Exorcizando la Casa Blanca

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Se ha cumplido ya el plazo para la certificación de las elecciones en los Estados Unidos. El pasado 8 de diciembre fue el límite legalmente establecido para que los estados resuelvan controversias y certifiquen el resultado electoral para, entonces sí, reunir al Colegio Electoral.

En términos estrictos el presidente de los Estados Unidos no será electo sino hasta el lunes de la próxima semana; esto a pesar de que comúnmente sabemos con anticipación el resultado debido a que los resultados en los estados son tradicionalmente aceptados y reconocidos como concluyentes sin grandes desafíos político-legales (hasta hoy día). 

Sin excepción, los 50 estados presentaron sus certificaciones sin alteraciones y, por ello mismo, el 8 de diciembre también representó un hito que pudo ser utilizado por el gobierno mexicano para reconocer y felicitar a Joe Biden y Kamala Harris por su triunfo electoral. Obviamente esto no sucedió y López Obrador nos mantiene en ascuas, especulando sobre los costos que puede representar este retraso.

Mientras tanto, el proceso de transición presidencial sigue su camino. A pesar de los intentos por parte de la representación legal de la campaña (cuyo liderazgo, Jenna Ellis y Rudy Giuliani,  han resultado infectados con COVID-19) y del mismo presidente Donald Trump, los esfuerzos de judicializar el proceso han fracasado hasta ahora. Todavía intentarán utilizar, muy probablemente sin éxito, a la Suprema Corte como último recurso; aún así parece muy difícil que Trump reconozca su derrota y conceda.

Por su lado, el equipo de transición Biden/Harris sigue haciendo nombramientos intentando maniobrar y equilibrar una vasta cantidad de compromisos adquiridos durante la campaña. Los nombramientos hasta ahora muestran una relevante diversidad racial y de género. Sin embargo, hay otros rubros que parece importante enfatizar. 

Primero, hay que recordar que ante la crítica recibida como miembro del establishment Demócrata y como muestra de un tercer periodo de la administración Obama, la campaña de Biden aseguró no ser más de lo mismo, pero sus nombramientos no incluyen sujetos con propuestas sustanciales de cambio; muy al contrario, entre los nominados están la ex consejera de Seguridad Nacional y el ex jefe de Staff de Barack Obama (Susan Rice y Denis McDonough).

Además, entre los grandes desafíos del partido Demócrata y de la administración Biden/Harris está el acercamiento a las bases radicales del partido que se han visto aisladas e ignoradas en la formulación de políticas públicas. Un ejemplo de lo que representa este desafío es la exigencia sobre Joe Biden de que cancele por medio de una orden ejecutiva 50,000 dólares de deuda por estudiante, a lo que el aún presunto-presidente ha contestado que prefiere una reducción mucho más moderada vía acción del Congreso.

También relevante es la nominación de Katherine Tai como Representante Comercial de los Estados Unidos, ya que será con ella que gobierno y empresas en México tendrán que lidiar en el tema de los compromisos laborales y ambientales incluidos en el T-MEC. Como probablemente veremos pronto, esos temas (especialmente el laboral) serán un hueso duro de roer.

Otro tema del autor: Escampan parcialmente los cielos sobre Washington D.C.

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