Oposición sin rumbo

Compartir:

- Advertisement -

Las votaciones siempre dejan lecciones. Aprender de ellas es la única forma de avanzar políticamente. El último proceso electoral nos debió dejar grandes enseñanzas, pero por lo que estamos viendo, nadie aprendió nada.

Primero, por supuesto, están los perdedores. Los partidos no saben manejar un discurso autocrítico, que les vendría muy bien, sino que tratan de vender sus catástrofes como triunfos. 

Esto no significa que al interior no hagan análisis más realistas, pero la imagen que presentan da la impresión de que hay que decir “gané” por más duro que sea el golpe. Y esto es un problema para toda nuestra democracia.

Sería muy refrescante ver a los líderes de PRI, PAN o PRD hacer un balance serio de por qué no están logrando reposicionarse y construir alternativas de discurso, de proyectos y liderazgos. También, saber cómo piensan hacer algo al respecto.

Pero los hechos son claros: Morena, con sus alianzas, pasó de no tener gubernaturas en 2018 a controlar 22 estados ahora. El PRI, de 18 pasó a solo 3. Si eso no es un llamado a hacer una reflexión, no sé qué lo sea.

El PAN tampoco está mucho mejor y el PRD está a punto de desaparecer. Pero en lugar de darse cuenta de por qué la gente les perdió la confianza y lo que están haciendo electoralmente mal, celebran.

Un punto importante es que el PRI construyó una cultura política de oportunismo, deslealtad y de “sálvese quién pueda”. No deja de ser notable que de las cuatro candidaturas de Morena, tres eran fieles miembros del priismo hasta hace pocos años. Dos ganaron.

Sus gobernadores, para recibir un nuevo puesto o cuidar su futuro legal, operaron sus redes clientelares a favor de Morena. Porque como priistas, saben que siempre conviene más estar del lado del poderoso que del perdedor. Sobre todo, cuando el poderoso ha demostrado que siempre está dispuesto a usar el poder judicial para premiar o castigar.

Así, Morena ha sido hábil en cooptar sus cuadros y estructuras para obtener más poder, volviéndose un partido cada vez más fuerte. 

El problema no es eso en sí, ya que ese debe ser su objetivo natural. El problema es que lo han hecho convirtiéndose cada vez más en justo eso que prometían cambiar. “No somos iguales”, nos dicen casi cada mañana. “Las cosas ya cambiaron”, prometen.

Pero lo que vemos, y sabemos, es que no es así. Son las mismas personas, con las mismas mañas, siguiendo el mismo objetivo. No está habiendo un recambio generacional ni de cultura política.

Y el riesgo es este: hoy, cualquier joven que quiera cambiar a México, que quiera hacer política, se topará con estas opciones: o sumarse a los métodos de Morena, o estar en una oposición moribunda.

Por eso es que la gente no salió a votar en la mayor parte de los estados. ¿Para qué? Ya saben quién va a ganar y la alternativa no les convence, no les dice nada que puedan creer.

No hay mayor innovación ni liderazgos convincentes. No hay ciudadanía representada en las decisiones o en las intenciones. 

Es hora de la reflexión. De cambiar los métodos y de abrirse de forma real a la gente. De no hacerlo, nos quedaremos sin opciones. Eso nunca es bueno para la democracia.

México necesita aprender a ser eso: un país plural y democrático.

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.