Cierre de estancias impacta a la economía

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Si los padres invierten en la educación y cuidados de sus hijos e hijas en los cinco primeros años de vida, invierten en su futuro. Pero si un país invierte en programas infantiles ayuda a que su economía también mejore.

Invertir en niños es un buen negocio. Un estudio de James HeckmanPremio Nobel de Economía en 2000, advierte si un país invierte en la primera infancia (de cero a cinco años de edad), se disminuye la brecha de desigualdad, aumenta la fuerza laboral calificada (que pagará más impuestos) e, incluso, mejora la salud de las familias.

El Premio Nobel establece que se puede obtener de 7% a 10% de retorno de inversión por año, y que éste puede llegar al 13% en los casos de los niños más vulnerables. Tomando esto como referencia, el Programa de Estancias Infantiles costó en 2018 más de cuatro mil millones de pesos en todo el país. Si aplicamos la fórmula de Heckman, la medida del gobierno entrante podría tener un impacto negativo a la larga, equivalente a 400 millones de pesos por año.

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Sin embargo, el gobierno federal recortó casi a la mitad los recursos para el Programa –dejándolo en poco más de dos mil millones de pesos– y modificó sus reglas de operación: ahora en lugar de distribuirlo como subsidio a través de nueve mil 200 estancias, para el cuidado de 315 mil niños –desde el año y hasta los tres años 11 meses–, se entregará de manera directa a los padres.

Tras el anuncio varias organizaciones y activistas que apoyan a la primera infancia alertaron sobre los riesgos que esto tendría. Para Carmen Ponce los resultados no serían iguales, “las personas que llevan a sus hijos a este tipo de guarderías tienen salarios bajos y si les entregan directamente esta cantidad no sabríamos el destino de este apoyo, pues muchas lo incorporarán a sus gastos del día”, dijo la economista con perspectiva de género, a Cuestione.

Ponce concuerda con Heckman y advierte que si México invirtiera más en las políticas que atienden a la primera infancia, ayudaría a los grupos más pobres a salir de la pobreza: “La inversión desde la infancia mejora las condiciones de vida de cualquier individuo y los ingresos de cualquier país que quiera tener un desarrollo humano positivo entre sus pobladores”.

Además, alerta Ponce, “70% de los accidentes en niños surgen en casa y la mayor parte de abusos sexuales suceden en entornos familiares”.

La Unicef también ha advertido que “dedicar recursos de forma progresiva, suficiente y continua durante la niñez produce retornos económicos positivos, ya que da lugar a una sociedad más educada, más fuerte y de mayor cohesión”.

¿En México, invertimos en primera infancia? En México, sólo seis de cada 10 niños y niñas de tres años de edad, asisten a un programa educativo destinado a la atención de la primera infancia, según la Unicef.

A nivel Latinoamérica, nuestro país es de los que menos invierten en la primera infancia (de los 0 a los cinco años), con tan solo 4% del gasto público total, incluso por debajo de Guatemala, que invierte 5.2%; o Perú, con 9.2%, según el informe La Inversión en la Primera Infancia en América Latina, elaborado en 2013 por la UNESCO.

¿Y qué pasaría con las mamás?

Lía Limón, una de las iniciadoras del Programa Estancias Infantiles ha dicho que “cancelar las estancias atenta contra el principio del interés superior de la infancia. El 34% de madres beneficiarias han dicho que tendrían que dejar su trabajo, afectando también la economía familiar”.

Gran parte de este apoyo es para las madres trabajadoras, del total de mujeres solteras 15 años y más, con al menos un hijo, 41.8% de ellas trabaja: el 31.2%, en el sector informal; 12.2%, en el doméstico y 6.6% no reciben pago por su trabajo, según datos del Inegi.

Si estas mujeres abandonan sus trabajos, la probabilidad de conseguir trabajo se reduce al 18%, pues mientras más tiempo tarden en reincorporarse a su trabajo menor es su probabilidad de desarrollo laboral, además muchas de ellas tendrían que aceptar trabajos de medio tiempo –con menor probabilidad de ingresos–, alerta Carmen Ponce.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ya advirtió que la falta de acceso a esas instalaciones expondría a niñas y niños a situaciones de riesgo; y a las madres y los padres trabajadores tendrían que buscar soluciones alternas para el cuidado de sus hijos, lo cual les impondría cargas económicas adicionales y podría implicar dejar a los menores al cuidado de personas sin la debida preparación.

¿Qué sigue?

Las nuevas reglas de operación para las estancias infantiles ya fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación, las cuales establecen que la madre, padre o tutor de niños –de entre un año y hasta un día antes de cumplir los 4 años de edad– recibirá mil 600 pesos cada dos meses, por cada menor; y en el caso de que el niño o niña tenga alguna discapacidad recibirá tres mil 600 pesos cada dos meses.

Además, el nuevo reglamento obliga a las estancias infantiles que se inscribieron en 2018 y no han cumplido un año de operación, a regresar el monto que recibieron a través de la Tesorería de la Federación.

¿Qué harán los padres y madres con sus hijos? ¿Pagarán por llevarlos a las estancias?

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