#QuédateEnTuPincheCasa

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Jamás, en la historia de la era moderna, de la humanidad, o del capítulo más escalofriante de Black Mirror, habíamos imaginado que pudiéramos vivir algo como lo que el mundo está viviendo hoy.

Es realmente impresionante ver, y leer, el efecto dominó que este bicho va provocando en el mundo. Sí, da mucho susto ver que se nos va acercando. Y, que el mundo, la economía y todos en general, estamos de rodillas ante esta crisis sin precedentes.

De pronto, el mundo, se detiene.

Y resulta que la única solución al problema, somos las personas.

Que la vacuna, somos nosotros.

Que el bicho solo para… si paramos nosotros.

Pero sucede, que lo de parar no está en la canasta básica de cualquier persona que se precie de ser un “habitante ejemplar” de la era moderna.

Estamos acostumbrados a vivir en chinga, a ser -según nosotros- multitaskers, a tener horarios saturados, ocho mil actividades diarias, citas, compromisos, pendientes, jornadas laborales eternas, juntas, comidas y eventos que atender, con una vida jetsetera espectacular y nuestras agendas ocupadas de aquí a enero del siguiente año sin opción para hacer nada de manera espontánea nunca y, simultáneamente, sobre saturamos también, las agendas de nuestros hijos en sus “horas libres” para que sepan hacer todo: aprender a manejar sus emociones -pero sabiendo partirle el hocico a cualquiera, para eso la clase de defensa personal- hablar chino, ser experto en matemáticas, nadar como Michael Phelps, estar en 3 ligas distintas de fut, ir a la clase de arte para saber “canalizar” , llevarlos al lugarcito de moda para que -$500 pesos después- “socialicen”  -con todo el show simultáneo que eso implica en el coche de: quítate el uniforme, ponte el otro, cómete el sanguich, reviéntate el trafico, pégate a la pantalla para que no te aburras, intercalando simultáneamente regañizas, llamadas de chamba y ¡ah! de pasada! haz la tarea, pero rápido- y que acaben el día, exhaustos, en el sillón del consultorio de un terapeuta a las 8 pm porque no sabemos por qué, el niño está siempre taaaan inquieto…. 🙄

#TodoMal

Tan mal, que me pregunto si esto que está pasando en el mundo no lo hizo alguien “con querer” -como decía el de 12 cuando tenia 4- para que de una pinche vez por todas entendamos que tenemos-que-parar.

Lo que más me impresiona de todo este fenómeno es lo asustados que nos tiene a todos detenernos. Quedarnos en casa. Con nuestras familias. Sin nuestro séquito de amigos y el de cada uno de nuestros hijos. Sin planes estrambóticos. Sin comprar cosas o ir a un lugar después del otro.

Solo quedarnos y estar.

A mi, que soy gentefóbica y tengo JOMO desde que nací, de entrada, me parece un plan perfecto.

El mejor fin de semana para mi siempre ha sido no tener un solo plan, quedarme en mi casa, regar mi jardín, leer mi libro, arreglar un cajón y aventarme un maratón de una serie o tomarme un tequila sola en mi jardín mientras mis hijos y el Sponsor suben, bajan, inventan, empuercan la cocina, se nefastean, se pegostean, jugamos a algo, cocinamos, nos peleamos un poco y volvemos a empezar.

Pero al resto de la humanidad lo tiene verdaderamente apanicado eso de, simplemente, estar.

Gente… la tenemos muy fácil, imagínense que estamos otra vez en 1980 ¡pero con internet! Si nuestros abuelos sobrevivieron a guerras, hambrunas, pobreza y cosas tantísimo peores, ¿por qué no podemos ver que lo que tenemos enfrente es una extraordinaria oportunidad de rehacer nuestra manera de hacer familia?

A ver… sí. Sí está de hueva pensar en que esto no van a ser dos semanitas. Háganse a la idea: esto va pa´largo. Y sí, sí va a requerir de paciencia cancelar mil planes y muchísima tolerancia para no matar a alguno de nuestros significant others en el camino. Pero si lo hacemos bien, también puede ser un reset que nos urgía recordar: aprender a estar aquí y ahora y acordarnos de respirar. Quitar el pie del acelerador y solo estar.

