La megafarmacia de AMLO, ¿solución o propaganda electoral?

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El desabasto de medicamentos ha sido uno de los temas que más preocupan a las familias mexicanas, que terminan haciendo fuertes gastos para conseguir medicinas, a pesar de que es una obligación del Estado proveer las suficientes para que no le falten a nadie. 

Para corregir esta situación, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha hecho varios ajustes muy al estilo de la 4T: gran ocurrencia, cero planificación. La última solución que se propuso fue construir una megafarmacia que se inauguró el 29 de diciembre de 2023 donde, según promete el presidente, se va a almacenar y distribuir toda clase de medicamentos con el objetivo de que no falten en ninguna clínica, hospital o centro de salud público y que, incluso, puede enviar el medicamento faltante al domicilio de quien lo solicite.

El ambicioso proyecto del gobierno federal arrancó como todos los proyectos insignia del presidente: inoperante y medio vacía.

La megafarmacia se instaló sobre un predio de 45 hectáreas. Tiene dos naves industriales de 94,546 metros cuadrados, un almacén de 5,200 metros cuadrados con capacidad para guardar 286 millones de piezas y 1,806 claves. También cuenta con 10 posiciones de embarque y desembarque, un centro de mando y con un call center para que la ciudadanía pueda reportar la falta de medicamentos.

El titular de la Secretaría de Salud, Jorge Alcocer, informó que para el periodo 2023-2024 se adquirieron 4,187 millones de piezas, con una inversión de $219 mil millones de pesos incluyendo materiales de curación, y será Birmex, la paraestatal de fabricación de biológicos, la encargada de su operación.

Con este megaproyecto, el gobierno federal promete que habrá disponibilidad de todos los medicamentos para todas las enfermedades las 24 horas del día, todos los días del año. Suena fantástico.

El problema es que la realidad está lejos de ser así de perfecta. ¿El presidente estará consciente de lo gigantesco que es México? Parece que no, porque asegura que cualquier persona que solicite un medicamento lo recibirá en un lapso de 24 a 48 horas sin importar qué tan remoto o inaccesible sea el lugar donde radica.

Los centros de distribución más grandes y efectivos, como sería el de Amazon o Walgreens, claro que facilitan la entrega de productos a la ciudadanía, pero incluso ellos tienen limitaciones geográficas a pesar de contar con una sólida y amplia red para lograrlo.

Además, la megafarmacia se ubica en Huehuetoca, Estado de México, un estado donde ocurrieron 3,980 asaltos con violencia a transportistas en 2022, de acuerdo con el informe especial Atlas Nacional de Riesgos Carreteros 2023.

A eso se suma que los cambios en las compras de medicamentos en este sexenio han desarticulado el sistema de abastecimiento que, si bien no era perfecto, funcionaba. Primero le quitaron la tarea de la compra a la Comisión Coordinadora para la Negociación de Precios, se la dieron a la Secretaría de Hacienda, después al Insabi con asesoría de la UNOPS hasta 2022, cuando terminó el contrato con este organismo de la ONU.

Se quedó el Insabi con la tarea para el 2023. Al desaparecer el Insabi en 2023, la compra de medicamentos pasó a una oficina de la Secretaría de Salud y ahora será la megafarmacia, con apoyo de la UNOPS, la encargada de abastecer a más de 20 mil unidades médicas del ISSSTE, el IMSS y el IMSS-Bienestar. ¿Qué demuestra esto? Improvisación, falta de estrategia y de planificación.

No es real que de la noche a la mañana el abasto de medicamentos será solucionado por la megafarmacia, porque no se trata de tener muchas medicinas en un solo lugar, se trata de que estén vigentes, disponibles, bien almacenadas y se puedan distribuir a sus destinatarios finales.

Pero hacernos creer eso funciona perfectamente para la actividad favorita de López Obrador: la propaganda electoral.

Por supuesto que en la inauguración de la megafarmacia aparecieron seguidores del presidente vitoreando las ya conocidas y añejas consignas mientras éste, como protagonista del día, saludaba, sonreía y se tomaba fotos con sus “fans”. Y por supuesto que también aprovechó para hacerle guiños a su precandidata a la Presidencia, Claudia Sheinbaum, o para irse en contra del “bloque conservador” y resaltar de nuevo que todo lo que hace es para combatir la corrupción y el malgasto del dinero del pueblo bueno y sabio.

Fue una pasarela de lo mismo que vemos en las mañaneras y en sus mensajes que siempre pretenden, si no manipular, persuadir a las y los votantes para que le permitan la continuación de lo que llama proyecto de transformación. Lo que conocemos: un presidente en eterna campaña aprovechándose de las carencias de sus gobernados. Pero aquí estamos hablando de la salud de las personas que no pueden esperar a ver si la megafarmacia funciona para tener su tratamiento completo y a tiempo. La salud no es un juego; quizás habrá que recordárselo al presidente.

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