“Estoy acá para decirles que Occidente está en peligro”, sentenció Javier Milei al comenzar su discurso en el Foro Económico Mundial de Davos. Sin perder un minuto, el nuevo presidente de Argentina diagnosticó los desafíos que enfrenta el mundo ante el avance del populismo.
Usó el caso de su país para demostrar este punto, explicando cómo las políticas “colectivistas” han hundido a Argentina en una profunda crisis económica, a pesar de haber sido una potencia mundial.
El riesgo al que se refiere Milei puede comprobarse en el fracaso del modelo bolivariano en Venezuela, por ejemplo. Lejos de construir una sociedad más libre, justa e igualitaria, el populismo de izquierda construyó un Estado saqueador que ha dejado a esa nación en la quiebra.
Este es el destino que preocupa al argentino en la medida que avancen agendas que enarbolan el discurso que le da control pleno al Estado sobre la economía, los bienes e incluso las vidas de las personas.
Si se adoptan políticas que entorpecen el libre funcionamiento de los mercados, la libre competencia, los sistemas de precios, si se entorpece el comercio, si se atenta contra la propiedad privada, el único destino posible es la pobreza, sentenció Milei en su llamado a proteger la libertad.
Siempre apasionado, el argentino causó entusiasmo entre quienes esperaban un líder que por fin dijera en público lo que vienen diciendo en privado desde hace tiempo: que el modelo de bienestar es insostenible económicamente e incluso perjudicial para la sociedad.
Milei fue muy aplaudido con su discurso por los empresarios presentes: “Ustedes son los creadores del período de prosperidad más grande que hemos vivido. Son benefactores sociales” dijo en reconocimiento a su aporte al desarrollo global.
“Son héroes” agregó al final de su intervención. Su posición parte del hecho de que la riqueza y la prosperidad, así como la innovación y el desarrollo, parten del trabajo de una iniciativa privada que puede operar con libertad y seguridad.
Su discurso también abordó el problema del sistema tributario. Explicó que “la justicia social no sólo no es justa, sino que tampoco aporta al bienestar general”. Por el contrario, explicó, es una idea intrínsecamente injusta, porque el Estado se financia a través de impuestos y los impuestos se cobran de manera coactiva.
El eje de su discurso responde directamente a una tendencia creciente en algunos países de América Latina, que es el crecimiento desmedido del Estado.
El Estado ha crecido en dos sentidos y en su país, Argentina, se ha vuelto claramente insostenible: por un lado una enorme burocracia que es redundante y parasitaria, y por otro un sistema de beneficios sociales -pensiones, becas, subsidios- que son incosteables e ineficientes. Todo esto, pagado con los impuestos de quienes generan riqueza.
Su planteamiento liberal se contrapone con la política populista que México, entre otros países, están experimentando. Un ejemplo que viene al caso es la propuesta del presidente López Obrador de hacer una reforma constitucional para que las jubilaciones se mantengan al 100% del último salario obtenido.
Esta propuesta tiene una clara intención electoral, pero además es fantasiosa. En ningún país del mundo las pensiones son al 100% por una razón muy sencilla: no hay economía que lo aguante. Ni en Dinamarca, para citar el famoso ejemplo que le gusta al gobierno, existe eso.
No son solo las jubilaciones. El sistema entero de pensiones, becas y transferencias está causando un gigantesco gasto al país sin lograr el efecto que se debería buscar, que es que haya un amplio crecimiento económico y una pronunciada caída de la pobreza.
Las palabras de Milei pueden sorprender a muchas personas, pero no por eso hay que dejar de tomarlas en serio. El crecimiento de un Estado paternalista, controlador y subsidiario condena a las sociedades a la mediocridad.
Javier Milei apenas empieza y su desafío es enorme: reconstruir una economía devastada y cambiar el paradigma para demostrar que su modelo es funcional. El futuro lo dirá.
Por lo pronto, ya ha hecho un aporte fundamental: abrir el debate económico global a nuevas visiones y discusiones que habían sido silenciadas.Como diría el mismo Milei, “¡Viva la libertad, carajo!”.
