¿Qué significa marchar?

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Hay personas que el día de la marcha, se despiertan, se visten con una camiseta blanca y llegan solas al lugar de la convocatoria a ver si encuentran con quién hacer coro su protesta. Algunas, no todas, llevarán un elemento, cartel, bandera, en su bolsa o bajo la chamarra.

Hay personas que lo hacen en plan familiar, en combo con amigas, con compañeros, porque coinciden en la causa que convoca la protesta. Y se ponen de acuerdo en su propia logística, cómo llegar, qué llevar, qué hacer durante la marcha y luego de ella.

Hay personas a quienes la indignación ante un hecho les lleva a asumirse como convocantes de otras personas, y son quienes se organizan, hacen logística y se dedican por días y semanas a trabajar por una causa. Consiguen quien patrocine elementos que se necesitan, o hacen coperacha entre su red para hacerse de un megáfono o imprimir pancartas y carteles para repartir.

Hay personas que solas o acompañadas, que con o sin apoyo, encuentran en las marchas la única forma de visibilizar la justicia que hace falta porque sus familiares no aparecen, porque están en la cárcel injustamente, porque a sus comunidades les están vulnerando sus derechos. A estas personas pocas veces se les hace tanto eco como para que sus peticiones realmente sean resueltas.

Hay, y de eso lo sabemos muy bien en México, quienes “marchan al compás del acarreo”. Donde algunas personas con “equis interés”, arman toda la logística operativa: cuántas personas se van a contratar, cuánto se les va a pagar, cuántos camiones las van a llevar y traer, cuántos banderines van a imprimir, cuántas tortas y frutsis van a repartir y, si es el caso, cuánto requerirá si se queda a bloquear un espacio público en forma permanente.

Cuando más personas marchan por las cuatro primeras razones, más sana es “la protesta social”.

Las reacciones ante lo que pasó el domingo en México parecieran demostrar que aún no hemos logrado asumir en forma sana esa protesta social. En más de 25 ciudades, el grupo denominado Chalecos México, junto otros colectivos, convocó a una “Marcha del silencio”. En algunas ciudades asistieron miles de marchantes; en otras ciudades cientos; en algunas más alguien publicó una foto diciendo aquí también pasó algo, aunque solo fueran 10.

No fueron 30 millones en la calle, como las personas afines al gobierno exigían. No.

No fueron las 160 mil que estuvieron en la toma de posesión del presidente en el Zócalo, ni las 100 mil personas que estuvieron en el Estadio Azteca, el año pasado, en su cierre de campaña.

Pero fueron muchas personas. El grupo convocante asegura que sumando todas las ciudades fueron 70 mil. No se si fueron tantas, pero sí, fueron muchas, fuímos muchas.

Y aunque muchas personas afines al gobierno señalaron, de la misma forma en que el presidente lo acostumbra, de fifís, conservadores, y  ______ (ponga aquí el adjetivo que haya leído sobre quienes marchamos)_____, fue un ejercicio ciudadano muy interesante que podemos aprovechar más allá de usar fotografías mostrando cuál tiene más o menos gente o de repetir los mismos videos donde ‘algunos’ expusieron a ‘otros’ que ‘se querían infiltrar.

Muchas de las personas que asistieron a la marcha, salieron por primera vez a protestar de esa forma. Muchas personas encontraron en esta protesta, un espacio válido y seguro para encontrarse con otras con quienes comparte la misma preocupación por la institucionalidad, por el equilibrio de poderes, por el señalamiento permanente del presidente hacia quien piensa distinto. Muchas personas no estuvimos de acuerdo con mensajes que usaron en algunas pancartas, o con el espacio que le dieron los medios a los expresidentes Calderón y Fox para hablar de la marcha, cuando era convocada desde la ciudadanía, no desde ‘sus vocerías’.

Yo marché, como mexicana, en el ejercicio de mis derechos, como una forma de expresarle al presidente que la ciudadanía también puede y debe hacer contrapesos.

Yo marché, como he marchado muchas veces antes por dolor, rabia, frustración o tristeza, o con la voz que quiere decir con esperanza… pero esta vez marché con los oídos que quieren escuchar esas voces diferentes y que quieren ver esos rostros que protestan.

Yo marché y me siento sumamente expectante sobre las dinámicas que la ciudadanía está tomando, porque es necesario ser vigilantes del cumplimiento de las Leyes y del respeto a la institucionalidad.

La única forma de que le vaya bien a México es fortalecer una ciudadanía activa y participativa que rodee a su gobierno para que le vaya bien haciendo lo que por Ley le corresponde: “Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”.

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