Presupuesto económico 2023: ¿a dónde va el dinero público?

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El 8 de septiembre de este 2022 la Secretaría de Hacienda entregó a la Cámara de Diputados el Paquete Económico 2023, que es la propuesta del gobierno para gastar el dinero público del próximo año y que se considera el proyecto de presupuesto más ambicioso de lo que va del sexenio.

El aumento de lo que se pretende gastar el gobierno es tan grande que varios especialistas han dicho que las estimaciones de Hacienda son tan optimistas que rayan en lo absurdo.

El problema de hacer “estimaciones alegres” es que si no se logra el crecimiento esperado, una inflación más baja y los precios del petróleo establecidos, el gobierno tendrá que recurrir a deuda o hacer recortes al gasto.

Todo esto ocurre en un contexto de mucha incertidumbre económica por los efectos de la guerra en Ucrania, los latentes riesgos de recesión en Estados Unidos, las consultas promovidas por el gobierno de ese país contra el nuestro en el tema energético en el marco del T-MEC, así como la elevada inflación a nivel mundial. 

Frente a este escenario, ¿qué podemos esperar del antepenúltimo paquete económico de la administración de López Obrador?

No sorprende en absoluto que de nueva cuenta el dinero de las y los mexicanos se concentre en los programas sociales y proyectos prioritarios de esta administración, como el Tren Maya o la Refinería de Dos Bocas.

Además, Hacienda seguirá inyectando importantes recursos a ese barril sin fondo en que se ha convertido Petróleos Mexicanos, la endeudada petrolera estatal, a la que habría que reestructurar para volverla un negocio, y no la caja grande de los gobiernos.

Otro ejemplo del mal uso del dinero público en este sexenio son los programas asistenciales clientelares, perdón, los programas sociales, que han creado una red inmensa de apoyo incondicional, que en un futuro se podría expresar en el terreno electoral. 

Y es que el aumento en el presupuesto que se le asignó a la Secretaría del Bienestar, responsable de la mayor parte de esos programas es muy sospechoso en un año crucial para la 4T, cuando hay elecciones en el Estado de México y Coahuila, dos estados clave que el partido oficial busca arrebatarle al PRI.

La dependencia -que verá crecer su presupuesto 30% más respecto a 2022- se ha convertido en el centro de la agenda de “primero los pobres” del presidente. 

A pesar de que el discurso de la actual administración es combatir la corrupción, la asignación a las instancias del Sistema Nacional Anticorrupción parece insuficiente para combatir efectivamente las causas estructurales de la corrupción.

El grave problema es que las múltiples crisis que atraviesa el país no podrán solucionarse si el Estado mexicano continúa apostando por privilegiar sus proyectos insignia a costa de los bajos niveles de gasto público en salud, educación y servicios que mejoren las condiciones de vida. 

Y es que el presupuesto que se proyecta para los rubros de salud y educación sigue siendo insuficiente para las necesidades actuales y muy por debajo de lo que recomiendan organizaciones como la ONU o la OCDE. 

Las y los expertos sostienen que el Paquete Económico 2023, más que promover el bienestar de la población y encauzar el desarrollo económico nacional, busca afianzar y darle continuidad al proyecto de nación de la llamada “cuarta transformación”. 


En lugar de realizar proyectos que garanticen la integración de las distintas regiones del país y que tengan un impacto en la calidad de vida de las y los mexicanos ahora y en el futuro, este proyecto de presupuesto parece estar dirigido a construir y reforzar las clientelas políticas del partido en el poder.

Además, señalan que para hacer frente a las presiones financieras, el gobierno federal debe crear estrategias que mejoren la recaudación, pues los impuestos son la principal fuente de financiamiento para la operación del sector público. 

Es decir, gastar mejor y cobrar mejor los impuestos, dejar de exprimir a los de siempre y aprender a cobrarle a quienes nunca pagan.

Esto, para que esos recursos se reflejen en más y mejores hospitales, escuelas, aeropuertos, puentes, carreteras, centros de readaptación social, centros deportivos y culturales o asuntos de igualdad de género, entre muchas más áreas necesarias que no tienen mayor relevancia en este presupuesto.

2023 será un año clave no sólo para México, sino para todo el mundo. El fantasma de una recesión recorre todo el planeta y aunque a nivel macro esta administración ha logrado mantenerse fiel a los principios del neoliberalismo y la globalización, el gasto interno sigue siendo no solo deficiente, sino que no procura la innovación, la creación de empresas o el apoyo a las ya existentes, lo que se traduce en menos empleos formales y, por ende, menos recaudación de impuestos. Un círculo vicioso que el lopezobradorismo no solo ha sido incapaz de romper, sino que pareciera empecinado en mantener.

Apostar por una refinería, un tren y el negocio petrolero como palancas del desarrollo no solo es anacrónico, sino altamente ineficiente y potencialmente peligroso.

México se está jugando su viabilidad económica como nación para los próximos 10 años y el proyecto presentado por la 4T no parece responder a esta urgencia.

La Cámara de Diputados tiene hasta el 15 de noviembre para analizar y aprobar el presupuesto y con la mayoría de Morena y sus aliados no se ve que haya quien pueda modificar lo que propuso el Ejecutivo. 

Las consecuencias de la irresponsabilidad de la clase política mexicana, por desgracia, tendrán costos en la vida de todas y todos.

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