En peligro por el grooming y la manipulación

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Los numerosos casos de personas menores de edad desaparecidas, la incidencia de ciberacoso y pornografía infantil, los retos online que terminan en suicidios, la trata, fraudes económicos, el acoso y abuso sexual que traspasa las pantallas nos deben de poner en alerta sobre los riesgos que existen al pasar de un contacto online a conocer a alguien en persona. Incluso los peligros de esa manipulación en persona o digital. Sobre todo cuando somos vulnerables y alguien nos dice exactamente lo que queremos escuchar.  

Aunque le puede pasar a cualquiera, son principalmente los y las jóvenes quienes más fácilmente pueden ignorar estas señales de alerta. Después de la pandemia pasamos más tiempo que nunca online: nuestra forma de comprar, vender, conocer personas, muchas veces inicia a través de internet. 

Esto ha resultado en fraudes, estafas y corazones rotos, pero los y las más jóvenes pueden pasar por alto peligros significativos que realmente ponen en riesgo su integridad y su vida, particularmente aquellos que no son evidentes a primera vista porque vienen de alguien que se supone es de confianza. 

El grooming se refiere a la manipulación, acoso y explotación deliberada de personas, especialmente menores. Es un engaño que se prepara y paulatinamente va creando las condiciones para que la víctima ni siquiera perciba el peligro o esta relación como una trampa.

Puede suceder en persona o también como acoso y abuso sexual online. Estos delitos implican que los adultos crean identidades y personalidades falsas con el fin de ganarse la confianza de un niño, niña, de adolescentes o mujeres jóvenes y establecer control sobre ellos

Se aprovechan de la falta de experiencia de las víctimas para manipularlas y hacer que participen en actividades potencialmente dañinas o ilícitas, como retos que ponen en peligro su salud, reunirse en persona con fines sexuales o compartir contenido íntimo explícito en las redes.

Esta práctica tiene diferentes niveles de interacción y peligro. Los acosadores buscan aislar poco a poco a las víctimas y lo consiguen separándolas o enfrentándolas con su red de apoyo más cercana: familia, amigos, generando un ambiente de secretismo e intimidad.

El abusador suele hacerse pasar por alguien de la misma edad y adapta su lenguaje al entorno y contexto de la víctima. Busca crear situaciones en común y complicidad, aunque no haya consentimiento por parte de los o las menores de edad. Es una violencia igual de real que la física, pero de la que no se puede huir.

De acuerdo con Save the Children, 1 de cada 5 jóvenes encuestados han sufrido este tipo de violencia digital. En promedio a partir de los 15 años, pero niñas más jóvenes también pueden estar en peligro, como lo prueba el terrible caso que dio pie a la Ley Mica Ortega en Argentina que con 12 años fue engañada a través de Facebook y asesinada cuando conoció en persona a su agresor quien se hacía pasar por alguien de su misma edad.

Las plataformas de redes sociales proporcionan un caldo de cultivo para el grooming debido a su accesibilidad y capacidad para conectar a personas de diversos orígenes. Los y las adolescentes a menudo buscan validación y aceptación, lo que los hace susceptibles a la atención de personas aparentemente afectuosas que pueden no tener malas intenciones o pasados de abuso y delictivos. 

Este deseo de conocer a alguien puede cegarlos a las señales de advertencia que podrían indicar una posible situación de grooming. Pero los manipuladores también pueden utilizar los grupos de conocimiento y aprendizaje o deportivas, para tener acceso a personas jóvenes. Es por ello que docentes, padres, madres y cuidadores debemos ser vigilantes y enseñar a niños, niñas y adolescentes la diferencia entre el interés genuino y el acoso. 

En este momento de adelanto tecnológico las redes sociales deben priorizar la seguridad de quienes las utilizan. Al emplear algoritmos y mecanismos robustos para detectar y reportar actividades sospechosas, las plataformas pueden mitigar la probabilidad de incidentes de grooming y otros delitos digitales. Además, procesos efectivos de verificación de edad ayudarían a evitar que personas adultas se hagan pasar por adolescentes y se dirijan a personas vulnerables.

También, y quizá más importante, es atender la necesidad urgente de abordar los riesgos de manipulación y las relaciones engañosas tanto en línea como en persona que enfrentan los y las adolescentes y jóvenes. Además de visibilizar este tipo de violencias, es necesario entender cómo se ve y se percibe el grooming

A todos nos gusta sabernos especiales, pero esto no debe de ponernos en peligro. Solo una educación afectivo-sexual para niños, niñas y adolescentes, podrá darles las herramientas para prevenir este tipo de violencias y encontrar el equilibrio entre explorar sus intereses y nuevas experiencias, sin ser víctimas de personas manipuladoras.

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