Privilegio heterosexual

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Ser quien eres desde la infancia es un privilegio de las personas heterosexuales, pero lo damos por sentado y ni siquiera lo vemos como un privilegio.  

Muchas veces hemos visto a personas decirle a niños la cantidad de novias que van a tener cuando crezcan o decirle a las niñas que cuando sean grandes se busquen un buen marido. ¿Pero por qué no pensar que a ese niño o niña le podría gustar alguien de su mismo sexo?  

Deberíamos normalizar preguntar si gustan de los chicos o las chicas o de ambos o de nadie. O dejar de preguntar y meternos en nuestros propios asuntos. Pero en la realidad, en muchas familias es un tema tabú que ni siquiera se plantea como posibilidad, y esto manda el mensaje de que si no encajas en los roles y estereotipos establecidos, algo está mal contigo.

El Día Internacional Contra la Homofobia y la Transfobia se celebró hace unos días. Cada 17 de mayo, este día sirve para concienciar sobre la discriminación y la violencia que sufren las personas de las disidencias sexuales y de género. 

México es el segundo país con más asesinatos de personas trans en el mundo después de Brasil y la mayoría de los estados aun no tipifican como crímenes de odio las agresiones y asesinatos contra la población de la diversidad sexual.

El término disidencia sexual se usa para nombrar las identidades que cuestionan la  heterosexualidad como norma social hegemónica. Es decir, como la única permitida, como “lo normal”. 

La disidencia sexual es también una propuesta política que cuestiona las visiones hegemónicas y ofrece una alternativa para resignificar las relaciones, que busca validar todas las maneras en las que las personas se relacionan erótica, afectivamente así como expresarse en y desde su cuerpo.

A pesar de los avances en la teoría y en la legislación, en lo cotidiano muchas personas siguen enfrentando hostigamiento, abuso y violencia por su orientación sexual o simplemente por ser quienes son. 

La violencia por homofobia y transfobia puede ser extrema, y terminar en crímenes de odio y asesinatos.

Informar a los demás sobre tu orientación sexual podría parecer que está de más. ¿Qué necesidad hay de autoimponerse una etiqueta de lesbiana, bisexual o hetero?

Sin embargo, “salir del clóset” en ocasiones ha sido una de las únicas formas en que las personas de las disidencias sexuales pueden mejorar su situación. Al hablar abiertamente sobre su orientación sexual o identidad de género, las personas luchan contra la invisibilidad y la marginación. Pero a veces esta salida las pone en peligro sobre todo en entornos con bastantes prejuicios, en los países que aún no hay legislación suficiente para garantizar los  derechos humanos.

Entonces, ¿sigue siendo necesario salir del clóset? En muchas partes del mundo, la respuesta es sí. Primero porque aunque intrínsecamente nuestra sexualidad es un asunto personal, también es una forma de expresarnos y de darnos a conocer al mundo. Y además porque aunque ha habido avances importantes en la lucha por los derechos, todavía hay entornos en los que el acoso, la violencia y la discriminación son comunes. Y porque la visibilización importa. 

La discriminación y el acoso hacia las personas de las diversidades son el resultado de prejuicios profundamente arraigados en la sociedad. Por ello, la lucha contra la homofobia y la transfobia requiere un trabajo constante para educar a la población desde las infancias y eliminar esos prejuicios para dejar que cada persona sea quien quiera ser y que ame a quien quiera amar. Lo que en realidad hay que sacar del clóset son los feminismos que luchan contra la homofobia, los racismos, la transfobia y cualquier otra discriminación.

Los feminismos que luchan por la igualdad.

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