Voces del feminicidio resisten desde la periferia

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Angy perdió a su mamá y hermana la misma noche. 

Su mamá, Angélica Ramírez, tenía 42; su hermana Karla Esteves, 16. Fueron asesinadas el 21 de abril de 2019, después de salir de una fiesta en la colonia Jardines de Morelos, en Ecatepec, uno de los municipios más peligrosos del Estado de México. Sus cuerpos fueron encontrados a tan sólo tres kilómetros de su casa, en un terreno baldío. 

Angy, hoy de 23 años, no salió con ellas esa noche porque tenía que cuidar a sus dos hijas pequeñas, a las que está segura habría dejado huérfanas si hubiera acompañado a su mamá y a su hermana aquel día.

Angy es madre soltera. Su mamá y su hermana cuidaban a sus dos hijas para que ella pudiera salir a trabajar. Con ellas se sentía menos sola. 

En el Estado de México han asesinado a más de 15,000 mujeres en los últimos cinco años. Hay lugares en donde la violencia feminicida se arraiga, pero otros, como Ecatepec, en donde hace su casa. Por eso no es raro que la geografía de esta entidad ahora esté marcada por fosas clandestinas, en donde avientan los cuerpos de sus víctimas, como el Río de los Remedios o el Canal de Chalco.

La fosa ilegal más recurrente en Ecatepec es el Puente de Fierro. Debajo han sido encontrados los restos de más de 50 mujeres en los últimos años. Por eso este 8 de marzo la marcha arrancó desde ahí. 

Las mujeres que marchan en la periferia buscan hacerse presentes en el mapa, descentralizar las protestas que regularmente ponen los ojos en la Ciudad de México, en los encapsulamientos, en el Zócalo, en los monumentos y las pintas. 

¿Pero, ellas? Las mujeres del Edomex van cargando a sus muertas, mientras que los gobiernos estatal y federal se lavan la cara con Alertas de Género que no han detenido la ola de feminicidios. 

Ser mujer y habitar en la periferia no sólo es sentir que estás en una tierra feminicida. Es recorrer trayectos de hasta tres horas para ir a trabajar o estudiar a la ciudad. Sortear combis, micros, abusos, asaltos, la vida, la muerte.

Angy quiere que la justicia llegue a los tres asesinos de su mamá y su hermana. A uno de ellos, menor de edad, lo sentenciaron con una pena de cuatro años por el feminicidio de las dos. Los otros dos aún no tienen sentencia.

Mientras la justicia llega, Angy vive con miedo por las constantes amenazas de muerte desde hace dos años por parte de la familia de los feminicidas, y también con el acoso, pues ha descubierto en más de una ocasión que la vigilan desde un coche cerca de su casa. 

Pero hoy no. Este 8 de marzo se sacudió el miedo para tomar las calles. Quiere vencer el temor que siente todos los días de dejar huérfanas a sus hijas, como ella también quedó. 

A un lado de ella también marcha Claudia Fernández, mamá de Fernanda Cervantes y originaria de Ecatepec, asesinada el 26 de agosto de 2018 en la Colonia CTM Risco, en la alcaldía Gustavo A. Madero. 

Fernanda tenía 17 años y vivía con su mamá en Ecatepec. Soñaba con ser licenciada en Criminalística, una carrera que la ayudaría a resolver crímenes como el de ella. El día de su asesinato, estaba en la casa de su papá, en Gustavo A. Madero. Salió a la tienda pero ya nunca volvió. 

“Me la arrebataron. Fernandita estaba desnuda por completo en un andador. La golpearon en todo el cuerpo”, dice su mamá. A ella no le da miedo salir a marchar por el coronavirus, su temor es perder a sus otras dos hijas. 

Más rabia que temor.

Detrás de ellas camina Sandra, de 20 años. “Una se vuelve feminista con su propia historia”, se lee en su pancarta. Sandra y su mamá fueron violadas. Ella cuando tenía 15 años y su mamá cuando era aún más pequeña. Además de la sangre, comparten el mismo dolor.

Angélica, Claudia y Sandra caminaron con otras 70 mujeres este 8 de marzo hasta llegar al Palacio Municipal de Ecatepec y exigir justicia. “La periferia existe porque resiste”, se leía en varias pancartas. 

Aquí también se colocaron vallas metálicas alrededor del edificio de gobierno, pero fueron derrumbadas por las manifestantes para pintar en sus monumentos “Edomex feminicida” o “Ni una más”.

No hubo policías que las detuvieran o encapsularan porque –dicen– el morenista Fernando Vilchis, actual presidente municipal de Ecatepec, busca reelegirse en las próximas elecciones del 6 de junio. “No le conviene reprimirnos ahorita porque quiere cuidar su imagen”, dice una de ellas.

La periferia no es sólo un lugar invisible para la cobertura de los medios de comunicación, a pesar de que en su territorio se han matado a miles y después tirado sus cuerpos en lotes baldíos, canales, lagos y ríos. 

Es el terreno feminicida.

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