La parte que no hemos entendido

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8:00 pm del día uno de regreso a la escuela. Recibo un correo de la directora anunciando que en el salón de uno de mis hijos hay un caso positivo y por lo tanto todo ese salón se queda en su casa una semana.

Cabe aclarar que la escuela pidió encarecidamente que se hicieran pruebas PCR para regresar (pero no lo hizo obligatorio) y que obvio llevé a mis hijos el domingo a hacerse la suya sin ni siquiera considerar si era opcional.

8:30 pm posteo en mis redes mi frustración (emputamiento) y la respuesta generalizada es ¡la culpa es de la escuela que no lo hizo obligatorio y cómo la dejó entrar!

A ver…

En primer lugar, vamos a dejar clarísimo el nivel de complejidad de la situación en todos los aspectos. No está fácil para nadie, en ninguna parte del mundo, readaptarse continuamente.

En segundo lugar, que quede claro que en todo lo que se diga hoy en esta columna vamos a dejar de lado a las escuelas públicas, porque esas van en otro costal por el simple hecho de que su realidad es otra, no sin antes entender que si los que tenemos el privilegio de mandar a nuestros hijos a escuelas privadas estamos en este pedo, imagínense dos segundos el nivel del problema que se viene en el sector público (que es la mayoría), en un país en donde los irresponsables a cargo de esos temas han DECIDIDO no vacunar a los niños. Así. Tomaron la decisión de no hacerlo porque “no les pasa nada” y no me quiero ni imaginar cómo se van a poner las cosas, pero sí les puedo hacer un resumen anticipado: se van a poner de la chingada y las personas responsables merecen un lugar especial en el infierno.

Hablemos entonces de las personas que tenemos acceso a pruebas, tratamientos, casas en donde la gente se puede aislar, medicinas, médicos con atención inmediata, escuelas privadas –y en línea si es necesario– más la posibilidad de trabajar de nuestras casas. Sepan que todo eso se llama: PRIVILEGIO y es importante entenderlo como tal y jamás darlo por sentado para entonces poder proceder a lo siguiente.

Como siempre, reitero y reconozco la chamba descomunal de las escuelas y de las y los maestros ante estos últimos dos años y los que nos esperan.

No me voy a cansar de aplaudirles.

Ahora, la escuela de mis hijos en este caso, sí, efectivamente debió de haber exigido pruebas PCR del día anterior y así se lo externé a la directora en respuesta a su mail.

¿Fue un error no haberlo hecho? Definitivamente. Importante también comprender que el hecho de que hagamos pruebas tampoco nos cubre completamente. Pero es un primer e importante filtro.

Sin embargo, me quedo pensando… ¿cómo es posible que deslindemos siempre la responsabilidad de nuestra responsabilidad -valga la redundancia- en otra persona, o en este caso, en la institución?

Lo que quiero decir es que está muy cañón que a estas alturas de la vida -y de la pandemia- sigamos operando bajo la premisa de que solo si alguien nos obliga a algo lo hagamos y eso, para mi, es la diferencia entre la gente civilizada y un cavernícola, me van a disculpar.

El ejemplo perfecto son los papás que si el juez no los obliga, no pagan la manutención… ¿qué pedo con esa gente?

Me rebasa darme cuenta una y otra vez el nivel de irresponsabilidad, de egoísmo, de cinismo y, sobre todo, de falta de madre que tiene tanta gente.

Para bien y para mal, el COVID -igualito que un divorcio- ha sido un sacador de cobre irreversible y contundente de quién es quién como ciudadano del mundo y, en muchísimos casos, la razón por la que nos hemos distanciado de personas que pensábamos que eran pensantes y resulta que son unos perfectos idiotas.

Cov-idiotas, para ser exactos.

