Como si algo nos faltara: se disparan los linchamientos en el país

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De 2017 a 2018, la cifra creció 134%

“¡Dénle en la cara!”, dicen habitantes de un fraccionamiento en Coacalco, municipio del Estado de México, mientras golpean a un presunto asaltante. En el  video que circula en redes sociales desde el 17 de abril se escuchan los gritos de las personas: “¡Aquí no vengas a robar ni madres!”.

Segundos después, aparece otro presunto asaltante, ahora los dos yacen en el piso mientras son golpeados e insultados, pues según quienes los sometieron, intentaron robar una tienda de abarrotes y antes asaltaron un camión. Tras varios minutos de golpes, la Policía Municipal de Coacalco llega y los rescata.

Tras asegurarlos, en lugar de presentarlos al Ministerio Público, primero los deben llevar al hospital de la zona.

Lo que la gente de Coacoalco quizás no sabe es que cometieron también un delito. El artículo 17 de la Constitución Mexicana dice que “ninguna persona puede hacer justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho”. Se castiga con cárcel de seis meses a siete años.

En las últimas dos décadas incrementaron este tipo de delitos, los famosos linchamientos, hemos pasado de los 27 casos que se dieron en todo el país en 1997, a 246 en 2018, según documenta un informe del Senado de la República. Pero los últimos años han sido los peores. Entre 2017 y 2018, los linchamientos se dispararon 134%. Ocho de cada 10 sucedieron en Puebla, Estado de México, Tabasco, Ciudad de México e Hidalgo, de acuerdo con un informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

Otro reporte, pero elaborado por el Senado de la República indica que en el 63% de los casos, las personas a las que lincharon habrían cometido un robo; el 20% atropellaron a alguien o tuvieron un accidente de tránsito; 8% fueron acusados de cometer violación, asesinato y 9% de secuestro.

¿Por qué tanta furia?

La principal causa de los linchamientos es la crisis de autoridad, por el aumento de robo con violencia, el secuestro y los abusos de miembros de los cuerpos policiacos, explica Raúl Rodríguez Guillén, sociólogo de la Universidad Autónoma de México (UAM), quien estudia este fenómeno desde hace dos décadas.

“La violencia es, a fin de cuentas, ausencia de autoridad, y señala los límites que los miembros de una comunidad o un pueblo están dispuestos a tolerar antes de tomar medidas directas y drásticas, como son los linchamientos”, apunta Guillén.

Hay personas en la academia que plantean, sobre el origen de los linchamientos, que ocurrían con mayor frecuencia en zonas rurales e indígenas, donde la población ejercía su propia forma de autodefensa por los usos y costumbres de sus comunidades.

Esta teoría ha sido rechazada por Guillén: “Los usos y costumbres no son la causa del fenómeno, que tampoco está asociado al carácter rural de las comunidades. Diferimos de quienes afirman que esa es la causa de los linchamientos, y recurrimos a varios ejemplos de linchamientos en zonas netamente urbanas”.

No son casos aislados, es el sistema

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha encontrado en los casos de linchamientos algunas constantes, entre las que destacan “falta de confianza en la policía y el sistema de justicia, además de la impunidad de la que disfrutarían los autores de crímenes”.

Una antropóloga de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Elsa Godínez, sostiene que las autoridades federales y estatales deberían tener un protocolo de respuesta inmediata para los casos de linchamiento, sobre todo en entidades con alta incidencia, como el caso de Puebla.

Asegura que el fin de este protocolo debe ser: “reflexionar con la comunidad sobre las causas del hecho; este plan debería de considerar un programa educativo, talleres de paz y disculpas públicas. No hay que estigmatizar, sino educar”.

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