Un año que marcará el futuro electoral

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El año pasado se realizaron las elecciones más grandes de la historia. Debido a la reforma electoral de 2014, ese año no solo se renovó el Congreso, sino también se eligieron simultáneamente los cargos federales y locales en los treinta y dos estados del país, junto con varias gubernaturas. Se compitió por más de 21 mil cargos.

Los resultados los conocemos bien: Morena perdió un poco de terreno en la legislatura, pero conquistó varios estados nuevos, reafirmando su lugar como el principal partido de México. La oposición exploró el camino de las alianzas en muchos lugares, a veces con éxito y a veces no. Pero como sea, el mapa político del país cambió.

Este año no habrá una elección de esa dimensión, pero sí será definitoria en muchos sentidos. En primer lugar, viene el plebiscito de revocación de mandato. Esta figura, que existe en muchos países, si bien muchos de ellos tienen un sistema parlamentario y no presidencialista, tiene sentido cuando un gobernante está fallando a la sociedad, es bueno que se le pueda expulsar del poder. Sin embargo, lo que estamos viendo ahora es muy distinto.

El presidente Andrés Manuel López Obrador mantiene una alta popularidad a pesar de las críticas, y la gran mayoría de la población, incluso de quienes se oponen a él, prefieren que termine su mandato. Su ausencia causaría una profunda inestabilidad en nuestro país. 

Además, el resultado es previsible: independientemente de cuánta gente participe, López Obrador será refrendado. Así, los millones que se gastarán en este ejercicio serán más una muestra de fuerza y un bálsamo al ego del mandatario, que una verdadera consulta.

Pero lo que sí será interesante es ver qué sucede en los estados que elegirán gobernantes. Este proceso se llevará a cabo en seis estados: Hidalgo, Durango, Tamaulipas, Oaxaca, Quintana Roo y Aguascalientes. En la mayoría de estos estados Morena lleva la delantera, excepto por Aguascalientes, según las encuestas.

Lo importante será esto: es el momento en que el partido del presidente podrá confirmar su dominio y convertirse de forma definitiva en el partido con más poder del país, de cara a las elecciones presidenciales de 2024; de igual manera, es cuando la oposición tendrá que demostrar que es capaz de llegar a acuerdos, postular candidaturas convincentes, y cambiar la marea.

En ambos bandos se han visto fisuras en el proceso de selección de candidaturas. Dentro de Morena, distintos aspirantes hicieron denuncias del proceso interno, acusando que las encuestas del partido estaban arregladas. En la oposición se vieron también fuertes desencuentros entre las dirigencias, los gobernadores y quienes quedaron fuera del proceso. Tanto en el PAN como en el PRI hubo enfrentamientos públicos por las posiciones. 

Varios de los casos terminarán en el Tribunal Electoral, que será el que determine quién tiene la razón, pero esto nos habla de la dificultad para construir procesos democráticos dentro de los partidos políticos. 

Habrá otro tema crucial, que es el papel que la delincuencia organizada jugará en el proceso electoral. El año pasado vimos de todo: postulantes secuestrados o asesinados; casillas tomadas por criminales, amenazas o ataques. La violencia política del año pasado fue inédita en el México democrático, y este año podría repetirse. Será responsabilidad de autoridades locales y federales asegurarse de limitar las acciones violentas y garantizar la convivencia democrática.

El Instituto Nacional Electoral también enfrentará un gran desafío. Cuestionado con dureza por el Ejecutivo federal y por sus seguidores, con un presupuesto mermado, tendrá que sacar adelante todos estos procesos si aspira a sobrevivir en su forma actual. 

De cualquier modo, una reforma electoral es previsible y será responsabilidad de toda la sociedad asegurarse que no haya un debilitamiento de la institucionalidad democrática, al tiempo que sería sensato reducir los recursos que reciben los partidos y mejorar el funcionamiento del INE, así como su rendición de cuentas.

Por todo esto, esta semana en Cuestione estaremos analizando el proceso que viene, las disputas y las oportunidades que presenta, así como el impacto que tendrá en el futuro democrático de México.

Todos los procesos electorales son importantes y complejos, y todos demandan que la sociedad sea vigilante y participativa. Garantizar información completa y al día para la gente es crucial en la protección de nuestra democracia. 

Esta es nuestra gran responsabilidad, como medios y como ciudadanía. Cumplámosla.

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