El “No” que cambió la historia de Chile

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A 30 años del fin de la dictadura militar en Chile

La infancia de Mauricio Weibel y de muchos chilenos transcurrió bajo la dictadura militar instaurada por Augusto Pinochet, desde 1973, tras el golpe de Estado asestado al gobierno del presidente Salvador Allende, y hasta 1990.

Para ellos, el miedo, la incertidumbre, los susurros para hablar de política se habían convertido en lo cotidiano. A medida que se acercaba el 5 de octubre de 1988, día del plebiscito que podría refrendar otros ocho años bajo el mandato de Pinochet o abrir la puerta a unas elecciones, parecía traída de una realidad etérea.

“Se respiraba una atmósfera bastante tensa. La mayoría creíamos que la dictadura militar no respetaría el triunfo del “No”. Ya se sabe que Pinochet pidió a los generales que no lo reconocieran”, recuerda Weibel, entonces estudiante universitario y hoy un reconocido periodista, autor de libros como “Los niños de la rebelión” y “Ni orden ni patria”.

Cuando Fernando Matthei, miembro de la Junta Militar, reconoce esa misma noche del 5 de octubre que había ganado el rechazo a otro término de Pinochet, con 56% de los votos, la incertidumbre se transformó en risas y los desconocidos por un momento se volvían hermanos que se unían en abrazos.

Por primera vez, en 15 años, parecía que sería posible volver a creer en un nuevo régimen, en el que la policía y los militares no ficharan niños; donde la Caravana de la Muerte, responsable de la muerte de opositores políticos, no volvería a salir de paseo.

“La dictadura instaló la desconfianza en Chile. Los horrores ocurrieron porque lo que se quiso fue instalar una nueva relación de economía, estado y sociedad, en la que el neoliberalismo era impuesto a balazos”, recuerda Weibel.

Un año después del “No” histórico, se celebraron las primeras elecciones presidenciales desde las que ganó el derrocado Salvador Allende en 1970, de las que resultó electo Patricio Aylwin, para el término 1990-1994.

Pero aunque Chile recuperó su libertad democrática, las secuelas del pinochetismo se viven hasta el momento: “Nos heredó un sistema neoliberal extremo, donde el agua o la electricidad fue privatizado”, advierte Weibel. “Hemos pasado por un proceso largo, intentando recuperar esos derechos, porque son grandes empresas que se han fortalecido con el tiempo”.

Los cambios instaurados por la dictadura militar fueron profundos, tanto que hasta el presente modelan y afectan la vida de los chilenos”, advierte Viviana Bravo Vargas, experta en Estudios Latinoamericanos de la UNAM.

“En los últimos años, la economía de este país ha crecido rápidamente, es cierto, pero cabe preguntarse ¿hasta qué punto han sido democratizados esos beneficios económicos? Según las cifras, Chile se encuentra entre los peores evaluados en cuanto a la distribución equitativa del ingreso, en tanto las tasas de sindicalización son bajas y la inestabilidad laboral aumenta”, agrega.

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