Organismos autónomos, instituciones en construcción

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Te has preguntado ¿por qué las instituciones autónomas son importantes en una democracia? 

En regímenes democráticos más antiguos y consolidados como los de algunos países europeos o Estados Unidos, este tipo de organismos fueron creados como un contrapeso al poder político. 

Con el tiempo las instituciones desaparecieron o se transformaron, pero las leyes y la cultura en la ciudadanía se quedaron. En México tenemos que cuidarlas, sí, pero también debemos adecuarlas, hacer que evolucionen y que, eventualmente desaparezcan, porque eso demostrará que hemos alcanzado un cierto grado de madurez democrática.

En el pasado, reyes, presidentes y partidos políticos fueron limitados con leyes e instituciones que obligaban al poder a rendir cuentas claras sobre las decisiones de gobierno; que buscaban garantizar los derechos humanos de la población o elecciones limpias. En Suecia, por ejemplo, la primera ley de transparencia se creó a finales del siglo XVIII. Hoy, Suecia es uno de los países menos corruptos y más transparentes del mundo.

Eso nos habla de que la construcción de leyes e instituciones no es garantía de que funcionen. Pero tampoco quiere decir que no sean necesarias.

Los organismos autónomos en México son relativamente nuevos. Primero fueron el Banco de México (Banxico) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Les siguieron la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), el Instituto Federal Electoral (hoy INE), el Instituto Federal de Acceso a la Información (hoy INAI), el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la Comisión Federal de Competencia Económica (Coefece) y varias instituciones más.

Todas nacieron como respuesta a la presión ciudadana ante los excesos del poder. La  Comisión Nacional de Derechos Humanos se creó en 1990 luego de las matanzas y la guerra sucia de las décadas de los 60 y 70.

El IFE, también en 1990, como respuesta a los reclamos de fraude electoral en la elección de 1988. ¿El IFAI? Ante la presión de transparentar la actuación del Estado durante la primera etapa de la democracia mexicana a principios del siglo XXI.

Todos estos organismos han sido fundamentales para contener el poder presidencial que, en México, concentra muchas facultades y que tiene una antigua tradición de opacidad y abusos. 

La historia del presidencialismo omnipotente mexicano es la historia del país. 

Gracias a estas instituciones tuvimos elecciones más confiables, se conocieron y resarcieron muchos casos de tortura, desaparición y asesinatos cometidos desde los gobiernos mexicanos y supimos de escandalosos casos de corrupción y malversación de fondos como la llamada Estafa Maestra o la Casa Blanca en tiempos de Enrique Peña Nieto, por poner algunos ejemplos.

Apenas la semana pasada vimos como la autonomía de una de estas instituciones era puesta en duda desde Palacio Nacional, cuando el presidente se adelantó al Banco de México para dar a conocer el cambio en la tasa de interés. Fue tan grave el asunto que el propio López Obrador ofreció disculpas a la gobernadora y a los subgobernadores de Banxico unas horas después.

¿Por qué? ¿Por qué es importante cuidar la autonomía de esa y otras instituciones? ¿Hay que defenderlas? ¿Deben desaparecer? ¿Pueden mejorarse?

En Cuestione creemos que es fundamental, si aspiramos a vivir en una sociedad más democrática, libre, segura y transparente, que defendamos a esos organismos. Pero también estamos convencidos de que es necesario revisarlos y ajustar sus estructuras, presupuestos, objetivos y normatividad a la realidad actual del país. 

En 2014 se reformaron algunos organismos para ajustarlos a la nueva realidad pues estos ya no respondían a las necesidades para las que fueron creadas: el IFE que nació en el ocaso del priismo del siglo XX no puede tener las mismas funciones ni tamaño que el que requieren millones de mexicanas y mexicanos que nacieron después de que Vicente Fox ya había sacado al PRI de Los Pinos.

El IFAI de ese foxismo no responde a la lógica de una ciudadanía que se sabe y reconoce mucho más empoderada que aquella que tímidamente ventilaba el costo de las toallas con las que se secaban todos los días Fox y su esposa en la residencia presidencial.

Así, es claro que vale la pena revisar a fondo la historia, las causas que crearon esas instituciones, sus logros pero también sus pendientes y retos, de cara a una nueva etapa en la vida política de México, lo que haremos esta semana desde Cuestione.

En 2024 habremos visto pasar por la cima del poder a todo el espectro ideológico de las y los políticos mexicanos y habremos de decidir el rumbo de nuestro país por los próximos 10 o 20 años. Necesitamos cuestionarnos el diseño del Estado y eso pasa fundamentalmente por la estructura de sus leyes y organismos autónomos.

Porque no hay democracia sin estos, pero tampoco sin la participación decidida e informada de la ciudadanía.

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