Estamos en la era de la información. En la última década hemos generado y compartido más información que en toda la historia previa de la humanidad. Gracias a la masificación de internet y las redes sociales, tenemos acceso a más noticias, datos y conocimiento que nunca antes. Pero, ¿realmente tenemos libertad en este mar de información?
Tener información disponible no quiere decir, necesariamente, que las personas estén bien informadas. Aunque alrededor de la mitad de la población mundial (unos 4,800 millones de personas) gozan de una conexión a internet, la gran mayoría sigue sin tener acceso a un verdadero derecho a la información, si lo entendemos como el acceso a medios diversos, conocimiento que mejore nuestra calidad de vida y participación en la divulgación.
El derecho a la información no es, bajo ninguna circunstancia, garantizar el derecho a conectarse a la red. Garantizar el derecho a la información tiene mucho más que ver con la obligación de gobiernos y empresas como Facebook o Twitter, de proveer al público, de manera eficiente, verídica y oportuna, información sobre los temas que afectan a las comunidades y a los individuos.
Sin embargo, aprovechando el océano de datos que nos invade cada día, los gobiernos, parecen aprovechar la oportunidad para distraernos de lo relevante, y nos encierran en burbujas de lo que consideran que debemos saber.
Las redes nos encapsulan con comerciales dirigidos y noticias falsas, además de que nos empujan a solo acceder a lo que ellas consideran que debemos ver. Así, la sociedad no se cuestiona ni aprende más, solo reafirma sus convicciones o creencias. Es una forma de manipulación social.
Un buen ejemplo de este control informativo nos lo da el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, que ha decidido reservar por cinco años toda la información sobre la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, alegando seguridad nacional, sin importar si el proyecto afecta o no a la población. Pero no es el único caso, basta recordar el intento que hicieron en tiempos de Peña Nieto, para que el IFE controlara los contenidos que aparecían en debates de televisión y radio.
Y en la locura diaria de información que se produce y consume en redes sociales y páginas web, a nadie parece importarle un comino este tipo de problemas.
Es por eso que en Cuestione buscaremos explicar, en los próximos días, la importancia que tiene el acceso a la información y los mecanismos que utilizan las autoridades para tratar de mantener en la penumbra la realidad de las decisiones que toman. Ya sea en forma de “fake news”, reservas a la información, mentiras en las mañaneras o filtraciones contra cualquier opositor al gobierno. La realidad es que nos están ocultando cosas y nosotros tenemos que luchar porque las transparenten.
