El legado de López-Gatell

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Con mariachis, abrazos, felicitaciones y alegría. Así concluyó la última conferencia de prensa de las 7 de la tarde de Hugo López-Gatell, hace una semana. Fue un momento que parecía de celebración, como si estuvieran diciendo “misión cumplida”.

¿Pero qué tan cumplida está la misión? Porque unos 500 mil muertos después y viendo los resultados de la estrategia contra la pandemia y sus fracasos, podemos tener serias dudas sobre si hay algo que celebrar. Y no solo eso: lo que nos muestra la información disponible, es que aún estamos lejos de salir de este largo túnel.

No deja de ser irónica la celebración del subsecretario de Salud, porque en un comienzo era visto como un regalo a la ciudadanía. Cada tarde la gente encendía sus televisores para ver la telenovela, celebrando la claridad, experiencia y capacidad del funcionario. De ser completamente anónimo, se convirtió en un nombre cotidiano, presente en las conversaciones. Incluso, se le llegó a manejar como una potencial carta presidencial, ante su gran carisma y reconocimiento.

La ironía es que al final, cuándo él celebra, México está de luto. Esto, porque muy pronto al científico le ganó la política. Obsesionado con complacer al presidente, se plegó a la estrategia que caracteriza a este gobierno: cero autocrítica, confía en nosotros, los críticos son parte de una conspiración global y los medios de comunicación tienen una agenda malvada.

Una tras otra, las predicciones de López-Gatell colapsaron. Están los varios pronósticos de “aplanar la curva”, los niveles de contagios, los números de fallecimientos, la capacidad hospitalaria, la importancia de usar cubrebocas. 

Siempre buscando ser la persona más inteligente de la sala, el subsecretario recurrió a rebuscadas explicaciones para contradecirse a sí mismo, maltratar a quienes lo cuestionaban y hacer alabanzas al presidente.

Mientras se glorificaba, los muertos se acumulaban. Su escenario catastrófico de 60 mil muertos fue superado hace muchos meses. Su supuesta transparencia de datos fue cuestionada una y otra vez, cuando conteos de la misma Secretaría de Salud reconocían que estábamos por arriba de los 500 mil fallecimientos y él se negaba a cambiar su cifra, de por sí dramática, de unos 230 mil.

Su prepotencia se volvió incuestionable cuando nos exigía que nos quedáramos en casa y lo veíamos pasear en restaurantes o playas con su novia. En el colmo de la soberbia, estuvo paseando con COVID-19, siendo contagioso, sin cubrebocas en La Condesa. Este fue quizá uno de los momentos más emblemáticos de lo que pareciera que López-Gatell piensa que es: simplemente superior a los demás.

Y si bien toda la sociedad terminó pagando por la falta de planeación y capacidad de rectificar del subsecretario, se ensañó en particular con las mujeres. Como bien documentó el medio Corriente Alterna, sus micromachismos – y no tan micros – se volvieron cada vez más explícitos.

Los ejemplos sobran, pero hay un par que vale la pena recordar. Cuando una reportera le preguntó sobre el rezago en vacunación a personas postradas que no podían ir a vacunarse, López-Gatell la atacó a ella y a su medio por dar información falsa, descalificándola. Solo un par de días después la Secretaría de Salud admitió que tenía razón la periodista. 

En otra ocasión, más reciente, tuvo un duro intercambio con la periodista Peniley Ramírez sobre la vacuna CanSino. La periodista puso en duda el proceso de aprobación de esta vacuna, lo cual quizá no era preciso pero la pregunta era válida. La respuesta hostil y violenta de López-Gatell dejó claro esto: a los hombres, el subsecretario no les habla igual.

Así, nos dio ejemplos de mansplaining, gaslighting, desprecio y violencia verbal contra las mujeres que serían inaceptables en los tiempos en los que la izquierda alzaba la voz a favor de las mujeres. Ahora, para fortuna del subsecretario, tras más de un año de mentiras y maltrato, le llevan mariachis.

Hoy, México se empieza a portar como si la pandemia hubiera terminado. Semáforo verde en gran parte del país, una campaña de vacunación que avanza, una sociedad que ya se ha relajado y se siente inmune.

Pero ojo. Tenemos una tasa de mortalidad de casi mil ochocientas víctimas por millón de personas, muy por arriba de otros países. Las conferencias terminaron, pero los casos positivos han vuelto a aumentar. Las escuelas abrieron, pero casi de inmediato empezaron a cerrar por contagios. Las personas más jóvenes han empezado a enfermar gravemente debido a las nuevas cepas del coronavirus.

Hizo bien en suspender sus conferencias: ya nadie las atendía ni aportaban a la sociedad. Pero hizo muy mal su trabajo. Y jamás lo reconocerá, aunque al final la historia sí tendrá un veredicto.

Y ese es que Hugo López-Gatell fracasó.

Otro texto del autor: El caso Notimex: corrupción, amiguismo y abuso

@PascoeAndres


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