La nueva estrategia de política internacional estadounidense

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La semana pasada, el asesor en Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, delineó lo que llamó la nueva estrategia de política económica internacional de los Estados Unidos. Con una exposición en la que elaboró sobre la presentación hecha días antes por Janet Yellen –la secretaría del Tesoro– sobre las relaciones económicas entre China y los Estados Unidos, Sullivan delineó lo que algunos han denominado el nuevo Consenso de Washington.

Pero ¿por qué el asesor en Seguridad Nacional ha dado lo que es, hasta el día de hoy, la explicación más clara de la nueva estrategia de política económica internacional estadounidense?

La razón es clara: el gobierno estadounidense reconoce que los retos económicos (de producción y distribución) generados por la pandemia de COVID-19 y por la invasión rusa a Ucrania hicieron evidentes los grandes desafíos de seguridad nacional contemporáneos y que requieren ser enfrentados con una renovada perspectiva económica internacional.

De manera muy clara, Sullivan afirma que parte central del problema es que aquella perspectiva que proponía la privatización, la reducción de impuestos y confiaba en la autorregulación del mercado ha tocado fondo dejando a los estados con poca capacidad de maniobra económica y a merced de la “incertidumbre energética” y las “vulnerabilidades de las cadenas de distribución” (ya había claros indicios de ello, recordemos que desde 2016 la campaña de Hillary Clinton incluyó una seria crítica al libre mercado).

Los discursos de Yellen y de Sullivan son muy importantes porque, aunque pareciera tarde, la administración Biden/Harris por fin reconoce la falta de una clara política exterior estadounidense de largo alcance (carencia que los Estados Unidos han sobrellevado desde la última década del siglo pasado), y propone una nueva aproximación que reconoce la competencia y desencuentro con China y asume la necesidad de establecer alianzas político-económicas que no sólo garanticen las posibilidades de crecimiento económico a mediano y largo plazo, sino que permitan limitar al máximo el uso político geoestratégico de la producción y las cadenas de distribución.

Siendo así, la nueva política exterior estadounidense parte desde una premisa básica implícita: China goza de una ventaja importante en el acceso a materia prima (especialmente metales críticos para la transición energética) y en el aseguramiento de cadenas productivas y de distribución. El desafío estadounidense no es sólo alcanzar a China, sino generar un cerco que tribute seguridad y para ello han estado trabajando en desplegar una red que incluya los Emiratos Árabes Unidos, India y las economías del G7 (I2U2 y PGII).

Si esta nueva propuesta de política exterior fructifica, el gobierno estadounidense articulará su política industrial y de infraestructura a su política económica exterior con inversiones y alianzas estratégicas que generen un paraguas económico de seguridad nacional.El elemento fuera de presupuesto es aún el flujo migratorio; esto a un día de que comience probablemente la crisis más compleja en su frontera sur.

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