Es increíble que tengamos que esperar a que nos obliguen para actuar, pero aún más que incluso en la obligación, haya gente que se las arregle para hacer trampa y falsificar certificados de vacunación, pruebas negativas para viajar -o ir a la escuela- o que no les pasen por la cabeza cosas ya tan obvias como que si regresas de viaje un día antes del regreso a clases -en medio de un rebrote tan demoledor como este del Ómicron- tengas la desfachatez de mandar a tus escuincles al día siguiente -en lugar de guardarte cinco días y hacerte una prueba. 

O las mamis y papis que andan del tingo al tango fiesta y fiesta, cafecito, evento, reunión, todo posteado orgullosamente en Instagram -insisto en medio de este rebrote masivo- y después se quejen de que les da miedo mandar a sus hijos a la escuela o peor tantito ¡los manden! Y ya mejor ni hablemos de los que no se quieren vacunar porque me incendio.

A mi, la infinita pendejez humana ya no me sorprende, pero le voy encontrando representantes mundiales contundentes. Como ya saben quién en su mañanera con un Covid galopante -¿a cuánta gente habrá contagiado?- o el otro que dice que no hay que hacerse pruebas, o los que aún sabiendo que salieron positivos, pero están asintomáticos, andan como si nada por la vida diseminando el bicho. O los que opinan que “¿sabes queee? la verdad ya mejor no nos aislamos y que nos dé a todos de una vez” –escuchado literal con mis orejitas-, como si fuera varicela 🙄.

Quiero aceptar públicamente que en mi desesperación y angustia catastrófica galopante yo confieso también haber pensado eso. Sí. Lo acepto. Pero luego -como los memes de la rana René-  me acuerdo que el COVID no es “una gripita” sino una enfermedad multisistémica que le pega a diferentes órganos del cuerpo sin manual, sin palabra de honor y muchas veces con efectos a muy largo plazo y secuelas nada cagadas y entoooonces regreso a mis cabales y recuerdo que hay que seguirse cuidando y cuidando a los demás.

Efectivamente, estarse haciendo pruebas implica ahora tener un presupuesto familiar especial para ellas. Y duele CABRÓN el codo. Sobre todo si quieres hacerte pruebas confiables en lugar de las patito de $100 pesos y muchas de las caseras que la mayoría de las veces arrojan resultados equivocados por no estar bien hechas o por ser chafísimas.

Pero como me dijo alguien en Instagram: tener madre y responsabilidad no es cuestión de dinero, y me platicó como una persona muy humilde de su pueblo no tenía dinero para realizarse una prueba, pero tenía muchos síntomas y entonces se encerró con su hija durante 15 días. Hizo lo que había que hacer sin que nadie le dijera y no puso de pretexto que no tenía dinero para hacerlo. Lo hizo. Y esa es la cuestión.

Mientras no hagamos lo que tenemos que hacer, sin que nadie nos obligue, esto no va a cambiar.

Y créanme que entiendo la hueva, la codera, el coraje, el trabajo, el sacrificio que implica a veces hacer lo correcto. Lo entiendo a la perfección porque a mi también me da todo eso cuando tengo que, por ejemplo, tomar la decisión de cancelar la conferencia presencial que tenía agendada este mes en Hermosillo.

¡Me ultra cagó!

Pero yo no puedo andar mentando madres por la vida de los covidiotas. No dejar a mis hijos ir a fiestas. Llevar dos años prácticamente guardada y viendo cómo le pegó a los hijos de todos estar encerrados y por otro lado encabezar a un evento de 400 personas en vivo con el pinche Ómicron a todo lo que da.

No.

Ni aunque fuera al aire libre. Ni aunque trajeran cubrebocas. Ni aunque “la mayoría estén vacunados”. Ni aunque hubiera “todas las medidas” -léase tapete “sanitizante” seco y un bote de gel pegajoso que nadie se pone-. Ni aunque eso signifique que una gran parte de mi ingreso mensual –con el que contaba- se fue a la chingada.

No puedo.

Hubo que amarrarse los calzones y tomar la decisión única y exclusivamente porque es lo correcto y porque yo soy responsable de mis actos, sí, pero también soy responsable de lo que mis actos provocan en los demás.

