A todo problema, el neoliberalismo. A toda solución, la 4T

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La llamada Cuarta Transformación encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador ha encontrado en el neoliberalismo un recurso recurrente, un comodín que se saca de la manga para explicar cualquier dificultad o fracaso de su gobierno.

Más allá de constituir una crítica fundamentada, esta narrativa se ha convertido en un escudo conveniente para desacreditar cualquier señalamiento sobre el desempeño de su administración: desde casos de feminicidios, la escasez de médicos en zonas rurales, hasta desafíos educativos.

El 20 de julio de 2022, Luz Raquel Padilla fue quemada en Jalisco por un vecino que la había amenazado por el ruido que hacía su hijo. Ante el feminicidio, el presidente López Obrador dijo que el crimen fue propiciado por la “individualización” que se impulsó con el neoliberalismo, desviando la responsabilidad de su gobierno de garantizar la seguridad de la ciudadanía.

En otra ocasión, el presidente volvió a señalar al neoliberalismo por la falta de médicos en las zonas apartadas de México, una explicación simplista que evade la necesidad de abordar las urgencias de la salud.

Desde el día uno de su gobierno, el presidente y la Cuarta Transformación, encontraron, o mejor dicho se inventaron, en el neoliberalismo, al enemigo perfecto. Es como si dijeran: “a todo problema, el neoliberalismo. A toda solución, la 4T”, y no, no es así.

El último ejemplo de esta estrategia es el alarmante informe del Programa Internacional para el Seguimiento de los Alumnos (PISA), que revela un preocupante retroceso educativo en México.

Los resultados muestran que la educación tuvo un rezago significativo en los niveles de matemáticas, lectura y ciencias comparado con 2018 cuando se realizó la última evaluación, situando al país por debajo de la media de los 81 países evaluados.

Los datos revelados por PISA pintan un panorama desalentador para la educación mexicana. En matemáticas, México alcanzó su puntuación más baja, con 395 puntos, mostrando una caída de 14 escalones en comparación con la evaluación anterior en 2018. En comprensión de lectura, la puntuación de 412 puntos refleja un descenso de cinco, mientras que en ciencias, el país experimentó una disminución de nueve puntos, llegando a los 410.

Las pruebas PISA subrayan la gravedad del desfase educativo en el que se encuentra México. Nuestros estudiantes se rezagan, y esta brecha solo se ampliará si no se adoptan medidas significativas y efectivas.

Pruebas como PISA sirven para que los países evalúen sus desafíos, los atiendan y busquen resolverlos. Pero en lugar de abordar de manera directa y responsable las deficiencias educativas evidenciadas por la evaluación internacional, el presidente opta por señalar otra vez al neoliberalismo como el culpable, como si esta ideología fuera el único factor que determina el rendimiento educativo de un país

Aplicar el comodín del neoliberalismo en la educación es demagogia y el adoctrinamiento mediante la educación es un crimen. En vez de pensar en cambiar la educación por una más eficiente en matemáticas, español, ciencia, tecnología, robótica, lo que hace el gobierno es intentar modificarla por una de fundamentalismo y de división, de ignorancia y retroceso. Y un pueblo ignorante de sus derechos es incapaz de reclamarlos.

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