A las mamás que orgullosamente presumen sus timetables en sus redes con las horas exactas para “hacer algo útil”, “tiempo de naturaleza”, “tiempo de colaborar”, “tiempo de matemáticas”… en primera: ¡wow! mis respetos, en segunda: ¡wow! bajémosle dos rayas, no mamen. Tienen 4 años; si no hacen matemáticas dos meses, neta, no pasa nada… y tampoco a los 16. Los niños en las guerras, en serio, aprendieron mucho más de lo que les tocó vivir que de lo que se hubieran enterado en el salón durante años. En serio: no mamen.

Esta urgencia por tenerlos tan ocupados me hace pensar si no es que el principal motivo de terror es que, por primera vez, tenemos realmente que ¡ocuparnos de nuestros hijos! Me pregunto si eso de tener siempre los horarios familiares saturados no es otra cosa que el mecanismo perfecto para nunca tener que conectar, jugar, enseñar, tolerar y estar más de 20 minutos con ellos cada día. Definitivamente, llevarlos de una clase a otra y ver el cel en lo que los esperamos, es mucho más fácil que vestir muñecas toda la tarde o parar penales y contestar las cascadas de comentarios y preguntas que cualquier niño se puede aventar en una tardecita ¡no-se-callan-nuuuunca! ¿ya vieroooon?

Y luego, lo de estar tanto tiempo con los espos@s sin el jet set alrededor y horarios de oficina normales puede ser, por decirlo de alguna manera “cansado”, porque sí, a veces, ya se trae uno “muy visto”.

Si ya de por sí va a estar cabrón esto de colindar 24/7 tantos días, no es necesario, ¡además!  estar estresados por cumplir con horarios tan estrictos. Me parece perfecto que haya un poco de estructura, que las escuelas manden cosas que hacer (sobre todo para justificar que seguimos pagándoles una lana) y que los hijos enfoquen su cabecita en algo un rato, pero, plis…

Asumamos de una vez que:

Sí, el año escolar no va a ser tan académicamente rimbombante… por si a alguien le importaba mucho eso.

Sí, los tiempos de pantalla van a subir. Ni modo. Benditas pantallas a veces. Mientras no sea lo único que hagamos e intercalemos con tiempos de ejercicio, convivencia y lectura, no nos va a pasar nada.

Sí, los hermanos se van a pelear. Déjenlos. Mientras no haya sangre, que peleen. Es una buena manera de pasar el tiempo, hermanarse y aprender varias cosas útiles para la vida. Déjenlos aprender a resolver y ustedes aprovechen para hacer otra cosa.

Sí, papá y mamá se van a alucinar a ratos. So be it. Ya habrá razón para hacer las paces.

Sí, vamos a comer cochinadas y la casa no va a estar inmaculada. Ni pedo, Disfruten las cochinadas, traten de hacer una ensalada de vez en cuando y den gracias por estar sanos, salvos y juntos, aunque sea en una casa desmadrosa. La única manera de sobrevivir va a ser bajar el estándar de perfección.

Sí, es un reto en muchos sentidos, y nos vamos a querer ahorcar unos a otros eventualmente.

Y sí, preferiríamos todos que nada de esto estuviera pasando, pero está pasando y, también: va a pasar, así que dejen de resistirse, permitan que suceda y fluyan con la mayor elegancia posible, aunque estén en pijama.

Francamente, ya está lo suficientemente de la chingada como para que además estemos jodiendo con cumplir horarios estrictos. #NoSonVacaciones. Efectivamente. Pero eso se refiere a que no hay que andar del tingo al tango esparciendo o exponiéndonos al virus. Se trata de guardarse. No de que ahora seamos los maestros, ni que tengamos que poner horas de recreo, ni torturarlos con “tiempos de conectarse” forzados. Relájense. Neta. Pobres escuincles. Una cosa es que necesiten estructura, es decir: horarios de comer, cenar, desayunar, bañarse, y otra que todos los minutos del día tengan que estar organizados… Calm-the-fuck-down…. o lo que es lo mismo: pinches cálmense y aliviánense ¡ya!

