El papel histórico de Xóchitl

Compartir:

- Advertisement -

A veces, para pasar a la historia hay que hacer sacrificios. Eso es lo que nos enseña la leyenda de Juan Escutia y la heroica defensa de los jóvenes cadetes que dieron su vida defendiendo el Castillo de Chapultepec aquel 13 de septiembre de 1847, cuando las fuerzas de Estados Unidos invadieron nuestro país.

El mito narra cómo Juan Escutia, que estaba a cargo de la torre de la bandera, tomó una decisión final: antes de que el símbolo patrio cayera en manos enemigas, optó por envolverse en ella y arrojarse a su muerte.

Esos sacrificios le pueden ganar a alguien un lugar en la memoria colectiva, y a veces cambiar el futuro de una nación.

Xóchitl Gálvez se encuentra en una encrucijada similar: defender la bandera -es decir, el Congreso– o aferrarse al castillo.

Las encuestas varían mucho, pero a la mitad de la campaña tiene que pasar algo extraordinario para que Gálvez le dé la vuelta a los números y logre imponerse en la Presidencia. Está enfrentando no solo a una candidata colgada de la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, sino un enorme andamiaje estatal diseñado para comprar y movilizar votos.

Lo que sí puede pasar, y quizá esta es ahora su principal responsabilidad política, es lograr que la oposición en su conjunto tenga suficientes representantes en el Congreso para impedir una mayoría del morenismo. Esto será lo que realmente definirá qué clase de gobierno es el próximo: uno que impone sus “planes C” o determina los presupuestos sin diálogo alguno, que forza la aprobación de leyes como la de amnistía o la reforma a los amparos sin debate; o uno que tenga la obligación democrática de sentarse a dialogar.

Esto lo sabe López Obrador y también Claudia Sheinbaum. No es casualidad que desde su primer discurso oficial como candidata estuviera llamando a lograr la mayoría calificada en el Congreso. La elección intermedia de 2021 les demostró que su voto no es inamovible, y la pérdida de escaños significó un dique de contención a reformas constitucionales.

Pero ahora, solo el Poder Judicial detiene leyes que sí se aprueban aunque violenten la Carta Magna. Un Congreso diverso no solo podría detener embates autoritarios, sino que por definición enriquece la democracia; obliga a llegar a acuerdos, a escuchar otras voces, a tomar en cuenta a quienes se quedan de lado con las aplanadoras legislativas.

Esta es la encrucijada en que está la candidata Xóchitl: enfocar su campaña en su propia figura o diseñar un plan estratégico para fortalecer a la oposición en donde más diputados y senadores puedan ganar para tener una Legislatura plural.

Como Juan Escutia, Gálvez podría enfocarse en proteger a la bandera considerando que el castillo bien puede haberse perdido. Eso significa dedicarse a ganar terreno en cinco estados que aportan casi 38 millones de votos: el Estado de México, la Ciudad de México, Jalisco, Veracruz y Puebla

Tener un Congreso dividido es la peor pesadilla de Sheinbaum, que sin el carisma ni liderazgo del presidente, tendría que recurrir a lo que se ha olvidado este sexenio: los argumentos, las evidencias, los hechos. Pero esa pesadilla para ella puede ser un respiro para un país al que le urge abandonar las ocurrencias y concentrarse en las urgencias, que son muchas.

No es una decisión fácil. Implica asumir la enorme responsabilidad de que proteger la democracia mexicana, con todos sus defectos y problemas, es más importante que el esfuerzo por una Presidencia que parece inalcanzable.

El sacrificio de Xóchitl podría ser doloroso para ella, pero pasaría a la historia como la candidata que puso la pluralidad de México antes que su propio ego. Un acto digno del mito de Juan Escutia. Y además, la podría convertir en una verdadera líder moral para el futuro.

¿Se atreverá?

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.