Mujeres en fuga: el largo y violento camino de las migrantes a Estados Unidos

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Piden refugio pero México las deporta

El 13 de octubre del 2018, un éxodo de al menos siete mil personas migrantes centroamericanas cruzó en Caravanas la frontera sur de México; entre las multitudes, había miles de mujeres y niñas que aprovecharon este flujo masivo para viajar en grupo y mitigar un poco los riesgos que significa atravesar fronteras en cuerpo de mujer.

Durante estas Caravanas (un flujo de migrantes nunca antes visto en México), ellas representaron 28.7% –más de 9 mil– de las personas perseguidas y presentadas ante la autoridad migratoria en sólo tres meses, para luego ser deportadas.

Pero ¿por qué salieron de sus países?

Se trata de adultas mayores, jóvenes, adolescentes, mujeres embarazadas y niñas que decidieron salir de sus países (Guatemala, Honduras y El Salvador) porque habitan en ciudades conflictivas, algunas como San Pedro Sula, en Honduras, catalogada como la más peligrosa del mundo.

De acuerdo con el Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI), las crisis económicas que dejaron los conflictos armados de los años 80 afectaron de forma desproporcionada a las mujeres, quienes comenzaron a migrar para ofrecer mejores oportunidades a sus familias.

Entre 2000 y 2010, ellas conformaron alrededor del 20% de los flujos en tránsito regular por México y entre 39 y 45% de las personas centroamericanas que se establecieron de forma irregular en EU.

Además de la falta de oportunidades, pobreza y despojo, ellas ahora enfrentan con más intensidad que en otros años el acoso y violencia sexual por parte de pandillas.

El informe Mujeres en Fuga de la Agencia de la ONU para los Refugiados, contiene entrevistas con mujeres, quienes afirmaron que ellas y sus hijos e hijas enfrentaron niveles extremos de violencia casi cotidianamente. Aseguraron que fueron víctimas de violación, extorsión y amenazas por miembros de grupos delictivos armados, incluidos pandillas y cárteles de drogas.

Según la ACNUR, 85% de las mujeres señaló vivir en vecindarios que estaban bajo el control de grupos delictivos armados. A muchas se les exigió pagar una cuota o impuesto por vivir o por desplazarse al trabajo en una zona determinada, se les amenazó con daño físico si no podían pagar y tuvieron que esconderse en sus casas con sus hijas e hijos sin poder asistir a la escuela o al trabajo por temor a tiroteos o amenazas.

En el informe también se describen formas degradantes de violencia doméstica, como repetidas violaciones y acoso sexual. Los agresores en su mayoría forman parte de grupos delictivos, lo que hace más difícil la protección de las autoridades.

¿Cómo viajan?

Las mujeres empezaron a migrar con más frecuencia hace cuatro décadas; la mayoría, acompañadas por su familia, según IMUMI. Eso las llevó a evitar las rutas que general toman los hombres, por ejemplo arriba del tren de carga llamada “La Bestia”, donde hay accidentes.

De acuerdo con el informe Una cartografía de las mujeres en las migraciones, ellas cruzan por el corredor Huehuetenango- Comitán, en Chiapas, que tiene diferentes “puntos ciegos” por donde pasan sin ser percibidas por ninguna autoridad migratoria.

Son caminos montañoso donde pueden ocultarse y avanzar, principalmente de noche; sin embargo, dice el informe, representa diversos riesgos, como que sean extorsionadas por los llamados “polleros”, abuso sexual, desaparición, trata de personas y hasta feminicidio.   

A esto se suma que las mujeres migrantes que presentan embarazos antes y durante su trayectoria no reciben la atención médica que requieren por parte de las instituciones públicas de salud ni los registros públicos por no tener documentos oficiales.

A pesar de los riesgos, ellas buscan formas de salir de sus países, por ello, cuando se organizaron las Caravanas en 2018, vieron una oportunidad para cruzar de manera segura, en grandes grupos que se protegían entre sí y con amplia cobertura mediática.

¿Y cómo les fue?

El Informe del Monitoreo de Derechos Humanos del Éxodo Centroamericano en el sureste mexicano: Octubre 2018- Febrero 2019, reportó que durante este movimiento de personas, ellas han estado presentes en detenciones violentas, persecuciones y hasta desapariciones.

“Las niñas, adolescentes y mujeres adultas se vieron expuestas a una acumulación de riesgos, entre los que destacan afectaciones a su salud sexual y reproductiva, por el gran esfuerzo y la dificultad de acceder a servicios de salud, así como por la falta de información en tema de prevención de embarazos y enfermedades de trasmisión sexual”, señaló el reporte.

Hasta el 5 de diciembre 2018, ACNUR estimó más de 3 mil personas desplazadas que solicitaron asilo en México; 40% de solicitantes fueron mujeres, muchas de ellas a quienes -según el informe- se les mantiene en espera de una respuesta, se les negó el asilo o se les deportó sin ninguna atención a su país, donde la violencia persiste.

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