Construir un nuevo pacto social

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“Dos de las tendencias más dañinas para la democracia en el Siglo XXI son el autoritarismo y la polarización” esta afirmación es de Julio Madrazo quien acaba de publicar el libro Un país posible en el que hace un diagnóstico de cuáles son las causas de los conflictos que enfrentamos en México, pero lo más importante: ofrece alternativas para mejorar.

Señalar errores y encontrar culpables es relativamente fácil, de hecho, es la tarea a la que están enfocados los partidos políticos prácticamente de tiempo completo, incluso el presidente de la República también dedica a esa actividad una parte importante de su tiempo, lo realmente difícil es proponer alternativas y, sobre todo, alternativas de fondo.

En su libro, Madrazo señala que el sistema electoral tiene un incentivo perverso que consiste en competir por el poder y para ello, la estrategia más eficaz es señalar los errores del otro hasta destruirlo como alternativa para el electorado, lo que da como resultado que los ciudadanos no tengan más remedio que inclinarse por el menos malo. 

El sistema político y económico de nuestro país está cooptado por una élite que tiene un pacto consistente en asegurar no solamente impunidad sino en mantener las cosas exactamente igual para seguirse beneficiando de ese Statu Quo. Cuando el autor habla de las élites no lo dice en abstracto, se refiere principalmente a los políticos y a la mayoría de los empresarios que no tienen ningún incentivo para permitir que otros jugadores entren en el terreno de la toma de decisiones.

Para construir un país mejor, Julio Madrazo propone institucionalizar una democracia participativa, en donde los ciudadanos tengan un rol mucho más relevante que el ritual del voto.  

Seguramente muchos dirán que esta figura ya está prevista en la ley, que incluso, en el Congreso se han estado realizando ejercicios de parlamento abierto en donde los ciudadanos pueden expresar sus opiniones respecto a algunas iniciativas de ley.

Sin embargo, la realidad es que, hasta ahora, ese ejercicio es más una formalidad que no provoca cambios de fondo y que le sirve al sistema de partidos para decir que escuchan a la ciudadanía cuando en realidad, las propuestas de los ciudadanos no son tomadas verdaderamente en cuenta, es decir, se trata de una simulación.

En este sentido, la propuesta de Madrazo es muy interesante porque realmente explica cómo podría implementarse un verdadero sistema de democracia deliberativa en donde los ciudadanos sí jueguen un rol central y se conviertan en un cuarto poder institucional. 

Algo en lo que prácticamente todos los mexicanos estamos de acuerdo es en que el INE es una institución que ha sido clave en la transición democrática en nuestro país y que se ha ganado un merecido prestigio gracias al profesionalismo con el que organiza los procesos electorales, pero no solo eso, sino principalmente, porque son precisamente los ciudadanos comunes los que organizamos las jornadas electorales, las supervisamos y nos aseguramos de que cada voto sea contado.

Madrazo propone entonces, aprovechar la enorme experiencia logística, el prestigio y la capacidad del INE para crear e institucionalizar un nuevo espacio de deliberación democrática en el que sean los ciudadanos que no tienen nada que ver con la política, ni con los intereses empresariales los que participen en él.

Lo más valioso de la propuesta de Madrazo, desde mi punto de vista es que explica cómo hacerlo, algo que generalmente no ocurre con las propuestas que se hacen desde distintos ámbitos.  

Julio Madrazo propone organizar a un grupo de ciudadanos elegidos de manera aleatoria y que representen a cada una de las entidades del país para participar en un ejercicio de construcción de escenarios y de propuestas. Así como se elige por sorteo a los funcionarios de casilla, en este caso, se elegiría a tres o cuatro ciudadanos por entidad federativa para que formen parte de este grupo de deliberación, además de ello, el INE invitaría a expertos nacionales e internacionales en temas relativos a economía, derechos sociales, medio ambiente, equidad de género, etc. Para aportar sus conocimientos al grupo y funcionarios del INE debidamente entrenados serían los encargados de facilitar el proceso de deliberación.

La intención sería llegar a un Índice de Bienestar para México, que no es otra cosa que una serie de variables e indicadores en materia de: educación, salud, seguridad pública, energías limpias, vivienda, equidad de género, etc.    Esto se lograría a través de una metodología de talleres de construcción de acuerdos, misma que ya existe y ha demostrado funcionar en países como Nueva Zelanda, Francia e Islandia.

El Índice de Bienestar, sería entonces un documento producto de la discusión y consenso de todos los ciudadanos representados en este grupo y se entregaría a futuros candidatos de los partidos políticos a la presidencia para que, en caso de ganar las elecciones, se comprometan a adoptar ese índice como mapa de ruta para el plan nacional de desarrollo.    

Muchas propuestas de participación ciudadanas suenan utópicas, lo que me gusta de ésta es que es pragmática, existen las leyes, los reglamentos y la estructura para organizar un proceso de esta naturaleza y cambiaría de fondo la forma en la que los ciudadanos nos involucramos en la toma de decisiones provocando un inevitable balance de poderes.  

Claro, sabemos quiénes se van a oponer a ello, precisamente, en su oposición se exhibirán como quienes quieren obstaculizar el avance de México.

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