En el tema hijos más grandes alguien me decía el otro día: “es que no están haciendo casoooo y se quieren salir”, es muy sencillo mamis, esta: ¡NO es opcional! Ustedes son las jefas. No se dejen manipular ni se me apendejen: ¡no! no puedes salir punto final, porque no estamos bromeando y porque esto es una emergencia mundial y tu Té Havana puede esperar. Y, si el escuincle se empeña en largarse, le quitan su tarjeta y el coche -que es de ustedes- y verán como en friega se regresa.

En lugar de cien mil actividades escolares  y sin importar su edad, pónganlos a cooperar en casa, a lavar platos, a hacer pasta, a inventar recetas, a limpiar los baños, doblar la ropa, poner la mesa, pasear perros, salgan a dar la vuelta a la manzana ¡no es ébola, es distancia social!  Pónganlos a arreglar un closet, sacar la ropa que ya no les queda y todas esas cosas del día a día que ellos creen que se hacen solas y que les van a ser infinitamente más útiles en su vida que los “tiempos para inventar” obligatorios y cronometreados. Pónganse a  armar un rompecabezas, a jugar con ellos, o a tirarse en la cama y solo platicar, sin importar cuántos años tengan.

Y sí, también, y más importante que todo: déjenlos aburrirse y mentar madres, déjenlos sentirse frustrados y aprender a externarlo. Valídenlos. Déjenlos ver que, a veces, la vida nos pone enfrente cosas que no están padres y que, de todas maneras, hay que hacer y se sobrevive. Déjenlos aprender a asumir. Déjenlos ver que nosotros ¡también nos aburrimos! Que no somos un centro de entretenimiento perpetuo. Que necesitamos tiempo de descanso, espacio para estar solos y para trabajar, en el que ellos tienen que ocuparse SOLOS.

Déjenlos. Les aseguro que entre menos se ocupen ustedes, más se van a ir ocupado ellos. Y que si nosotros bajamos el ritmo, ellos también lo van a hacer y poco a poco la familia completa va a caminar a otro paso y va a encontrar un nuevo ritmo.

Relájense.

Huelan la flor, soplen la vela y vayan día por día viendo cual es el plan de cada momento.

Aprendamos que el plan hoy, es que no hay plan.

Desacelera.

#QuédateEnTuCasa

Post data: van algunos tips.

-Dejen de leer noticias compulsivamente. Lo único que logran es ponerse histéricos. Es importante estar informados, pero no es necesario saturarnos. Las noticias nunca van a parar, nosotros tenemos que saber despegarnos de la pantalla y hacer cosas que nos hagan enfocarnos en otra cosa. Nuestra principal responsabilidad, por el momento, es estar tranquilos y generar ambientes armoniosos para nosotros y nuestros hijos. No expongan a sus hijos – de cualquier edad- a las noticias constantemente, si a nosotros nos angustia el tema ¡imagínense a ellos! Y obvio, vayan a la fuente. Dejen de mandar y leer fake news y mensajes de audio -probablemente falsos- en WA.

-Dejen de comprar cualquier cosa en exceso. No estamos en guerra. Las tiendas se van a seguir abasteciendo. No sean ridículos.

-Ofrezcan ayuda a los más vulnerables.

-Manden a sus empleados, de casa y oficina, a su casa para evitar riesgos de contagio y PÁGUENLES.

-Compren lo más posible a los pequeños negocios, ellos son los que la van a pasar peor.

-Sigan pagando las clases-terapias-eventos a las que no van a ir. Eventualmente los podrán reponer.

-Aprovechen este tiempo para hacer todo eso que nunca tienen tiempo de hacer. Sentirse útil reduce los niveles de estrés.

-NO-VAYAN-A-EVENTOS-SOCIALES-DE- NINGÚN-TIPO. Sean responsables.

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