Desafío Electoral

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México registró hace unos días la cifra más alta de ciudadanos inscritos en el padrón electoral en la historia; se rebasó la cifra de 100 millones de mexicanos inscritos, pero… ¿debemos necesariamente pensar que este dato es una buena noticia?

La respuesta a esta pregunta tardará muchos meses, una vez que los mexicanos hayamos ido a las urnas a emitir nuestro voto el 2 de junio y después de que el INE dé a conocer desde el PREP hasta el resultado final del proceso electoral.

Esa respuesta que buscamos no tendrá nada que ver con quien gane la Presidencia. Déjame explicarte por qué digo esto: el dato que nos va dar la respuesta a si el padrón más grande de la historia es una buena noticia nos lo dará el porcentaje de participación electoral y/o de abstencionismo

Y es que no podemos dar por hecho que la inscripción necesariamente signifique interés por acudir a las urnas, especialmente si recordamos el histórico del abstencionismo. Me voy a ir hacia atrás casi 35 años porque en ese periodo han habido hechos que marcaron diferencia en la participación ciudadana: en 1988 el abstencionismo fue de más del 50%.

Luego, con la creación del Instituto Federal Electoral, el interés aumentó: el abstencionismo no llegó ni al 40% a pesar de que solo fueron elecciones legislativas o intermedias, como también se les conoce. Ya para 1994, siguiente elección presidencial, se rompió récord de participación; acudimos a las urnas 77.16% de los inscritos en el padrón, ¡es decir la abstención fue menor del 25%! 

En las siguientes presidenciales la participación fue cayendo y si bien en la elección 2018 donde ganó AMLO hubo un repunte, no se alcanzó ni de cerca el récord…

Y es que la desconfianza ciudadana en las elecciones es un fenómeno creciente. En el último estudio del Barómetro de las Américas, realizado en 2021, hubo conclusiones que podrían ser  demoledoras para los sistemas democráticos

De manera general cita que la región de América Latina ha venido sufriendo en las últimas décadas una disminución en el apoyo ciudadano a la democracia como sistema de gobierno, y que ello se deriva de la poca satisfacción con lo que las democracias han logrado en sus vidas. Las conclusiones son muchas, pero tomaré dos que deberían estar hoy como foco de alerta en todas las instancias y gobiernos que se venden como demócratas.

La primera es que “los ciudadanos de la región están dispuestos a sacrificar las elecciones en favor de un sistema que garantice ingresos y servicios básicos”; específicamente en México al 52% de los ciudadanos no le importaría no tener elecciones si ello les garantiza por ejemplo ingresos, educación, salud, vivienda, agua.

La segunda conclusión es que “la mayoría de las personas prefieren un gobierno de expertos antes que un gobierno de representantes electos”, es decir que prefieren que las decisiones, leyes, reformas y demás se tomen por un pequeño grupo de “expertos” y no por diputados y senadores.

A lo que voy con todo esto a que a pesar de que no hemos dejado de escuchar que la elección del próximo 2 de junio será histórica por el número de puestos de elección popular que hay en juego, ni la clase política, ni las autoridades electorales pueden cantar victoria de que el récord alcanzado en el padrón signifique que los mexicanos están interesados, confían en ellos y por ello saldrán a votar

Hasta hoy han mostrado oídos sordos a que su forma de hacer política está alejando a los ciudadanos. ¿Será utópico pensar que en estos meses que nos quedan alguien nos dé la sorpresa? Dedico esta columna al Día Mundial de las Elecciones que se celebra hoy, primer jueves de febrero, en el que no podemos olvidar que “la democracia de cualquier nación se sustenta en elecciones libres, participativas y representativas… un derecho y una obligación con la que tenemos el privilegio de contar con los ciudadanos”.

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