La guerra del agua

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Hace unas semanas, varias colonias de la Ciudad de México estuvieron sin agua por días. Fueron colonias que normalmente no carecían de ella como sí, por ejemplo, Iztapalapa o algunas otras de los límites con el Estado de México. Se hicieron manifestaciones, se cerraron calles e incluso partidos de oposición acusaron que la falta obedecía a una venganza política de Morena por haber perdido alcaldías en la última elección, la de 2021.

Fueron semanas de constantes advertencias sobre la llegada prematura del llamado “Día cero” para los capitalinos, refiriendo al día que ya no llegaría agua suficiente a la CDMX. Morena devolvió el golpe asegurando que todo el escándalo que se había hecho por la supuesta falta era una estrategia político-electoral para afectar al partido de cara al proceso del 2 de junio, y que el acceso al agua en la CDMX está garantizado.

Como por arte de magia hubo de nuevo agua en esas colonias y poco a poco el tema se fue olvidando. Pero entonces te preguntarás: ¿es o no cierta la falta de agua? Más allá del uso electoral del tema déjame decirte que sí.

Desde hace más de 20 años especialistas han advertido que la Tercera Guerra Mundial será por el agua y es que la crisis hídrica es a nivel global. La ONU señala que 2,200 millones de personas no tienen acceso a agua potable; esto es más del 40% de la población mundial.

Todos los países estamos lejos de cumplir el compromiso asumido en 2015. Recordemos que  dentro de los 17 objetivos parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el número seis es “garantizar el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todos”. 

Un objetivo ambicioso sin duda, pero es importante saber que dentro de sí establecía “pequeñas” metas que permitirían lograr el objetivo final, todas especificaban en ese 2015, “de aquí al 2030”.

Es decir, requería ir trabajando en acciones concretas que a la distancia parecía que se disponía de suficiente tiempo para lograrlas. Sin embargo el 2030 ya está a menos de seis años y el acceso al agua no ha mejorado, sino todo lo contrario, tenemos menos agua disponible y la que tenemos está cada vez más contaminada.

¿Es un tema de solo cerrar la llave cuando me baño o cuando me lavo las manos o de evitar lavar el patio o el auto con el chorro de la manguera? Por supuesto que todas las pequeñas acciones cuentan, que tú y yo tengamos conciencia no solo del uso del agua, sino del aprender a usarla de forma eficiente, reutilizarla y hasta cosecharla debería ya ser parte de una cultura del agua permeada entre cada uno de nosotros.

Sin  embargo la mayor parte o mejor dicho la parte más robusta y más impactante para retrasar el problema es responsabilidad de los gobiernos, y en lo firmado se establecieron claramente cuatro principios de los cuales nuestro gobierno visiblemente ha incumplido varios: uno de ellos es separar el agua potable de las aguas residuales. ¿Hace cuántos años que no se invierte lo necesario en infraestructura por ejemplo para modernizar y eficientar el drenaje en la CDMX?

Más del 50% de la red es la misma que en los años de su inauguración, y hablamos de 1975.

A nivel federal no es distinto; de acuerdo con el IMCO, el presupuesto asignado para la Conagua se redujo alrededor del 13% en el presupuesto para este 2024 a pesar de que se ha presumido que la construcción y mantenimiento de la infraestructura hidráulica es uno de los proyectos prioritarios de este gobierno.

Y ojo: no solo es cumplir lo firmado por el cumplir la palabra empeñada, sino porque está en riesgo la sobrevivencia; un estudio de S&P Global Ratings señala que la falta de inversión en infraestructura agravará el estrés hídrico en la mayoría de entidades del país. Advierte que de las 32 entidades, 20 verán agravarse la carencia; estamos demandando más agua de la disponible.

Otro de los compromisos firmados fue proteger y recuperar los ecosistemas de agua dulce, ¿qué ha pasado con la reserva de agua dulce más importante de México y la construcción del Tren Maya?

Es cierto, la falta de agua se ha recrudecido no solo por el mal uso o la carencia de inversiones, el cambio climático y las características geográficas de México han contribuido: el 52% del territorio mexicano tiene clima árido o semiárido; condiciones que se han hecho más extremas por el calentamiento global que está a nada de tocar el punto del no retorno.

Así que sí, hagamos cambios en nuestros hábitos para eficientar el uso del agua, pero también asumamos nuestro derecho y responsabilidad como ciudadanos de exigir a los gobiernos todos, independientemente de preferencias políticas, acciones contundentes porque sin agua no habrá discurso, programa social o campaña que valga.

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