No solo eres responsable de lo que haces.

También eres responsable de lo que NO haces.

Y esa es la parte que no hemos entendido y que me tiene tan frustrada (emputada) hoy.

En el tema escuelas, pues qué les digo, vamos a tener que ser muuuy pacientes en lo que esta ola baja y entender que cada escuela toma la que considera la mejor decisión y nosotros las tenemos que apoyar y hacer nuestra parte.

Ojalá sea cierto que esto va tan rápido que a la larga será positivo y bajará más rápido, pero como en realidad nadie sabe nada de esto desde el día que empezó, la sugerencia es regresar a lo básico y cerrar filas.

Las recomendaciones básicas para saber qué hacer ahorita frente a los síntomas –de parte de mi sensei en la materia Clara Corona Lau, Fundadora y Directora de Biomédica de Referencia que es, solamente, el mejor laboratorio de análisis clínicos de este país:

-Si tienes síntomas contundentes ve y hazte una prueba inmediatamente y aíslate en lo que te dan los resultados. De preferencia PCR que es la que tiene menos margen de error.

-Si no tienes dinero para hacerte una prueba: encierrate y ponte en contacto con un médico. Por lo general son 10 días de aislamiento y solo sal cuando tengas una prueba PCR negativa y estés dado de alta por tu doctor.

-Si estuviste en contacto directo con alguien que te avisó que tiene Covid ESPERA CINCO DÍAS y hazte una prueba TENGAS O NO SÍNTOMAS y quédate en casa esos días. Hacerte la prueba antes de esos 5 días NO VA A SERVIR DE NADA, incluso en algunos casos el virus tarda más días en aparecer. Así que no tiren su dinero. Esperen.

-Sí alguien en tu casa tiene Covid AÍSLALO -o sea, enciérralo en su cuarto – y toma todas las medidas siempre que tengas que entrar en contacto con esa persona.

-TODAS las personas que viven con alguien que sale positivo TIENEN que quedarse en casa 5 días y hacerse una PCR al quinto día antes de poder salir. Esto incluye a las personas que trabajan en nuestra casa.

-Los salones de clases donde hay casos positivos deben de ser enviados a sus casas y esperar 5 días para realizar pruebas.

-LOS ASINTOMÁTICOS CONTAGIAN no lo olviden.

-Lo más importante:

En este momento cualquier cosa puede ser Covid. Así que si se sienten mal de lo que sea, tratenlo como Covid mientras no sepan lo contrario y pónganse en manos de un doctor a la brevedad.

Necesitamos entender el rol que jugamos cada uno en las comunidades a las que pertenecemos y asumir la responsabilidad que eso representa.

No podemos pretender tener un mejor país y un mejor presidente cuando somos los primeros haciendo pendejadas y pensando únicamente en lo que nos conviene a nosotros, así, igualito que el presidente.

Que el privilegio no nos nuble la empatía.

Que el hecho de que tus hijos estén vacunados porque pudiste llevarlos a EUA no te haga olvidar que la mayoría de los niños y jóvenes en este país NO ESTÁN VACUNADOS y que tengas acceso a servicios de salud privados, en un país en donde la mayoría están en el abandono y ante una crisis terrorífica, te obliga a tener consciencia y entender que hay demasiada gente en México que no tiene con qué comprar medicinas, que no está vacunada -ya olvídense “boosteada”- y  que se puede morir, o perder a un hijo, por esto que tu llamas “gripita”.

Cancelen lo que tengan que cancelar. Hagan lo que tengan que hacer y enciérrense si se tienen que encerrar. No quiere decir que hay que vivir con miedo, efectivamente si estás vacunado esta variante no es mayor problema -por el momento y mientras no mute a algo más ojete- pero es urgente hacer lo que hay que hacer. Ni modo.

Así que por favor. De propósito de Año Nuevo tengamos, todos, tantita más madre.

Feliz 2022, espero.

Otro texto de la autora: La nueva dirección de mi papá

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