchas economías empezaron a recuperarse a pesar de la inflación rampante y otras más se han quedado estancadas como es el caso de México.

Probablemente la peor noticia de 2022 ha sido la invasión rusa en Ucrania que, nos recuerda que una pandemia global no es la única amenaza a la que estamos expuestos.

En el ámbito ambiental las cosas empeoraron en este año que cierra. Por un lado, los desastres naturales causados por fenómenos climáticos han seguido cobrando vidas como las históricas inundaciones ocurridas en Pakistán o los incendios y olas de calor que azotaron a buena parte de Europa y los Estados Unidos. Y por otro lado, en la Conferencia sobre el Clima realizada en noviembre si bien se creó un fondo para apoyar a los países pobres en la lucha contra el cambio climático, no se llegó a acuerdos más ambiciosos para reducir la producción de gases de efecto invernadero lo que significa que muy probablemente no vamos a alcanzar la meta consistente en reducir la temperatura de la tierra en 1.5 grados en los próximos 5 años.

En el ámbito social, quizá el acontecimiento más importante e inesperado son las protestas en Irán provocadas por la muerte de una joven de 22 años en manos de la policía de la moral como le llaman en aquel país. Después de más de 40 años de una férrea dictadura religiosa todo parece indicar que el pueblo iraní ya no está dispuesto a seguir tolerando imposiciones y que se vienen cambios profundos aunque lamentablemente el costo será muy alto para la población.

En lo político, sobresalieron los procesos electorales en Brasil, en los Estados Unidos de América y en China.

En el primer país estuvo muy reñida la competencia entre el presidente Bolsonaro y el ex presidente Lula quien, como quedó demostrado, todavía goza de una amplia base popular a pesar de los señalamientos de corrupción que se le han hecho. Sin embargo, la derrota de Bolsonaro representa un alivio desde el punto de vista ambiental ya que sus posturas estaban poniendo en riesgo a uno de los principales pulmones del planeta que es el Amazonas.

En Estados Unidos, los demócratas lograron mejores resultados de los que se esperaban y esto también representa una esperanza para el resto del mundo en el sentido de que la posibilidad de que Trump regrese al poder se vuelve menos probable. 

Con respecto a China, el actual presidente fue electo para continuar en el cargo por un tercer periodo lo que sin duda pondrá a prueba la resiliencia del régimen comunista que está siendo cada vez más cuestionado por sus ciudadanos.

Por otra parte, el fallecimiento de la Reina Isabel de Inglaterra marca un parteaguas importante ya que ha servido como catalizador para la discusión sobre la pertinencia de las monarquías en las sociedades contemporáneas.

2022 fue un año turbulento, como suelen ser la mayoría de los años y quizá la única lección que podemos extraer es que lo inimaginable también puede ocurrir.

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