Terremotos en México: historias en el olvido

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¿El gobierno rebasado por la tragedia?

Los capitalinos aún no se recuperaban del susto de unos días antes, cuando un sismo de 8.1 grados en la escala de Richter removió la tierra y los recuerdos, cuando un nuevo terremoto cimbró a la capital, esta vez, con terribles coincidencias al que 32 años antes ya había devastado la ciudad, trayendo consigo nuevas historias de terror, muerte, destrucción y, una vez más, como en aquel 1985, la evidencia física de la indolencia, incapacidad y corrupción gubernamental. 

A las 13:14 de ese martes, millones de capitalinos intentaban regresar a la normalidad -luego de participar en el macrosimulacro que las autoridades planearon para conmemorar aquella otra pesadilla, la de 1985, que se saldó con un número de muertos que oscila entre los 5 mil que calculó en su momento la autoridad capitalina, hasta los 40 mil que especula Iván Salcido, autor del libro: El terremoto de 1985. 30 años en nuestra memoria. Una investigación del diario El Universal, calcula 10 mil víctimas mortales- cuando la tierra se comenzó a mover de nuevo. 

Apenas 12 días antes, un terremoto con epicentro frente a las costas de Oaxaca, que devastó amplias zonas de esa entidad, de Chiapas y Guerrero, dada su magnitud (8.1 grados Richter), había refrescado la memoria de los capitalinos que vivieron el de 1985. Cuando terminó el de 2017, por eso, muchos sabían que esta vez no solo se había movido la tierra.

El caos se apoderó de la ciudad. Los edificios colapsaron. Las redes sociales convirtieron en inmediatos y repetitivos los momentos de drama, de derrumbes, de muerte, de destrucción. Entrenados por años de recuerdos, los capitalinos salieron a las calles casi de inmediato: unos a buscar comunicarse con sus seres queridos, otros a recoger a sus niños y niñas de las escuelas. Muchos corrieron por palas, picos y cubetas. Así comenzó la intervención civil que, una vez más, rebasó a las autoridades de la ciudad. Ahí comenzó la reconstrucción de la legendaria solidaridad de la Ciudad con los suyos y la mítica incompetencia y corrupción de sus gobernantes.

El mundo se volcó en ayuda. Artistas, organizaciones internacionales y diversas personalidades prometieron y enviaron aportaciones de dinero que aún no llegan a manos de damnificados. Las imágenes de edificios colapsados, las historias de rescates reales y ficticios (como el de la niña Frida Sofía), la emblemática historia del colegio Rébsamen, en Tlalpan. Todo se volvió historia y todo se politizó. Todo. Incluida la ayuda a los damnificados.

Al día de hoy, de acuerdo con la Comisión de Reconstrucción, 3 mil 393 inmuebles resultaron dañados, de los cuales 2 mil 6 son habitables. Aunque señala que el resto –mil 387– son parcialmente habitables o se deben rehabilitar, apenas reconoce 60 como imposibles de habitar; es decir, que tienen alto riesgo de colapso. También reporta que 519 son no habitables pero que se pueden rehabilitar.

Sin embargo, la revista Proceso reportó que de acuerdo con Nosotrxs, una ONG que da seguimiento a la reconstrucción, 33% de los propietarios sigue viviendo en edificaciones en riesgo de colapso. Además, que 25% vive en inmuebles con alto riesgo de derrumbe. Entre los edificios dictaminados con riesgo, 41% también está habitado.

A un año, del terremoto, las improvisadas viviendas al aire libre siguen ahí, en las calles, como mudos testigos de la incapacidad de los gobiernos de Miguel Ángel Mancera y Enrique Peña Nieto. Incluso, se han comenzado a dar patéticos episodios de delincuencia en contra de los damnificados. Apenas el fin de semana, afectados por el derrumbe de la Unidad Habitacional de Tlalpan, fueron asaltados. Les robaron pertenencias de sus viviendas improvisadas.

Las historias de desatención, de reconstrucciones inconclusas o, simplemente, olvidadas, se repiten a lo largo y ancho de la geografía no solo de la capital mexicana. OaxacaGuerreroChiapasMorelosPuebla. En todas esas entidades que fueron afectadas por los sismos de septiembre de 2017 hay miles de personas… miles de historias de olvidados que siguen suplicando porque esos miles de millones de pesos que se supone se destinaron a la reconstrucción de sus viviendas, lleguen a las paredes y techos de sus casas.

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