Cinturón de paz, o ir a la guerra sin fusil

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Adrián trabaja en mantenimiento de escuelas en la alcaldía Gustavo A. Madero. La tarde de ayer, 2 de octubre, salió un poco antes. Él y otros 500 trabajadores de esa alcaldía se dirigieron al centro de la Ciudad para integrarse al “Cinturón de Paz”, que anunció la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. 

¿Les dieron alguna capacitación? “No”, responde Adrián. “Solo que no respondamos a provocaciones”. Su único escudo era una playera blanca con las leyendas “2 de octubre no se olvida” en el pecho y “Cinturón de Paz” en la espalda. 

Se buscaba que los participantes intentaran, con todo y los nervios, resguardar a la ciudadanía. Lo que no sabían era que, más tarde, esas mismas camisetas harían que algunos se convirtieran en blanco de agresiones.

Y en efecto: se reportaron 14 lesionados luego de la marcha. “Son unos héroes”, decía la jefa de Gobierno en un audio enviado a funcionarios, vía WhatsApp. Y sí que lo fueron, porque uno acabó herido por un petardo en el Hospital Balbuena.

La mayoría de los integrantes del “Cinturón de Paz” –conformado por unos 12 mil funcionarios públicos del gobierno de la Ciudad de México– rehusaban dar entrevistas o responder a la prensa. Quienes accedieron, solicitaron reservar su nombre. 

“Lo que sí se me hace mala onda es que nos pusieron al frente, como si nos pusieran a resguardar a los policías (quienes estaban concentrados en las entrecalles de 5 de mayo, por donde llegó la marcha)”, dijo Ana, quien trabaja en el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Procuración de Justicia de la Ciudad de México.

“En lo que llevamos de la marcha, hay perfecta normalidad y conviven absolutamente la libertad de expresión en la manifestación y el cuidado de la propiedad (…) hay una colaboración de todos de participar”, explicó Salvador Guerrero Chiprés, presidente del Consejo Ciudadano a Cuestione durante la marcha.

Un éxito, dicen

El “Cinturón de Paz” tenía el objetivo de que la conmemoración de los 51 años de la matanza de Tlatelolco se desarrollara en libertad y sin afectar a la propiedad pública y privada. 

El olor del aerosol con el que personas encapuchadas pintaban lo que encontraran a su paso comenzó a percibirse desde el principio de la marcha. Pero no fue sino hasta que llegaron a la calle 5 de Mayo, cuando varias detonaciones rompieron la cadena humana. Con todo y playeras blancas y ya con miedo, participantes del cinturón salieron corriendo para intentar resguardarse. Y empezaron a sufrir agresiones.

Cinturón de acarreados

No solo había empleados públicos. Cuestione detectó algunos grupos de posibles acarreados, que llegaban en grupos numerosos, con comida en bolsas y vasos rojos de plástico, con bebidas, al parecer, alcohólicas. “A nosotros nomás nos invitaron”, dijo a Cuestione, uno de estos hombres, de unos 30 años. 

Cuando agregó que todos venían de Iztapalapa, uno de sus compañeros le dio un codazo, para recordarle que tenían prohibido hablar.

Otro ejemplo: Agustín, un adulto mayor, participó como cada año en la marcha. Pero ahora lo hizo también para acompañar a su hija que, sin ser funcionaria, fue invitada por empleados de la alcaldía Iztapalapa. Los dos vestían la playera del “Cinturón de Paz”, que les habían dado días antes.

¿Y qué pasó en el 68? 

Hace 51 años, estudiantes, amas de casa, niños y grupos sociales se manifestaban en la Plaza de las Tres Culturas para pedir autonomía universitaria, desaparición de cuerpos tácticos y la liberación de presos políticos. A cambio, recibieron balazos. Policías, ejército y grupos de choque los reprimieron con armas de diferentes calibres. Hubo incontables muertos y heridos. Hasta la fecha, las cifras de víctimas siguen sin determinarse.

“Estaban arriba de nosotros, del helicóptero salieron las luces, luego supe que era la orden de atacar, vi una mano con guante blanco que le tapó la voz al que estaba hablando y así se siguieron, no podía creer que fuera cierto”, dice La Nacha, una de las líderes de aquel movimiento, durante su discurso en el evento de 2019.  

Con los integrantes del “Cinturón de Paz” por delante, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana resguardaron lo más que pudieron en el centro histórico, en donde terminó la marcha que inició en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, al norte de la Ciudad de México. Había también cuerpos tácticos y policías vestidos de civiles. 

Al terminar la manifestación, personal del servicio de limpia del gobierno capitalino -con trapos, camiones especiales y mucha agua- trataron, al igual que hace 51 años, de dejar todo limpio después de la marcha. Esta vez era pintura. El 2 de octubre de 1968 trataron de quitar la sangre.

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