Percepciones y prejuicios

Compartir:

- Advertisement -

De las vidas ajenas no se opina con ligereza, simplemente porque no conocemos las profundidades ni los vericuetos individuales que esas personas transitaron para arribar al presente que juzgamos. 

Ningún ser humano llegó a su situación actual por generación espontánea, siempre hay una historia con decisiones, accidentes, casualidades y golpes de suerte; como bien escribió Antonio Machado y luego cantó Joan Manuel Serrat: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

Sin embargo, a veces se nos olvida que somos seres de percepciones, que interpretamos lo interno y lo externo desde nuestros marcos de referencia particulares, y que esos marcos de referencia son limitados por naturaleza: nadie, por más inteligente, leído, creativo que sea puede saberlo todo o comprenderlo todo.

Este marco de referencia personal está constituido por lo que hemos visto, olido, escuchado, sentido, testificado, aprendido, reflexionado; por nuestras experiencias, lo que nos ha provocado placer, repulsión, miedo, dolor, furia, plenitud, serenidad, decepción, remordimientos, éxtasis, sufrimiento, confianza, desprecio, enfado, desasosiego, asombro, terror, sorpresa, melancolía, admiración, interés; por el lugar en donde nacimos, las oportunidades que tuvimos o no tuvimos, por la influencia de los adultos que nos educaron o no nos educaron y las interacciones o no interacciones con los niños con quienes crecimos; por los libros y las revistas que hemos leído, las personas que admiramos, los lugares que hemos visitado, las conversaciones que hemos tenido, la música que escuchamos, los programas de televisión, radio o internet que frecuentamos, los influencers que seguimos, los amigos con quienes nos juntamos, el arte al que nos hemos acercado o no acercado, etcétera, etcétera, etcétera.

Nuestras ideas, pensamientos, juicios y percepciones son el resultado de todo aquello, por eso para tomar partido por algún país en la guerra, o por un político en una contienda electoral, o por uno de los miembros de una pareja que acaba de romper, o por uno de los involucrados o involucradas en un conflicto específico, es necesario conocer ambos argumentos, puntos de vista y narrativas, y aún así saber que opinaremos desde nuestras limitaciones humanas.

Como nuestro marco de referencia está vivo, se moldea, crece, se expande o se contrae día a día, de manera automática, con las pequeñas determinaciones diarias, tenemos la capacidad de alimentarlo, modificarlo, y mientras más nos comprometamos a enriquecerlo, seguramente tendremos menos certezas, pero más elementos para analizar el entorno, lo que hará de nuestra vida algo suculento, divertido y angustiante a la vez. “En la vida sólo hay dos cosas de verdad irreversibles: la muerte y el conocimiento. Lo que se sabe no se puede dejar de saber, la inocencia no se pierde dos veces”, escribió Rosa Montero en Nosotras

El pensamiento único, hijo de la indiferencia por enterarse, es peligroso, por eso la censura es peligrosa, por eso defender irracionalmente a alguien sólo porque nos resulta simpático o afín es peligroso: ha provocado odios inútiles y con ello genocidios que no debieron ni deben suceder, como el Holocausto, la quema de brujas, la inquisición, la mutilación genital femenina y muchísimos crímenes más.

Estamos en el momento más abundante en información de la historia del mundo, y en vez de aprovechar esa información para abrir el criterio y los oídos a las opiniones contrarias, nos estamos radicalizando cada vez más.

Ha llegado el momento de dejar el ego de lado, de cuestionar las creencias y convicciones y darle paso a la curiosidad por lo opuesto, lo diferente, lo desconocido. ¿No es preferible vivir con consciencia, que dejar que los días pasen sin nuestra intervención?

Más de la autora: De sexo y censura

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.