¡Arriba las manos! ¡Entrégueme su Afore!

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Esta es la amenaza

En estos tiempos difíciles de pandemia y de crisis económica hay que cuidar mucho nuestra salud y nuestra cartera. Los contagios por COVID-19 aumentan y los robos por la inseguridad pública también. Pero cuidado, debemos de estar atentos a todas nuestras posesiones, desde las monedas que llevamos en la bolsa, hasta los miles de pesos que tenemos en nuestras Afores (fondos para el retiro). 

Unos y otros son nuestros y solo nuestros. Nadie nos los puede quitar y ambos los necesitamos para comer, algunos hoy y otros dentro de algunos años, pero ambos son indispensables. 

¿Qué son las Afores? 

Las Afores son administradoras de fondos para el retiro, creadas en 1997. Son personas jurídicas (no todas son privadas, también hay una mixta y una totalmente pública), cuya única función es administrar el dinero que mensualmente los patrones, los trabajadores y el gobierno le entregan por cada uno y para cada uno de los trabajadores que cotizan en el IMSS o en el ISSSTE. 

Ojo, cada una de estas aportaciones no son iguales, el que más aporta es el patrón, luego el trabajador y finalmente el gobierno. El total de aportaciones tripartitas mensuales es del 6.5% del salario del trabajador. 

Este dinero está en cuentas individualizadas y una buena Afore es la que invierte mejor el dinero que se le entrega para administrar, de tal suerte que a su vez pueda entregar más dinero a cada persona trabajadora cuando llegue el momento de su jubilación. 

Las Afores están reguladas por el gobierno, a través de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar). Cada Afore cobra una comisión por el manejo de este dinero y así obtienen una ganancia. 

Para dejar en claro la magnitud de la importancia de las Afores, para generar más dinero para los trabajadores, basta decir que en 2019, que fue el mejor año para las Afores desde que fueron creadas, se generaron 450 mil millones de pesos de rendimientos. Esto es un rendimiento del 11% nominal anual. Pocos instrumentos de inversión dan este rendimiento a partir de unos cuantos pesos. 

Antes de 1997 no existían las Afores, lo que existía era un esquema de solidaridad intergeneracional administrado por el Estado. Es decir, los trabajadores que todavía estaban activos financiaban las pensiones de los trabajadores que se jubilaban, para después ellos recibir la misma solidaridad de manos de las nuevas generaciones de trabajadores. A modo de ejemplo podemos decir que hace 30 años, 18 trabajadores financiaban la pensión de un jubilado, para que con el tiempo 324 nuevos trabajadores financiaran la pensión de esos 18 trabajadores. 

Y hubiésemos podido seguir así indefinidamente si no hubiesen ocurrido dos cosas: 

1. La pirámide poblacional se invierte. Como las familias tienen cada vez menos hijos, cada generación hay menos trabajadores en activo, en comparación a la generación anterior, lo que lleva a que la proporción de trabajadores en activo sea insuficiente para mantener la pensión de retiro de las personas que se jubilan. En palabras simples: hay más viejos y menos jóvenes. 

2. Los gobiernos (éste, el pasado, el anterior y el de cualquier país del planeta), en términos generales, son malísimos para hacer crecer el dinero de las personas. Esto debido a que todo político prefiere pensar en la siguiente elección, antes que en la siguiente generación. 

En resumen: en lugar de cuidar el dinero de las personas que se jubilarán en 20 años, prefieren gastárselo pensando en los votantes de hoy. Insisto, esto es verdad para cualquier gobierno de cualquier color de cualquier país. 

Estas dos realidades llevaron a quitarle al gobierno la administración del dinero de las pensiones para el retiro y a crear las Afores donde, como ya dije, cada trabajador tiene su propia cuenta. 

¿Qué bronca hay? 

El problema es que el plan no salió como se esperaba, específicamente en dos temas: monto del ahorro (tasa de aportación) y tiempo de ahorro (densidad de cotización). 

