Conflicto de Israel y Palestina: ¿quién gana y quién pierde?

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Mientras el recrudecimiento de la violencia en Medio Oriente domina la agenda noticiosa internacional, es importante señalar cómo el conflicto entre Israel y Palestina explica el curso de otros acontecimientos.

Ha comenzado una nueva guerra. Primero el mundo vio con asombro y horror el ataque de Hamás a civiles y militares israelitas y ahora vemos con el mismo horror la venganza de Israel en la Franja de Gaza.

Porque así como debe indignarnos la violencia de Hamás, debe hacerlo la destrucción que están padeciendo los palestinos. Porque no fue el pueblo palestino, sino un grupo armado y terrorista, el que empezó este nuevo capítulo de violencia en un conflicto que lleva muchas décadas y está lejos de solucionarse.

Hoy, con las redes sociales y en un mundo interconectado, ya no es un problema de dos bandos. Es un problema que involucra a toda una región, pero también a occidente, a Irán y posiblemente incluso a Rusia.

No porque hayan necesariamente participado activamente en provocar esta situación particular, sino porque históricamente los poderes han sido incapaces de ayudar a construir una salida digna para ambos pueblos.

Por ejemplo, debido a la crisis  las autoridades rusas esperan que parte del suministro de armas occidentales a Ucrania se redireccionen a Israel.  Aunque no significa que occidente abandonará a los ucranianos, la cantidad de ayuda militar disminuirá y el curso de la operación podría dar un giro.

Por otro lado, el gobierno de Vladimir Putin aprovecha la situación para presentar a Estados Unidos como el principal culpable en Medio Oriente. Es la manera que tiene Rusia de reforzar su posición en la región a expensas de Washington.

Benjamín Netanyahu, el Primer Ministro israelí, carga con mucha responsabilidad. En primer lugar, fue incapaz de garantizar la seguridad de su propia nación. Hamás logró romper su cerco de seguridad y sus sistemas de inteligencia militar fueron tomados totalmente por sorpresa.

En un conflicto de tan larga duración es difícil entender que esto les pudiera suceder. Pero también tiene responsabilidad porque su gobierno ha ignorado por completo el problema palestino. Aliado con grupos de ultraderecha, su estrategia ha sido más de fingir que el problema se iba a resolver solo que a realmente buscar caminos de reconciliación.

Eso radicaliza a los grupos de por sí radicales, que han asumido una cultura de violencia y destrucción, incapaces también de generar puentes. La violencia de Hamás nunca tendrá justificación alguna, eso debe quedar claro. Su decisión determinada de atacar civiles y tomar rehenes no encontrará un matiz que la explique. Pero la venganza indiscriminada contra palestinos tampoco.

Advertir sobre el oportunismo con el que las organizaciones terroristas adaptan sus estrategias y se valen de la tecnología para avanzar sus agendas, reclutar adeptos e incluso dar entrenamientos para cometer atentados nunca estará de más.

Los ataques a las Torres Gemelas y el Pentágono en 2001 también mostraron la presencia del terrorismo que supone ya una amenaza grave, no solo para una región en especifico, sino para todo el mundo.

Quizá lo más alarmante de esas organizaciones sea su oportunismo para adaptar sus estrategias según el contexto valiéndose de prácticas ilícitas, métodos de financiamiento y otras actividades delictivas, que plantean dificultades de respuesta para los gobiernos.

En medio de todos estos intereses geopolíticos, militares y personales de algunos líderes, el gran perdedor es la ciudadanía.

Tampoco podemos pasar por alto que en esta era de redes sociales, la desinformación es un arma poderosa. Los medios independientes han detectado decenas de imágenes e informes que resultan ser falsos. La guerra también tiene siempre una gran víctima: la verdad

Videos tomados en otros lugares y conflictos, datos falsos o exagerados fluyen por las redes sin control, fomentando el odio. Los medios debemos ser muy responsables en determinar qué se puede confirmar y ser cautelosos en no caer en la red de mentiras que ambos bandos promueven para alentar su causa.

Mientras, los derechos humanos son violados sistemáticamente, según ha denunciado Naciones Unidas. Niños y mujeres, así como hombres que nada tienen que ver con el conflicto, pagan el máximo precio por ese fracaso global.Nos espera aún un largo tiempo de ver estas imágenes de dolor, como las seguimos viendo en el conflicto ucraniano, ahora olvidado. Aquel pueblo también sigue sufriendo, aunque los ojos del mundo no los miren.

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