“El patriarcado se va a caer”, corearon en la marcha 8M

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“Marcho para agradecer a las mujeres que han luchado por mis derechos. Porque gracias a ellas soy libre y puedo caminar por la calle, pero marcho también para que mis hijas y mis nietas puedan tener más derechos aún”, dijo una joven que participaba en la marcha, como muchas, con pañuelo verde al cuello.

Su  nombre es Elvira y tiene 22 años. Ella es una de las miles de mujeres que salieron a marchar en la Ciudad de México este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, que conmemora la lucha de las mujeres por alcanzar sus derechos.

“Se va a caer, se va a caer, el patriarcado va a caer… Arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer”, corea un grupo de chicas en las escaleras del Ángel de la Independencia. Son las tres y media de la tarde y decenas de ellas comienzan a llegar a la cita.

El Ángel, centro de celebraciones futboleras, de protestas sociales, set fotográfico de quinceañeras y selfies, es también la médula de la concentración de las mujeres que van a marchar vestidas con una prenda verde o morada, los colores feministas.

Las pañoletas verdes son las que más llevan en el cuello o en la cabeza para cubrirse del sol y son ofertadas en 15 pesos por comerciantes que llegan también a la cita. El verde ha sido bandera globalmente para demandar educación sexual, acceso a anticonceptivos y aborto legal.

Aunque se esperaba que la marcha saliera a las cuatro de la tarde, el primer grupo sale 15 minutos antes. “Mi cuerpo es míoyo decido, tengo autonomía!” y “¡Y te dije que no! ¡Pendejo!, ¡no!”, son las primeras consignas de la marcha .

La marea morada y verde comienza a circular por la avenida Paseo de la Reforma, la cual también se tiñe de morado por sus árboles de jacarandas, un contraste que se verá después en las fotografías aéreas de los drones que sobrevuelan la zona.

Atrás del contingente radical va un grupo de chicas de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, quienes se unen al grito de “¡La que no brinque es Lily Téllez!”, en referencia a la senadora que en días pasados dijo que se debería castigar el aborto, pues lo considera un asesinato.

Están también un grupo de mujeres que lleva pancartas que dicen “Sin estancias no” o “Ya estamos en la 8T”. Ellas marchan porque están en contra del recorte al presupuesto para las estancias infantiles, igual que un contingente a favor de los refugios para las mujeres, niños y niñas víctimas de violencia.

“¡Porque vivas se las llevaron, vivas las queremos!”, es el coro de madres y padres de familia que marchan contra los feminicidios, como Salvador Sampedro, padre de Victoria Pamela Salas, quien fue asesinada en agosto de 2017 por su novio. “Marcho para pedir justicia para mi hija, para no olvidarla”, dice Salvador, con la voz entrecortada y los ojos rojos. Junto con Consuelo Salas, su esposa llevan una pancarta con la foto de Pamela, y recuerda que su hija la mataron el día de su cumpleaños número 23.

“Marcho porque nos están matando”, dice una joven que va atrás del contingente. “Cuando salgo a las calles quiero sentirme segura, quiero llegar viva a mi casa”.

Entre los contingentes también hay personas transexuales, homosexuales, lesbianas y un grupo de la comunidad LGBTTI, porque ésta, recuerdan “también es una marcha por la igualdad”.

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El primer contingente llega al Zócalo capitalino a las cinco de la tarde, el último llega a las siete y media. Algunas no llegan hasta allá y se quedan en Bellas Artes, donde un colectivo de familiares de víctimas de feminicidios instala un “antimonumento” para denunciar los feminicidios en el país.

“Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente”, continúa un colectivo sobre Avenida 5 de Mayo. A un kilómetro, en el Zócalo, las mujeres que llegan se esparcen en la explanada y toman el asta bandera para escribir consignas como ¡Ni una más!.

Algunas se sientan en grupo después de haber caminado por tres horas para exigir respeto a sus derechos, como Elvira, otras acompañan a los familiares víctimas de feminicidios quienes terminan de colocar el anti-monumento hasta las ocho de la noche. 

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