Dicho en palabras simples: desde 1997, las personas que quieran tener una pensión a sus 65 años de vida tienen que haber cotizado durante 1,250 semanas en el IMSS o en el ISSSTE. Esto significa haber ahorrado mensualmente el 6.5% de su salario en un empleo formal durante aproximadamente 24 años. Este 6.5% es la tasa de aportación. A modo de ejemplo: en Israel la tasa de aportación es del 22%, en Colombia del 16%, en Estados Unidos es del 10.4% y en Chile es del 10%. 

Dicho de otro modo, el ahorro en México para pensiones en muy chiquito. Lo que da como resultado que ese ahorro chiquito tiene que juntarse durante muchísimas semanas. Desafortunadamente varias personas no lo lograrán porque el mercado laboral en México hace que los empleados formales constantemente pasen al empleo informal o al desempleo, y cada vez que salen del empleo formal dejan de cotizar y sumar para alcanzar sus 1,250 semanas (densidad de cotización). 

El riesgo es que la mayoría de las personas que cotizan en el IMSS o el ISSSTE llegue a los 65 años de edad, pero sin sus 1,250 semanas de cotización, y su ahorro chiquito del 6.5% no le alcanzará para vivir. Y esto es un enorme problema económico y social para todo el país. 

A río revuelto ganancia de pescadores. 

El insuficiente dinero para las pensiones representa un gran problema, no hay duda de ello. Pero cuidado, eso no quiere decir que estemos hablando de poco dinero. 

Los recursos de los trabajadores administrados por las Afores suman cuatro billones de pesos, esto es algo así como el 17% del PIB del país. Es una fortuna muy apetecible, sobre todo en un país que enfrenta una de las peores crisis económicas de su historia. Y claro, nunca faltan los samaritanos que están dispuestos a sugerir qué hacer con el dinero ajeno. 

Uno de esos samaritanos es la Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS). La CISS es un organismo internacional fundado en 1942 y su objetivo es reflexionar, construir y proponer políticas públicas para garantizar el derecho a la seguridad social. A partir del año pasado y a propuesta del gobierno de México, donde la CISS tiene su sede, el secretario general de este organismo es Gibrán Ramírez Reyes. 

A finales del año pasado, la CISS emitió una nota técnica titulada México: propuesta para un nuevo sistema de pensiones en la cual se propone un nuevo esquema para la administración del dinero de las pensiones de los trabajadores. 

Dicho esquema consiste en terminar con el sistema de cuentas individualizadas y devolverle al gobierno la administración del dinero del ahorro de los trabajadores, para que el gobierno lo invierta en lo que considera conveniente. Cosa que, insisto, ya se intentó en el pasado y salió bastante mal. 

Obviamente no hay nueva atribución al gobierno que no pase por crear más burocracia. En este caso, la nota técnica de la CISS propone la creación de la Comisión Nacional de Pensiones (Conape)

Además, el citado documento, propone echar mano de algunos impuestos, por ejemplo: “Impuesto especial adicional del 2 % sobre los ingresos de las tabacaleras”, “Impuesto especial a las bebidas saborizadas”, “Impuesto especial a la Banca Múltiple”, “Impuesto especial a las bebidas alcohólicas”, “Impuestos al capital” e “Impuesto al carbono”. 

Entre las implicaciones de la propuesta de la CISS está eliminar la Ley de los Sistemas de Ahorro para el Retiro, vigente desde 1996, y expedir una Ley General de Pensiones, la cual necesariamente generará un nuevo esquema de pensiones, que se deberá de sumar a la llamada “generación de transición” (los trabajadores que empezaron a cotizar en el IMSS entre 1973 y 1997) y a la llamada “generación Afore” (los trabajadores que empezaron a cotizar a partir del 1 julio de 1997). 

Aunque imperfecto, el sistema de las cuentas individualizadas debe de ser protegido porque ahí está nuestro dinero. No es dinero de las Afores ni del gobierno. Es nuestro. Y si se le mete mano desde la ignorancia o, peor aún, desde el oportunismo, las consecuencias podrían ser catastróficas. 

Siempre se puede estar peor y podemos brincar del sartén para caer en el fuego. 

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