Viernes negro

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El espectáculo que nos dieron los senadores oficialistas al cierre del periodo de sesiones del Congreso ya tiene un nombre: “Viernes negro”

—En una maratónica sesión, con la oposición ausente, en una sede alterna, se aprobaron unas 20 leyes, muchas de ellas controversiales. Desaparecer Conacyt, darle más poder a las fuerzas armadas, desaparecer el fracasado Insabi, entre otras tantas. No leyeron las leyes, no las discutieron, lo más probable es que la mayoría ni las entendía.

Pero obedecieron al presidente. 

Es imposible ver lo que está pasando sin recordar “Rebelión en la Granja”, de George Orwell. En esa novela se hace una sátira de la Revolución Rusa y su descenso al autoritarismo

Orwell nos cuenta la historia de un grupo de animales oprimidos que deciden rebelarse y tomar control de su granja, expulsando a los humanos. Digamos, la oligarquía. Deciden construir un lugar de justicia, en el que todos los animales sean iguales, y que los bienes se repartan de forma equitativa.

Pero terminan construyendo una sociedad opresiva en la que el gran líder, un cerdo llamado Napoleón, junto con su camarilla de aduladores, reprime al resto. Los humilla y utiliza, mientras se llena de beneficios. Todos le tienen que obedecer.

Es interesante porque lo que muestra se parece mucho a la llamada Cuarta Transformación. —Una gran rebelión ciudadana contra un grupo de gobernantes y líderes corruptos que trae consigo la esperanza de un país más justo, sin amiguismos y democrático.

Pero muy rápido las cosas cambian. El líder necesita demostrar sistemáticamente que tiene todo el poder. Aprovecha su mayoría para imponerse, y los aduladores obedecen con tal de seguir recibiendo beneficios.

La sociedad no se transforma, fuera de volverse más polarizada. Siempre nos recuerda que el país está lleno de traidores, enemigos del pueblo, vendidos a la oligarquía, conservadores. 

Nos dicen que las cosas han cambiado, que no son iguales. 

Y sin embargo, están repitiendo con maestría los tiempos del viejo priismo. No hay más poder que el del presidente. No hay debates ni diálogo con la oposición. Nadie que esté en desacuerdo lo hace honestamente, sino por intereses oscuros.

En la novela, pasan los años. Los animales se olvidan de las viejas causas, no recuerdan la revolución ni sus ideales. Solo saben quién manda y quién obedece. 

—Desde la transición democrática en el año 2000, hay toda una nueva generación de votantes que no recuerda o no conoce cómo eran los tiempos del priismo absoluto. Se han olvidado de la gesta de muchos demócratas para romper con el sistema y construir uno nuevo. Fue una lucha que logró muchos objetivos, aunque siempre se haya quedado corta de su promesa. Pero México sí cambió. Ahora, como lo hemos olvidado, no nos parece importar mucho que esos tiempos estén regresando.

Al final, Orwell nos cuenta que los animales oprimidos espían una cena entre los humanos -los viejos oligarcas- y los cerdos. Es un verdadero banquete. Los cerdos ya usan ropa, comen en la mesa, se ríen con sus viejos enemigos. Mientras, los animales pasan frío. 

Se dan cuenta de que ha pasado algo terrible: ya no pueden distinguir a los cerdos de los humanos. 

Son exactamente iguales.

Y eso es justo que pasó el viernes negro. Pudimos ver al oficialismo darse un festín en el Congreso, mostrándonos que, en efecto, ya son iguales.

Más del autor: El vacío

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