Lo que el neoliberalismo se llevó

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Trajo millones de pobres y 16 hombres ricos nos dejó el neoliberalismo

“Es el momento de expresar, aprovechando este foro, que para nosotros ya se terminó con esa pesadilla que fue la política neoliberal, declaramos formalmente desde Palacio Nacional el fin de la política neoliberal”, según declaró el presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado 17 de marzo.

Pero… ¿cómo hizo en un centenar de días para acabar con un régimen que lleva casi medio siglo consolidándose desde el gobierno federal y la élite empresarial en nuestro país?

A ver, primero ¿qué es el neoliberalismo?

El neoliberalismo es una corriente de pensamiento nacida en Estados Unidos que dice: entre menos intervenga el Estado en el desarrollo económico del país y la acción para las empresas (incluyendo la apertura al mercado exterior), mayor crecimiento económico.

Sus principales impulsores dentro de los gobiernos fueron Margaret Thatcher (primera ministra de Reino Unido) y Ronald Reagan (presidente de EU).

Con el paso de los años, este pensamiento permeó los grupos gubernamentales de varios países que decidieron instaurar políticas económicas basadas en estos principios.

Todo muy bien para las grandes potencias, pero no tanto para los países en vías de desarrollo, como México.

Para esas naciones, con grandes endeudamientos con los países ricos, el neoliberalismo fue una receta que les dictó el país del norte para organizar la explotación de los recursos naturales, humanos y financieros.

¿Con qué objetivo?

Pues para asegurar el pago de la deuda externa, garantizar la supervisión de su economía por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) y mantener una mayor penetración del capital extranjero en su territorio, según el texto Política Económica de México 1982-2000, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

¿Qué pasó en México?

En el país, el neoliberalismo ya como política económica llegó al poder junto con el expresidente Miguel de la Madrid (1982-1988), quien estudió una maestría en Harvard, una de las cunas teóricas del pensamiento neoliberal.

Durante su gobierno, De la Madrid redujo las empresas del Estado de mil 155 a 413. Para 1987, la deuda externa de México (pública y privada) había crecido hasta casi 100 mil millones de dólares, además el peso mexicano enfrentaba una de sus peores crisis.

Además, el entonces presidente firmó un compromiso o carta de intenciones con el FMI en el que se comprometió, entre otras cosas, a flexibilizar la política de precios; flexibilizar el control de cambios; abrirse a las mercancías del exterior y eliminar del proteccionismo a nuestra industria.

Esta política continuó de manera sostenida durante las administraciones priistas que siguieron, principalmente con Carlos Salinas de Gortari, quien firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte para garantizar la apertura de los mercados.

El expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León también tuvo un papel importante al firmar 10 acuerdos comerciales, entre ellos el Tratado de Libre Comercio con el Triángulo Norte y el de la Unión Europea.

Lo bueno que sí nos dejó el neoliberalismo fue que con el TLCAN, México participó en una de las áreas de libre comercio más grande del mundo que generó una cuarta parte del PIB mundial, y esto le permitió exportar 374 mil millones de dólares en 2016.

Las exportaciones hacia Norteamérica, representaron 37.9% del PIB nacional, pero además del intercambio monetario y de productos con otros países, esto trajo la generación de miles de empleos en diferentes industrias.

¿Y qué onda con el PAN?

Los dos sexenios del Partido Acción Nacional también siguieron en la línea neoliberal.

Aunque algunos especialistas dicen que fue por la inercia del proyecto que fincó el PRI y la autonomía del Banco de México, quienes han presidido ese partido tenían sus propios intereses al respecto: instauraron proyectos de inversión extranjera, como el Plan Puebla – Panamá, y otorgaron importantes concesiones a empresas privadas vinculadas con ellos. Como el llamado grupo “Los amigos de Fox”, círculo empresarial que trabajó y financió la campaña del expresidente.

Todo mal con México

La aplicación de la política neoliberal mexicana es centralizada, incompleta, injusta y depende en exceso del capitalismo externo, de acuerdo con El neoliberalismo en México, ¿éxito o fracaso?, un análisis del economista y académico José Silvestre Méndez Morales.

