La realidad de miles de niños y niñas en México

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María Fernanda tiene seis años y sueña con ser bailarina algún día. Katia tiene 10 y no duda en decir que ella quiere ser maestra. No son hermanas, pero les toca crecer y soñar juntas en el albergue Casa Victoriosas de Ministerios de Amor, ubicada en Ciudad de México.

María Fernanda y Katia son dos de las 33 mil niñas, niños y adolescentes en México que no viven con su familia ni en su hogar, sino en los 875 albergues, casas hogares o refugios que hay en todo el país, de acuerdo con los datos de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

Las niñas y niños como María Fernanda y Katia llegan a estos albergues porque fueron víctimas de violencia, principalmente por parte de sus familiares, quienes los abandonaron, los maltrataron, golpearon, o abusaron de ellas y ellos sexualmente. 

Y el problema con el sistema de justicia en México es que, “en vez de sacar al agresor de ese núcleo familiar para que el niño pueda seguir viviendo en el hogar, sacan al niño de ese núcleo familiar y lo mandan a un albergue”, dice Leonardo MierOficial Nacional de Protección a la Infancia de Unicef, en entrevista con Cuestione.

“Pareciera que en lugar de proteger a los niños y niñas se les vuelve a criminalizar o revictimizar al momento de llevarlos un albergue”, lamenta Mier.

En la Ciudad de México, por ejemplo, antes de que una niña o niño se integre a uno de estos albergues, pasó por el Centro de Estancia Transitoria de la Fiscalía General de la CDMX, un lugar donde llegan niños de cero a 12 años de edad, que fueron víctimas de algún delito y que después, si no pueden regresar a sus casas o con sus familiares, son llevados a estos albergues. 

Aunque en estos lugares también pueden volver a vivir situaciones de violencia, maltrato, desatención y falta de cariño, dice Mier.

Además estos albergues viven de donaciones, pues nueve de cada 10 son gestionados por la organización civil, es decir, el Estado mexicano ha abandonado a las niñas y niños también en estos espacios, y le ha dejado la responsabilidad a la sociedad, dice Juan Martín Pérez, director de la Redim, en entrevista con Cuestione.

Para las y los niños que ya vivieron algún tipo de violencia, es más probable que repitan patrones violentos durante su desarrollo, pues normalizan este tipo de conductas, explica Rodrigo Garher, Director y fundador de Agenda Cero, una organización civil que apoya a distintos albergues de la capital con talleres de teatro para niños

Por eso es que los sueños que tienen María Fernanda, Katia y miles de niños más, se ven más limitados cuando viven episodios de violencia y les toca crecer sin familia, sin hogar y sin las herramientas necesarias para después hacer frente a su vida adulta.

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