¿Leyeron el último libro de Denise Dresser?

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Más valdría porque ya ven que #plagio

Un rumor que creció y creció dentro de las paredes del Instituto Tecnológico Autónomo de México, finalmente escapó, llegó hasta la redacción de Cuestione e involucra a una de las profesoras más mediáticas de ese partido político, perdón, de esa universidad.

Resulta que, además de consultarle a sus alumnos, cuando se le cruzó por la cabeza la loquera de ser candidata a la presidencia (dicen que los de Relaciones Internacionales la aplaudían y los de Ciencias Políticas miraban a otro lado), a la opinadora Denise Dresser se le conoce por jovenear a sus alumnos a la voz de: “No puedes opinar si no tienes un doctorado”.

Todo parece indicar, pues, que Gibrán Ramírez, a quien acusó de ser vocero de la 4T y luego lo “juveneó” en el programa “Es la hora de opinar”, de Leo Zuckerman, no es el único ni el primero al que le aplica la descalificación a priori.

Pero este no es el único episodio escandaloso en la vida de Denise. Basta recordar cuando le tronó los dedos a Gabriela Cuevas y Zoé Robledo en un evento público en el que ambos eran integrantes del panel. El bonito momento quedó registrado para la posteridad en las “benditas redes sociales”:

También, alguna vez amenazó con demandar por difamación a quien compartiera un tuit que la acusa de traidora, por haber participado en un desayuno en la embajada de EU, información que apareció en un cable de Wikileaks.

Como la doctora le sabe a todo y de todo, también difundió que René Bejarano sería el encargado de crear una estructura nacional para implementar los programas sociales del presidente Andrés Manuel López Obrador. Fue corregida por la secretaria del Bienestar, Maria Luisa Albores en, claro, Twitter:

Y cómo olvidar cuando fue acusada (junto con el escritor y exfuncionario calderonista Jorge Volpi) de plagiar el libro “America: The Book”, para hacer el que ellos firmaron y le pusieron: “Todo lo que un mexicano quisiera (no) saber sobre su patria”. Ah, también la acusaron de plagio por copiar un artículo de El País. Por cierto, su disculpa fue épica:

Con estos bellos antecedentes, valdría la pena que editores, periodistas, alumnos y exalumnos de Dresser le echen una leída con lupa a su nuevo libro “Manifiesto mexicano: cómo perdimos el rumbo y cómo recuperarlo”. No vaya siendo que se encuentren con algún otro chistecito de esos que a la politóloga le encanta plagiar, perdón, copiar, perdón, citar. 

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