El peligro de los “otros datos”

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En momentos de crisis, ya sea económica o de salud pública, nada es más importante que tener acceso a información creíble y verdadera por parte de las autoridades. Lamentablemente, hoy México vive la era de los “otros datos”.

No es un fenómeno exclusivo de México. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, inició su administración recurriendo a los “hechos alternativos” alternative facts, para empujar la narrativa de que era el presidente más popular y más eficiente de la historia. Pero los hechos verdaderos han ido desmontando sus palabras.

El gobernante de Brasil, Jair Bolsonaro, siguió sus pasos. Inventó cifras sobre la delincuencia y empujó la noción de criminalizar la pobreza. También le regaló a su país teorías de la conspiración, mientras la selva del Amazonas estaba en llamas, en lugar de atender el tema.

Ahora estamos viendo lo mismo en nuestro país. El presidente ha popularizado la frase “tengo otros datos” cada vez que es confrontado con información que no encaja en su discurso. Lo ha hecho en las mañaneras muchas veces, pero también con gente que se cruza con él para alertarle de la carencia de algún servicio. Incluso, en sus propios mítines, al enfrentar a un público que se queja por no recibir un beneficio, les acusa de mentirosos y, por supuesto, conservadores.

El gran peligro de que se construyan realidades en lugar de enfrentar los hechos es que hace imposible la creación de políticas públicas efectivas. Esto es grave porque, queramos o no, toda la ciudadanía vive gobernada por las políticas que desarrolla el gobierno. Lo que es particularmente evidente en tres temas que preocupan a México: la economía, la salud y la criminalidad.

Conforme avanza la crisis por el coronavirus, la urgencia de información actualizada y creíble se vuelve crucial. Es cierto que hay que evitar el pánico, pero también necesitamos ver datos confiables sobre lo que está pasando en México. La narrativa del presidente es que “no pasa nada”, y ese es el peor remedio para una pandemia.

La crisis por los medicamentos nos demostró que el gobierno vive en una realidad alterna. Una y otra vez se nos dijo que sí había, o que ya iban en camino, o que si no había era culpa de la corrupción. Mientras, los pacientes sufrían.

En economía, desde el principio del gobierno hemos vivido en los “otros datos”. Como presidente electo nos apostó que creceríamos al 4% anual. Pero todos los indicadores decían otra cosa. Cuando supimos que no habíamos crecido, se nos dijo que eso no era lo importante, sino la justicia social. Hoy nos dicen que estamos blindados, a pesar de que las finanzas públicas están mostrando su debilidad.

Según un análisis de la consultora SPIN, para finales de enero de este año el presidente había dicho casi 19 mil “afirmaciones no verdaderas” en sus mañaneras. Así, superó a Trump, que lleva tres años en el poder. Este es un grave indicador de la relación de López Obrador con la realidad que afrontamos.

Hemos llegado al punto en que, cuando las encuestas empiezan a mostrar un declive de la aprobación presidencial, el mandatario asegura que “están cuchareadas”. Es una señal preocupante que, en lugar de asumir que las decisiones de López Obrador están afectando a la ciudadanía, se acuse de un complot mediático.

Este es un tema que debe preocupar a todas las personas. Es por eso que, esta semana, en Cuestione estaremos verificando la información que se otorga al país, así como analizando el precio de tomar decisiones sobre la base de información falsa. 

Las autoridades tienen la obligación de enfrentarse a la verdad. Y nuestra Nación tiene el derecho a conocerla.

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