El proceso electoral rumbo al 2024 inició formalmente el pasado 9 de septiembre. Así es, ni siquiera hace un mes. Entonces, ¿por qué sentimos que llevamos con ello meses y meses?
Es que la carrera por el 2024 arrancó hace más de dos años. Fue en junio del 2021 cuando el presidente López Obrador colocó en la agenda el tema, e incluso bautizó como corcholatas a los que él aprobaba para competir por la candidatura presidencial.
Nadie puede negar que el presidente marca la agenda; desde la mañanera coloca los temas que él quiere dominen la conversación y aunque a últimas fechas algunos asuntos le han robado la atención, tampoco podemos negar la gran ventaja que le da tener todas las mañanas más de dos horas con recursos y respaldo del aparato de Estado; hasta puede presumir que es el streamer más visto en YouTube en español con 4,000,000 de suscriptores.
El asunto del que quiero hablarte es del tema electoral desde las mañaneras y la censura que acusan ejecutan el INE y el Tribunal Electoral con las medidas cautelares dictadas a López Obrador. Y es que han sido por lo menos cinco los pronunciamientos del instituto respecto a dichos del Jefe del Ejecutivo, pero ¿es realmente censura y con ello violación a la libertad de expresión del presidente como han señalado él y sus allegados?
Revisemos rápidamente la historia más o menos reciente: final de sexenio de Vicente Fox y la sucesión presidencial; la enorme campaña contra el entonces candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador: “un peligro para México”, una frase acuñada por el PAN, partido en el poder.
Calderón finalmente se llevó la Presidencia con un margen de diferencia muy pequeño y López Obrador acusó fraude en las urnas y uso del aparato de Estado y los medios en su contra. Encabezó la exigencia de una reforma electoral para frenar a lo que llamó la “mafia del poder”.
Fue en 2007 cuando el Congreso aprobó la reforma electoral que prohibió, entre otras cosas, que servidores públicos utilicen recursos públicos con fines electorales. ¿Con qué recursos se hace la mañanera? ¿no es el presidente de México un servidor público? Pero hay más.
¿Has escuchado del principio de imparcialidad y neutralidad electoral? ¿Sabías que son principios constitucionales? El artículo 134 de la Constitución señala que “los servidores públicos de los tres niveles de gobierno tienen la obligación de aplicar con imparcialidad los recursos públicos sin influir en la equidad de la competencia entre los partidos políticos, y que cualquier propaganda bajo cualquier modalidad de comunicación social en ningún caso debe encaminarse a promoción o descalificación de carácter electoral”.
Cito una tercera ley: basado en este mandato, en 2015, “el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación emitió una serie de lineamientos que ordenan a los servidores públicos observar los principios de imparcialidad y neutralidad para garantizar la legalidad de las elecciones, absteniéndose de hacer o acudir a actos públicos proselitistas en días hábiles”, de manera que los funcionarios no deben “aprovechar el cargo que ostentan para afectar los procesos electorales a favor o en contra de un candidato o partido político”.
Las autoridades electorales no han hecho más que aplicar la ley, ley que impulsó López Obrador siendo candidato; él fue uno de los grandes promotores de la legislación con la que se exige a los gobiernos en turno un piso parejo.
¿Entonces, por qué hoy los llama una “nueva Santa Inquisición”? El sistema político mexicano y la lucha por la legalidad nos ha costado mucho. No podemos caer en el juego de criticar las reglas y denostar a la autoridades que las aplican porque hoy no me son favorables.
El derecho a la libertad de expresión como todo derecho conlleva una obligación; primero de respetar los límites que permitan preservar el Estado de derecho. ¿Recuerdas el “contrato social” para fomentar una convivencia armónica y justa desde el Estado? Segundo, de ejercer mi libertad con responsabilidad. Exijamos el respeto a la legalidad sin selectividad: la ley es la ley independientemente de quién esté en el poder.
