El fin del cigarro…o no

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¿La tecnología podría desaparecer al tabaco?

Por Erika Flores

En el siglo XXI el mundo ha sido testigo de cómo la tecnología ha desplazado algunos productos que parecía nos acompañarían por siempre: la fotografía en papel fue sustituida por la digital; los periódicos físicos, que antes dejaban la huella de la tinta en los dedos de sus lectores, ahora se leen en dispositivos electrónicos. ¿Será posible que la historia se repita con los cigarros tradicionales ahora que se pusieron de moda de los vapeadores (cigarrillos electrónicos)?

En un estante de cajetillas de cigarros donde hay 10 marcas diferentes, cinco pertenecen a Philip Morris, empresa líder en la industria del tabaco en el mundo. Es la misma que nueve meses atrás dijo “adiós” al cigarro tradicional para sustituirlo con productos de tabaco que no generen humo. 

El tabaco, aunque de origen ancestral, inició su en comercialización como cigarrillo tradicional en la década de los 20 del Siglo XX, aunque fue hasta los años 50 que se popularizó, gracias a las grandes estrellas de Hollywood, como Humphrey Bogart o Clark Gable que hicieron del cigarrillo su sello, de su mano el tabaco pasó de ser moda, a formar parte de la cultura.

El cigarrillo fue popular y permitido durante varias décadas, hasta que en los años 80 del Siglo XX, investigaciones científicas concluyeron que ese producto era uno de los principales culpables del cáncer pulmonar.

Hoy en día, el tabaquismo se considera un problema de salud pública, por el que muere una persona en el mundo cada seis segundos. Cada año mueren 5.4 millones de personas ligadas al tabaquismo y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que –a menos de que se implementen medidas urgentes– para el año 2030 serán ocho millones, principalmente en países en desarrollo. En total, de seguir con este ritmo para finales del siglo XXI habrían muerto mil millones de personas en el mundo, casi la población de China.

La empresa –una de las transnacionales más importantes en el mundo– asegura que tomó está decisión pensando en la salud pública con productos de menor riesgo.

Phillip Morris no da señales de querer abandonar el mercado del tabaco que, solo en México representa 81 mil 132 millones de pesos anuales y en el mundo más de 760 mil millones de dólares (sin contar China). De ser una economía, la industria del tabaco sería la número 20 del mundo, por encima de países pobres y otros como Suiza o Noruega, al comparar el Producto Interno Bruto que reporta el Banco Mundial.

El gobierno mexicano ha intentado desincentivar el tabaco incrementando los impuestos por cajetilla: de los 50 pesos, promedio, que vale una cajetilla, dos terceras parte son de impuestos.

Adaptarse o… ¿innovar?

Los vapeadores o cigarros electrónicos parece ser la última tendencia entre los jóvenes y venden la promesa de causar menos daño que un cigarrillo tradicional.

Los involucrados en el sector salud no opinan igual. Luz María Galicia, neumóloga de la Clínica del Fumador del IMSS, advierte que aún se está haciendo estudios sobre los efectos de los vapeadores y aunque estos estudios son, por ahora, con pequeñas muestras de pacientes, “los resultados revelan que sí causa daño pulmonar por contener sustancias que expuestas a las altas temperaturas con que se quema la nicotina líquida generan propileno, un químico que es cancerígeno, así como otros que también son tóxicos para el pulmón”, advierte.

Cuestione consultó algunos artículos del Colegio Real de Médicos de Reino Unido, entre 2016 y 2017, relacionados al uso de cigarros electrónicos y, en general, informan que si bien hasta la fecha no se han documentado daños provocados por el cigarro electrónico, eso no significa que no pueda haber riesgos a la salud a largo plazo.

Miguel Ortega, gerente de la tienda de cigarros electrónicos Vapormex, asegura en entrevista con Cuestione que a pesar de que este mercado aún no está regulado, se encuentra en expansión: “Nuestra clientela son principalmente fumadores en búsqueda de alternativas menos dañinas, adultos jóvenes (principalmente hombres) de entre 21 y 40 años. Lo que más vendemos son kits de inicio y equipos básicos, que asisten a los fumadores para hacer esta transición (de abandonar el cigarro convencional)”, dice.

Ortega afirma que los cigarros electrónicos causan 95% de menos daño que los cigarros tradicionales y que, además, “no generan daños de segunda mano, es decir, el humo que afecta a los no fumadores”.

Para mantenerse en el mercado del tabaco que ahora parece competir con el cigarrillo electrónico, Phillip Morris ofrece IQOS, una pluma electrónica que calienta a un cigarrillo de tabaco a 350 grados centígrados, sin quemarlo, para que en lugar de humo genere vapor con nicotina, que no deja olor.

¿Qué pensaría el vaquero de Malboro, su marca emblema de fumar en plumas electrónicas?

Por ahora IQOS –aquí verás cómo funciona– solo se comercializa en México vía internet con un costo entre mil 500 y dos mil pesos.

“Nuestra política es siempre disuadir, a quienes no fuman, de usar cigarros electrónicos”, asegura Ortega. “Y asistir, a quienes sí fuman cigarrillo tradicional, para migrar a productos menos dañinos. El impacto a la salud sería muy positivo si todos hicieran el cambio; y si, además, México implementara una regulación congruente a este mercado, generaría un gigantesco ahorro al sector salud”.

La clínica del fumador

A esta clínica, ubicada en el Centro Médico Siglo XXI, llegan pacientes que fuman de tabaco con daño pulmonar o vascular que, por prescripción médica, deben dejar esta adicción. De 150 pacientes que llegan al año poco más de la mitad se rehabilita, el 30% recae y el 20 sigue fumando, aunque en menor medida, dice Galicia.

A la clínica aún no llega ningún paciente por adicción al cigarro electrónico. “Es muy prematuro aún”, opina la experta, “pero dado que este producto no es accesible para todos ni está completamente distribuido en todo el mundo, no creo que pueda desplazar al mercado del cigarro tradicional, cuyo nivel de venta es impresionante. Además la gente aún duda sobre la seguridad o no del electrónico”.

El lugar está adscrito al Instituto Mexicano del Seguro Social IMSS, pero no es el único, pues algunos hospitales privados cuentan también con una clínica que ofrece este servicio, lo que habla de la penetración de esta adicción en México que, según datos de Salud-Hable, hasta el año 2015 contabilizó en 16.3 millones de personas en México con este hábito.

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