¿Qué salió mal? Bueno, primero el FMI nos agarró en curva con la deuda externa y otros préstamos del FMI, eso obligó a México a mantener las concesiones al capital externo.

Luego, el Estado no consultó sobre las políticas económicas a los diferentes grupos, desatendió las necesidades de regiones no céntricas y favoreció a los capitales extranjeros por encima de los nacionales.

Según el análisis del economista, el Estado es incongruente: por un lado ejerce controles al salario mínimo pero libera y aumenta los precios de los productos; depende en exceso de la inversión extranjera, a quienes les da facilidades fiscales; favorece la privatización de prácticamente todas las actividades económicas del Estado; favorece a grupos empresariales ricos y ligados a la esfera política en perjuicio de la mayoría de la población; y privilegia la idea de modernización por encima de sus consecuencias negativas.

Los efectos: desigualdad social y pobreza

En lugar de traer oportunidad de mercado a todas las personas, lo que dejó el neoliberalismo en México fue la concentración de la riqueza y desigualdad social.  

Según datos de la organización Oxfam México, sólo hay 16 personas multimillonarias en el país, quienes a lo largo de los años han aumentado la magnitud de sus riquezas.

En 1996 el poder económico de estos multimillonarios equivalía a 25 mil 600 millones de dólares, pero ahora es de 142 mil 900 millones de dólares.

¿Quién tiene tanto dinero?

En 2002, la riqueza de cuatro mexicanos representaba 2% del Producto Interno Bruto de todo el país, y de 2003 a 2014 el porcentaje subió a 9%.

Carlos Slim en la telefonía; y Germán Larrea y Alberto Bailleres en la industria minera son algunos de los pocos multimillonarios que han hecho sus fortunas a partir de sectores privados, concesionados y/o regulados por el sector público, según Oxfam.

“Estas élites han capturado al Estado mexicano, sea por falta de regulación o por un exceso de privilegios fiscales”, analizó la organización.

Mientras, al resto de las familias mexicanas no les alcanza desde hace muchos años ni para la canasta básica.

Según Oxfam, entre 1996 y 2014, el PIB por persona sólo creció alrededor de 26%, muy por debajo de lo que aumentaron las fortunas de los multimillonarios mexicanos.

De acuerdo con el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social -entre 2008 y 2016-, la pobreza en México aumentó en 3.9 millones de personas, y entre 1992 y 2016 no hubo mejoras permanentes en el bienestar de los hogares.

“La desigualdad en la distribución del ingreso se ha mantenido elevada y no se observan factores económicos, como una mejora en la productividad, que permitan suponer un cambio en esta tendencia”, concluyó el Coneval.

¿Continuidad de la política neoliberal?

López Obrador prometió desde su campaña el fin del régimen neoliberal, y -según él- ya lo consiguió en los casi cuatro meses de su gobierno.

Sin embargo, hasta ahora no ha impulsado ninguna política que transforme de tajo ese modelo económico, por el contrario, sus decisiones lo fomentan y continúan.  

Por ejemplo, las consultas populares -la fórmula que encontró para hacer valer la opinión ciudadana- han servido para consolidar y legitimar proyectos que iniciaron en administraciones pasadas, como la termoeléctrica en Morelos, a la que la comunidad directamente afectada se opuso desde varios años atrás.  

Por otro lado, el acuerdo comercial T-MEC (el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) sustituirá al TLCAN bajo prácticamente las mismas condiciones de apertura de mercados; no obstante, en días pasados López Obrador se reunión con el yerno de Donald Trump, Jared Kushner, para asegurar mayor inversión para México.

Y un ejemplo más: al quitar los subsidios a las estancias infantiles y entregarlas a las familias -quienes de por sí ya enfrentan crisis de cuidado al interior de los hogares- para que paguen los servicios de cuidado donde mejor les parezca ¿el Estado no está dejando a la inversión privada una responsabilidad en materia de cuidados y equidad de género que antes asumía?

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