Bebé Tadeo y el horror

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Estas son historias tan horribles que son difíciles de contar. Son material de pesadillas. Pero suceden en nuestro país y tenemos que hablarlas. Porque callarlas nos hace cómplices del horror.

Hace unas semanas mucha gente se escandalizó porque el gobernador de Nuevo León, Samuel García y su esposa Mariana Rodríguez viralizaron que tomaron a un bebé “prestado” por un par de días del DIF del estado para promover su imagen como buenas personas. Pero mientras eso sucedía y toda la gente hablaba de ello, algo mucho más siniestro estaba pasando.

Un prisionero en una cárcel de Puebla encontró, mientras rebuscaba la basura por un poco de comida, el cadáver de un bebé. Se llamaba Tadeo. Había muerto por complicaciones médicas unos días antes y su cuerpo fue robado de un cementerio en Iztapalapa. 

El niño tenía heridas profundas en el abdomen, pero hasta este momento lo único que tenemos son preguntas. ¿Quién lo robó del cementerio? ¿Por qué lo llevaron al penal de Puebla? ¿Cómo lo metieron sin que nadie se diera cuenta? ¿Por qué a México no parece importarle?

Una de las personas que fueron clave en explicar este caso, y lo que se sabe de él, es Saskia Niño de Rivera, de la organización Reinserta. Hablamos con ella para que nos explicara qué fue lo que pasó.

Nos dijo que este es un caso que exige que el sistema penal en México sea revisado, renovado y combatir los auto gobiernos criminales dentro de las cárceles. Porque esto pudo pasar en un país en que todo falló.

Falló, primero, el control en el cementerio de Iztapalapa. Cuestione visitó el lugar y nos encontramos con bardas caídas, falta de seguridad y abandono. Es el mismo cementerio del cual robaron el cuerpo de Oscar Solís hace justo un año. Su esposa, Marisol, se dio cuenta y al denunciarlo fue amenazada por personal del cementerio.

Esto nos ha permitido detectar que además de robo de cuerpos, algunos grupos criminales están usando cementerios en el abandono como fosas comunes, para ocultar sus asesinatos. 

Después falló el sistema penitenciario en su conjunto. Hasta el momento no está claro cómo lograron meter el cuerpo ni por qué lo hicieron, si bien se puede especular que fue para meter drogas al penal. No se sabe quién lo metió ni para qué interno. 

Dentro de muchos de estos penales rige una especie de autogobierno en el que grupos criminales se disputan el control del lugar, usando la violencia e intimidación para ello. Todo el sistema ha fracasado en construir centros de readaptación.

Y si bien han removido a funcionarios y algunos otros están siendo investigados, lo que queda claro es que la Fiscalía no está cumpliendo con su responsabilidad de contener la gravísima impunidad que hay en México. 

Lo mismo el gobernador de Puebla, el morenista Miguel Barbosa, que antes de comprometerse a hacer los cambios necesarios para que esto no vuelva a suceder, optó por amenazar los medios y activistas que han dado a conocer este caso.

Para colmo, está fallando también la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que se ha negado a atraer el caso y proteger los derechos de las personas afectadas. Así, tenemos toda una cadena de fallos y omisiones del sistema que permiten que cosas como esta sucedan una y otra vez, con mínimas consecuencias para quienes nos gobiernan.

Porque ojalá el caso del bebé Tadeo fuera único. La verdad es que no lo es. Miles de personas son desaparecidas, asesinadas o violentadas cada mes sin que cambie la estrategia de prevención y atención. 

Este fracaso sistémico y constante nos habla de la falta de convicción y voluntad política de nuestras autoridades, pero también de una sociedad adormecida ante el dolor de las demás personas. 

No olvidemos a Tadeo. No olvidemos a nuestros muertos. Porque cada uno importa.

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