Alimentación y cambio climático

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Uno de los aspectos más graves del cambio climático es el impacto que va a tener en la producción y el acceso a los alimentos para millones de personas. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) el cambio climático afectará a 200 millones de familias cuyos medios de vida dependen de la agricultura y la pesca debido al calentamiento de las aguas y las sequías.

Sin embargo, también la forma en la que se producen los alimentos tiene un impacto tremendo en el medio ambiente y concretamente en el fenómeno del cambio climático.

La FAO señala que 30% de las emisiones de gases con efecto invernadero provienen del sector agrícola y forestal.   La deforestación es responsable de 17% de esos gases y la agricultura de 13%.

Por otra parte, 70% de la tierra agrícola del mundo se destina a la producción ganadera, el sobre pastoreo es la principal fuente de degradación de las praderas.

Cada año se pierden 13 millones de hectáreas de bosques debido a la deforestación producida para abrir espacios a los cultivos o para darle uso a las maderas.   

Mientras esto sucede, un tercio de los alimentos que se producen a nivel global se desperdician y para 2050 habrá 9,000 millones de personas que alimentar.

Sin embargo, la respuesta para disminuir el cambio climático también está en las actividades agrícolas ya que el 40 por ciento de la biomasa de la tierra está directa e indirectamente relacionada con los agricultores, silvicultores y pastores.

El avance tecnológico que bien puede ser una pesadilla también es la solución para los problemas ambientales que enfrentamos. Gracias al desarrollo científico hay técnicas novedosas para hacer un uso más eficiente del agua, para hacer sembradíos más equilibrados y en general hacer un mejor uso de los recursos naturales.

Las medidas que se deben tomar son múltiples y en diferentes frentes. Lo importante, en todo caso es adoptarlas cuanto antes y generalizarlas en todo el planeta, para ello, es necesario que haya políticas públicas tanto internacionales como locales que las promuevan y las estimulen.

Desde la instalación de sistemas de riego eficientes que reduzcan significativamente el consumo y el desperdicio de agua, hasta la adopción de sistemas productivos como la agrosilvicultura que integra en una sola unidad productiva el cultivo de árboles, pastos y la crianza de ganado.

En el caso de la ganadería hay enormes áreas de oportunidad porque existen grandes diferencias entre los productores dependiendo de sus prácticas de explotación y sus cadenas de suministro, los productores más eficientes reducen sus emisiones hasta en un 33%, habría que estandarizar las prácticas de ganadería para lograr reducciones significativas en lo que respecta a la emisión de gases con efecto invernadero.

Por último, está la responsabilidad individual de nosotros como consumidores, quienes tenemos la oportunidad de elegir, podemos contribuir disminuyendo nuestro consumo de carne, particularmente la de res cuya producción es la que tiene el impacto más alto en el medio ambiente. No se trata de volverse vegetariano o vegano, simplemente de reducir el consumo de este alimento para darle una oportunidad al medio ambiente.

Evitar el desperdicio de alimentos también es una misión que debemos adoptar todas las personas en lo individual, el desperdicio no solo es inhumano cuando todavía hay personas en el planeta que padecen hambre, sino que también es un crimen ambiental.

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